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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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Juan Foster sobre el deber de aprovechar el tiempo, y resolveos a no perder nunca ni un segundo.Cualquiera que vaga desde la mañana del lunes hasta la noche del sábado esperandoindolentemente que su texto le sea mandado por medio de un mensajero Angélico en las últimashoras de la semana, tentará a Dios y merecerá encontrarse mudo en el domingo. Como ministrosnunca tenemos tiempo: nunca estamos fuera de servicio, sino ocupando nuestras atalayas de díay de noche. Estudiantes, os digo solemnemente que nada puede dispensaros de la economía másrígida del tiempo: si dejáis de emplearlo fielmente, lo haréis a vuestro propio riesgo. La hoja devuestro ministerio pronto caerá, a no ser que, como el nombre bendito de que se habla en elprimer salmo, meditéis en la ley de Dios de día y de noche. Es mí deseo más ferviente que nomalgastéis el tiempo en disipación religiosa, ni en charlas, ni en pláticas triviales. Guardaos de lacostumbre de correr de una reunión a otra, escuchando meras bomballas y contribuyendo porvuestra parte a llenar sacos de viento. Un hombre que es afecto a frecuentar las reunionessociales para tomar té y charlar, por regla general es bueno para muy poco en cualquiera otraparte. Vuestras preparaciones para el pulpito son de la mayor importancia, y si las descuidáis nohonraréis ni a vosotros <strong>mis</strong>mos ni a vuestra vocación. Las abejas están haciendo miel desde lamañana hasta la noche, y a semejanza de ellas, nosotros debemos ocuparnos siempre en juntarvíveres espirituales para nuestra congregación. No tengo confianza alguna en un ministerio quemenosprecia una preparación laboriosa. Cuando viajaba yo por el norte de Italia, nuestro cocherose durmió en la noche en el carruaje, y cuando le llamé por la mañana, salió de un salto, tronó sulátigo tres veces, y dijo que estaba listo. Apenas podía yo apreciar el poco tiempo que empleabaen asearse o hacer otra cosa cualquiera pues constantemente le veía en su puesto. Vosotros, losque os alistáis para predicar, debéis encontraros siempre ocupados en la preparación de losmensajes.Nos conviene que tengamos la costumbre, día tras día, de cultivar la mente en la dirección denuestro trabajo. Los ministros deben estar siempre apilando su heno, pero especialmente cuandobrille el sol. ¿No es verdad que a veces os sorprendéis de la facilidad con que podéis hacersermones? Se nos dice que el Sr. Jay tenía la costumbre al encontrarse en esta condición, detomar su papel y apuntar textos y divisiones de sermones, y de guardarlas para poder servirse deellos en tiempos en que su mente no estuviese tan expedita. El lamentado Tomás Spencerescribió así: "Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre comoteniendo una fuerza y una hermosura especiales. Si soñara en un pasaje de la Biblia, lo apuntaría;y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto deun asunto." Estad alerta para encontrar asuntos de sermones cuando andéis por la ciudad o por elcampo. Dice Andrés Fuller en su Diario: "Me encontré engolfado en algunas meditaciones muyprovechosas sobre el cuidado del Gran Pastor por su grey, al ver algunos corderos expuestos alfrío, y a una pobre oveja pereciendo por falta de cuidado." Conservad abiertos los ojos y losoídos, y veréis y oiréis a ángeles. El mundo está lleno de sermones: atrapadlos al vuelo.Un escultor, siempre que ve un trozo en bruto de mármol, cree que oculta una hermosa estatua, yque es necesario sólo quitar la superficie para descubrirla. Así creed también vosotros que haydentro de la cáscara de todo, la pepita de un sermón para el hombre sabio. Sed sabios, y ved locelestial en su tipo terrenal. Escuchad las voces del cielo y traducidlas en el lenguaje humano. Ohhombre de Dios! vive siempre buscando materia para el púlpito, forrajeándola, digámoslo así, entodos los departamentos de la naturaleza y del arte, y guardándola para las exigencias del futuro.Se me exige que responda a la pregunta de si es buen plan anunciar una serie de sermones72

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