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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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presta la humanidad. No os sorprendáis cuando vuestros amigos deserten de vosotros, que este esun mundo falaz. Nunca contéis con la Inmutabilidad del hombre, al contrario, contad con suinconstancia para que no al palparía tengáis que contrariaros. Los discípulos de Jesús leabandonaron: no os sorprendáis si vuestros adherentes os dejan para seguir a otros maestros. Asícomo no eran vuestro todo, cuando estaban con vosotros, así tampoco no todo se Irá de vosotroscuando ellos os abandonen. Servid a Dios con todas vuestras potencias mientras la vela da luz, ycuando ésta se apague o se extinga por una temporada, tendréis menos que sentir. Estadcontentos con ser nada porque eso es lo que sois. Cuando penosamente se os imponga en vuestraconciencia el sentimiento de vuestra propia vaciedad, reprochaos haberos imaginado alguna vezllenos de algo que no haya sido el Señor. Atesorad con gratitud las dádivas con que se os quieraagraciar, pero no esperéis sino hasta el fin del camino que tenéis que recorrer, que se os agraciecon la dádiva mayor. Continuad con doble empeño sirviendo a vuestro Señor, cuando no tengáisvisibles resultados. Un individuo cualquiera, por simple que sea puede seguir un sendero angostosi se halla éste iluminado; pero solamente la fe puede ponernos en aptitud de transitar por él en laoscuridad con infalible exactitud, porque nos pone la mano en la mano del Gran Gula. Entre latierra y el cielo puede haber un camino escabroso y es fácil que suframos tiempos tempestuosos,pero todo está provisto por el Señor que ha hecho un pacto con nosotros. No nos desviemos ennada del camino que el mandato divino nos señala. Sea cual fuere la situación en que noshallemos, el púlpito es nuestra atalaya y el ministerio nuestra guerra; y aun cuando no podamoscontemplar la faz de nuestro Dios, confiemos siempre en él escudados bajo la santa sombra desus alas.***PLATICA XII.Conducta del Ministro en su Vida OrdinariaVamos ahora a tratar de la conducta que debe observar el ministro cuando se mezcla entre lagente en general y se supone que se halla enteramente a sus anchas. ¿Cómo debe conducirseentre sus semejantes? Séame ante todo permitido decir que no le conviene darse un aireministerial, sino evitar todo lo doctrinal, todo lo admonitorio o pretencioso. "El hijo del hombre"es un noble título; le fue dado a Ezequiel y a uno más grande que él: que el embajador del cielono sea pues otra cosa que un hijo del hombre. Que para ello recuerde que mientras mayor sea lasencillez y naturalidad con que proceda, más se asemejará al hombre niño, al santo niño Jesús.Nada tiene de extraño que uno que aspire a tener mucho de ministro llegue a tener poco dehombre; sin que por esto neguemos que mientras más hombre verdadero llegue uno a ser, másverdaderamente será lo que un siervo del Señor tendrá que ser. Los maestros de escuela y losministros asumen por lo general, una actitud que les es muy suya y peculiar: no parece sino queson distintos de los demás hombres. Son a menudo abigarradas aves, manifestándose huraños alhallarse entre los otros habitantes del país. Cuando he visto a un pájaro flamenco andar de aquípara allá con paso majestuoso; a un búho haciéndose el interesante entre las sombras, o a lacigüeña como arrobada en profundos pensamientos, me veo irresistiblemente compelido arecordar a algunos de <strong>mis</strong> dignos compañeros en la enseñanza y predicación de la fraternidad,que en todo tiempo afectan la más exagerada gravedad. Con suma facilidad adquieren esta clase131

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