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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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sufre con el tiempo de la bronquitis o de alguna otra enfermedad, es claro entonces que lasenfermedades de la garganta se distribuyen de una manera enteramente arbitraria. Ya ni un golpeal modo de hablar que se encuentra entre los disidentes. No cabe duda en que a esta clase dedefectos es debido el hecho de que tantos ministros se encuentren débiles de la laringe y delpulmón, y muchos de ellos desciendan pronto al sepulcro siendo todavía jóvenes. Si queréisconocer la autoridad sobre la cual se basa la amenaza que acabo de haceros, la encontraréis en laopinión del Sr. Macready, eminente actor trágico que merece nuestra atención más respetuosa,por considerar el asunto bajo un punto de vista enteramente imparcial y experimental. Dice:"Una garganta relajada es ordinariamente el efecto no de haber hecho un uso excesivo de aquelórgano, sino de haberlo usado mal: es decir, no se debe al hecho de haber hablado mucho tiempo,ni en alta voz, sino de haberlo hecho en voz fingida. No estoy seguro de que me entendáis en loque voy a decir, pero es un hecho que no hay una persona entre 10.000, que al dirigir la palabra auna concurrencia de personas, lo haga en voz natural; y se nota esto especialmente en el púlpito.Yo creo que la relajación de la garganta es el efecto de habérsele esforzado mucho en producirtonos afectados, y que como consecuencia de esto se encuentra muchas veces mas tarde unagrave irritación y aun ulceración. El trabajo de un día en el pulpito, es muy poco en comparacióncon el de uno de los personajes principales que figuran en la representación en uno de los dramasdc Shakespeare; y ni tampoco puede compararse la predicación de dos sermones, por lo que tocaal trabajo, con el esfuerzo hecho por cualquier hombre de estado al pronunciar un discurso deimportancia especial en las cámaras del Parlamento; y estoy seguro de que la enfermedad a quese le llama el dolor clerical de garganta, se puede atribuir generalmente al modo de hablar de losministros, y no al tiempo empleado por ellos en predicar, ni a la violencia de los esfuerzoshechos por ellos. He sabido que varios de <strong>mis</strong> contemporáneos anteriores, sufren actualmentedolor de garganta; pero en mi concepto, no se puede decir que esta enfermedad sea común entrelos actores eminentes en su arte. Se les exige con frecuencia a los actores y a los abogados, quehagan uso de su voz por mucho tiempo y con mucha fuerza, y no existe sin embargo ningunaenfermedad a que se le llame dolor de garganta de abogado, o bronquitis de actor trágico: y¿por qué? Simplemente porque éstos no se atreven a servir al publico de una manera tandesaliñada, como algunos predicadores sirven a su Dios. El Dr. Samuel Fenwich, en un tratadopopular sobre "Enfermedades de garganta y de pulmón," ha dicho sabiamente: "Teniendopresente lo antedicho respecto de la fisiología de las cuerdas vocales, es claro que el hablarcontinuamente en el <strong>mis</strong>mo tono, cansa a uno mucho mas pronto que cuando se varia confrecuencia la elevación de la voz, puesto que en aquel caso se usa un músculo, o cuando más unaclase de músculos; pero en este último caso, se hace uso de varios músculos y así se ayudanmutuamente. De un modo semejante, un hombre que repite la acción de elevar su brazo en unadirección rectangular respecto de su cuerpo, se cansa a los cuantos minutos, porque sólo unaserie de músculos soportan el peso; pero estos <strong>mis</strong>mos músculos bien pueden obrar todo el díaalternando su acción con la de otros sucesivamente. Por tanto, siempre que oímos a un ministroentonar la liturgia leyendo, orando y exhortando, y haciendo todo con los <strong>mis</strong>mos gestos y con el<strong>mis</strong>mo tono de voz, podemos estar enteramente seguros de que esta cansando sus cuerdasvocales diez veces mas de lo que es absolutamente necesario."Tal vez aquí deba yo reiterar una opinión que he expresado muchas veces en este lugar, y la cualme recuerda al autor que acabo de citar. Es ésta: si los ministros hablaran con más frecuencia, nose enfermarían tan fácilmente de la garganta y el pulmón. Estoy bien seguro de esto: se basa talopinión en mi propia experiencia y en una observación algo extensa, y tengo la confianza de no93

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