probar en si <strong>mis</strong>mos cuán Inútil es el auxilio ministrado por el hombre sí el Señor retira al almasu luz.Si se quisiera averiguar la razón que hay para que el Valle de las sombras de Muerte deba ser tana menudo recorrido por los siervos del Rey Jesús, no sería difícil dar con la respuesta. Todo estoreconoce por causa la manera de obrar del Señor, la cual puede resumirse en estas cuantaspalabras: "No con ejército, ni con fuerza sino con ml Espíritu, ha dicho el Señor de losEjércitos." Tienen que usarse instrumentos, pero su debilidad intrínseca se pondrá de manifiestocon toda claridad: no puede dividirse la gloria, ni menoscabarse en nada el honor debido al GranArtífice. El hombre debe estar vacío de sí <strong>mis</strong>mo, para ser después lleno del Espíritu Santo. Ensu propio concepto será como una hoja seca arrebatada por un viento tempestuoso, y en seguidasentiráse como guarecido por un muro de acero para hacer frente a los enemigos de laverdad..Que el obrero no dé cabida al orgullo, es la gran dificultad. Un buen éxito nointerrumpido y la satisfacción natural que eso produce, si no tuvieran sus paréntesis, serian cosasque nuestras débiles cabezas no podrían por mucho tiempo aguantar. Nuestro vino necesita estarmezclado con agua para no entorpecer nuestro cerebro. Abrigo pues la creencia de que aquellos aquienes su Señor honra públicamente, tienen por lo general que sufrir secretas contrariedades oque llevar alguna cruz especial, para que de esa manera no se exalten a si <strong>mis</strong>mos demasiado ycaigan en las redes que tiende Satanás. A cada momento el Señor llama a Ezequiel "¡hijo delhombre!" En medio de su elevación a puestos altamente honoríficos, y precisamente cuando lesobraban motivos para recrearse en su gloria, las palabras "hijo del hombre" caían en sus oídos,quitando a su corazón el encanijamiento que podrían haberle causado las distinciones que se lehabían concedido. Mensajes de esa clase, humillantes pero provechosos, son los que nuestrosdescaecimientos murmuran en nuestro oído, diciéndonos de un modo que no deja lugar a dudaalguna, que no somos más que hombres frágiles, débiles y expuestos a ceder a cualquieratentación.Dios es glorificado por todas estas postraciones de sus siervos, porque no pueden menos quemagnificarle cuando de nuevo se yerguen, y hasta cuando estando postrados en el polvo, su fe losestimula a tributarle alabanzas. Hablan entonces con mayor mansedumbre de su fe, y con másfirmeza sienten establecido su amor. Hombres maduros de esta clase, como lo son algunosantiguos predicadores, apenas podrían hallarse si no fuera porque han sido vaciados de vaso envaso, e inducidos a ver su propia vaciedad y la vanidad de todo lo que los rodea. Gloria sea dadaa Dios por el horno, la lima y el martillo. En el cielo estaremos tanto mas llenos de goces, cuantomayores hayan sido las aflicciones que aquí nos hayan llenado; y la tierra estará mejor cultivada,si aprendemos a labrarla en la dura escuela de la adversidad.La sabiduría nos enseña que no debemos desmayar por sentir el alma conturbada. Que eso pues,no nos sorprenda, sino veámoslo como parte de la experiencia ordinaria del ministro. Si lapostración que sintiereis fuese extraordinaria, creed aun así, que os veréis en tal estado porvuestro propio bien. No perdáis nunca vuestra confianza, porque a ésta se le han ofrecidograndes recompensas. Aun cuando el pie del enemigo se halle sobre vuestra cerviz, esperadlevantaros y derribarle. Echad la carga del presente juntamente con el pecado del pasado y eltemor del futuro, sobre el Señor que no abandona a sus santos. Vivid con el día, mejor dicho, conla hora. No os atengáis a los marcos de los cuadros ni a los sentimientos. Vale más un grano defe, que una tonelada de estímulos. Confiad únicamente en Dios, y no en los débiles auxilios que130
presta la humanidad. No os sorprendáis cuando vuestros amigos deserten de vosotros, que este esun mundo falaz. Nunca contéis con la Inmutabilidad del hombre, al contrario, contad con suinconstancia para que no al palparía tengáis que contrariaros. Los discípulos de Jesús leabandonaron: no os sorprendáis si vuestros adherentes os dejan para seguir a otros maestros. Asícomo no eran vuestro todo, cuando estaban con vosotros, así tampoco no todo se Irá de vosotroscuando ellos os abandonen. Servid a Dios con todas vuestras potencias mientras la vela da luz, ycuando ésta se apague o se extinga por una temporada, tendréis menos que sentir. Estadcontentos con ser nada porque eso es lo que sois. Cuando penosamente se os imponga en vuestraconciencia el sentimiento de vuestra propia vaciedad, reprochaos haberos imaginado alguna vezllenos de algo que no haya sido el Señor. Atesorad con gratitud las dádivas con que se os quieraagraciar, pero no esperéis sino hasta el fin del camino que tenéis que recorrer, que se os agraciecon la dádiva mayor. Continuad con doble empeño sirviendo a vuestro Señor, cuando no tengáisvisibles resultados. Un individuo cualquiera, por simple que sea puede seguir un sendero angostosi se halla éste iluminado; pero solamente la fe puede ponernos en aptitud de transitar por él en laoscuridad con infalible exactitud, porque nos pone la mano en la mano del Gran Gula. Entre latierra y el cielo puede haber un camino escabroso y es fácil que suframos tiempos tempestuosos,pero todo está provisto por el Señor que ha hecho un pacto con nosotros. No nos desviemos ennada del camino que el mandato divino nos señala. Sea cual fuere la situación en que noshallemos, el púlpito es nuestra atalaya y el ministerio nuestra guerra; y aun cuando no podamoscontemplar la faz de nuestro Dios, confiemos siempre en él escudados bajo la santa sombra desus alas.***PLATICA XII.Conducta del Ministro en su Vida OrdinariaVamos ahora a tratar de la conducta que debe observar el ministro cuando se mezcla entre lagente en general y se supone que se halla enteramente a sus anchas. ¿Cómo debe conducirseentre sus semejantes? Séame ante todo permitido decir que no le conviene darse un aireministerial, sino evitar todo lo doctrinal, todo lo admonitorio o pretencioso. "El hijo del hombre"es un noble título; le fue dado a Ezequiel y a uno más grande que él: que el embajador del cielono sea pues otra cosa que un hijo del hombre. Que para ello recuerde que mientras mayor sea lasencillez y naturalidad con que proceda, más se asemejará al hombre niño, al santo niño Jesús.Nada tiene de extraño que uno que aspire a tener mucho de ministro llegue a tener poco dehombre; sin que por esto neguemos que mientras más hombre verdadero llegue uno a ser, másverdaderamente será lo que un siervo del Señor tendrá que ser. Los maestros de escuela y losministros asumen por lo general, una actitud que les es muy suya y peculiar: no parece sino queson distintos de los demás hombres. Son a menudo abigarradas aves, manifestándose huraños alhallarse entre los otros habitantes del país. Cuando he visto a un pájaro flamenco andar de aquípara allá con paso majestuoso; a un búho haciéndose el interesante entre las sombras, o a lacigüeña como arrobada en profundos pensamientos, me veo irresistiblemente compelido arecordar a algunos de <strong>mis</strong> dignos compañeros en la enseñanza y predicación de la fraternidad,que en todo tiempo afectan la más exagerada gravedad. Con suma facilidad adquieren esta clase131
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