12.07.2015 Views

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

molesto que no supe qué hacer, al oír, en presencia de los dolientes cuyos corazones estabanderramando sangre, a un hombre que repetía el oficio como si recibiera una cantidad por cadaculto, y por lo tanto quisiera acabar éste lo más pronto posible para comenzar otro. No puedofigurarme qué efecto esperaba producir, o qué resultado efectuar, por palabras forzadas yproferidas con venganza y vehemencia. Es triste a la verdad pensar en el modo con que se matay se hace abominación ese oficio de difuntos tan admirable, por el modo con que se leefrecuentemente. Hago mención de esto, sólo para indicar que si los episcopales critican condemasiada severidad nuestras oraciones espontáneas podemos hacerles callar presentando estarecriminación formidable. Pero sin duda alguna seria mucho mejor enmendar nuestrascostumbres que criticar las de otros.Para que una oración pública sea lo que debe ser, es preciso que dimane del corazón. Un hombredebe ser realmente sincero en sus súplicas. La oración debe ser verdadera, y si lo es, cubrirácomo la caridad, una muchedumbre de pecados. Podéis perdonar las familiaridades de unhombre y también sus vulgaridades, si veis claramente que de lo más íntimo de su corazón estáhablando a su Creador, y que sus faltas son debidas sólo a los defectos de su educación y no avicios morales o espirituales de su corazón. El que ora públicamente debe ser ardiente, porque nopuede haber peor preparación para un sermón, que una oración soporífera. ¿Qué cosa puedefastidiar a los hombres de la casa de Dios, más que una oración inerte? Poned toda vuestra almaen tal ejercicio. Si toda vuestra energía puede interesarse en una cosa, que lo sea en acercarse aDios públicamente. Rogad de tal manera que podáis, por un atractivo divino llevar a toda lacongregación con vosotros hasta el trono de Dios. Orad de tal modo que por el poder del EspírituSanto, descansando sobre vosotros expreséis los deseos y los pensamientos de todo el auditorio,y os constituyáis en una voz ardiente de fervor delante del trono de Dios, intercediendo por loscentenares de corazones palpitantes al sentirlo.Además de esto, nuestras oraciones deben ser a propósito. No quiero decir que debemos entraren cada detalle minucioso, de las circunstancias de la congregación. Como he dicho antes, no haynecesidad de hacer mención en la oración pública de todos los sucesos de la semana, ni deconmemorar todos los nacimientos, muertes y matrimonios de vuestros feligreses, pero elcorazón cuidadoso del ministro debe notar todos los movimientos generales que han acontecidoen la congregación; debe recordar tanto los gozos como las tristezas de su congregación delantedel trono de gracia, y pedir que la bendición divina descanse sobre su rebaño en todos susmovimientos, sus ejercicios, quehaceres y empresas santas, y que el perdón de Dios se extienda asus cortos alcances y pecados innumerables. Además, por vía de precepto negativo, osaconsejaría que no fueseis prolijos en la oración. Me parece que Juan Macdonald fue el quedecía: "Si estáis en el espíritu de la oración, no os extendáis demasiado, porque puede habermuchos que hallen dificultad en seguiros en tal espiritualidad; y si no estáis en él, no os extendáistampoco, porque entonces podéis estar ciertos de que fatigaréis al auditorio." Livingstone dicerespecto de Roberto Bruce de Edinburgh, el contemporáneo famoso de Andrés Melville:"Ningún otro hombre de su tiempo manifestó tanta convicción y energía como las que a élconfiriera el Espíritu Santo. Ningún otro tuvo tantas pruebas de conversión de las almas, ymuchos de sus oyentes hasta pensaban que nadie desde el tiempo de los apóstoles, había habladocon tanto poder como él. Cuando otros estaban presentes, ofrecía oraciones muy breves; perocada una de sus sentencias era como un rayo lanzado a los cielos. Le oí decir que se fastidiabacuando otros ofrecían oraciones largas; pero que estando solo, empleaba mucho tiempo orando,45

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!