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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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enemigo os mira con especial atención. Seréis objeto de sus más sutiles insinuaciones, incesantessolicitaciones y violentos asaltos. Por sabios y eruditos que seáis tened cuidado de vosotros<strong>mis</strong>mos, no sea que supere el ingenio que pensáis tener. El diablo es más instruido que vosotros,y más diestro disputador; puede trasformarse en un ángel de luz para engañaros. Se introduciráen vosotros y os echará la zancadilla antes que os pongáis en guardia; hará de juglar con vosotrossin descubrirse; os persuadirá de vuestra fe o inocencia, y no sabréis que las habéis perdido. Másaún, os hará creer que las poseéis en mayor grado, cuando ya no las tengáis. No veréis ni elgancho ni el sedal, mucho menos el <strong>mis</strong>mo sutil pescador, cuando él os ofrezca en ceboincitador. Y sus añagazas serán tan adecuadas a vuestro temperamento y disposición, que llevarápor seguro hallar auxiliares suyos en vosotros <strong>mis</strong>mos, y hacer que vuestros propios principios einclinaciones os traicionen; de esa manera, siempre que os arruine, os hará el instrumento devuestra propia ruina. ¡Oh! qué conquista pensará haber hecho, si puede volver a un ministroperezoso e infiel; si puede inducirlo a la codicia y al escándalo! Se gloriará contra la iglesia ydirá: "Estos son vuestros santos predicadores: ved cuál es su gravedad afectada, y adónde ésta losllevará." Se gloriará también contra el <strong>mis</strong>mo Jesucristo y dirá: "¡Estos son tus campeones!Puedo hacer que los principales de entre tus siervos se mofen de ti; puedo hacer infieles a losmayordomos de tu casa." Si él así insultó a Dios partiendo de un juicio falso, diciéndole quepodría hacer que Job le blasfemara en su rostro, (Job 2:5,) ¿qué no haría si él de hechoprevaleciese contra nosotros? Y por último, le serviríais de irrisión por haber podido arrastraros aser falsos respecto del gran depósito que se os había confiado, a manchar vuestra santa profesión,y a prestar un positivo servicio a vuestro mayor enemigo. ¡Oh! no complazcáis de ese modo aSatanás; no le prestéis un auxilio tan eficaz; no permitáis que os trate como los filisteos trataron aSansón, es decir, que primero os prive de vuestra fuerza para haceros después objeto de sutriunfo e irrisión."Una vez más. Debemos cultivar el mayor grado de piedad, porque la naturaleza denuestro trabajo así lo requiere imperativamente. La obra del ministerio cristiano es bien ejecutadaen exacta proporción con el vigor de nuestra naturaleza renovada. Nuestro trabajo está bienhecho solamente cuando así lo está con nosotros <strong>mis</strong>mos. Cual es el obrero, tal será su obra.Hacer frente a los enemigos de la verdad; defender los baluartes de la fe; gobernar bien en la casade Dios; consolar a los que sufren; edificar a los santos; guiar a los irresolutos; sobrellevar a losdíscolos; ganar y nutrir las almas: todos estos trabajos y otros mil más, no son para ser ejecutadospor una persona débil de espíritu o dispuesta a hacer alto en su camino, sino están reservadospara las dotadas de un gran corazón a quienes el Señor ha hecho fuertes para él <strong>mis</strong>mo. Buscad,pues, fuerza en el Fuerte por excelencia; sabiduría, en la fuente del Saber; en suma, buscadlotodo en quien es Dios de cuanto hay.En tercer lugar, es menester que el ministro tenga cuidado de que su carácter personalconcuerde en todos respectos con su ministerio.Todos nosotros hemos oído referir la historia del hombre que predicaba tan bien, y vivía tan mal,que cuando estaba en el púlpito no había quien no dijera que nunca debía salir de él, y cuando lodejaba, todos a una declaraban que no debía volverlo a ocupar jamás. ¡Que Dios nos libre deimitar a semejante Jano! No seamos nunca ministros del Señor en el altar, e hijos de Belial fuerade la puerta del tabernáculo; por el contrario, seamos como Nazianceno dice de Basilio: "Rayoen nuestra doctrina, y relámpago en nuestra conversación." No podemos confiar en los quetienen dos caras, ni los hombres creerán nunca en aquellos cuyos testimonios verbales yprácticos son contradictorios entre sí. Así como los hechos según el proverbio, hablan más alto9

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