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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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impugnadores de estas instituciones! No se ocupó en quitar las telarañas de los libros, ni diotiempo a la polilla de que en ellos se echara. El pensamiento es la espina dorsal del estudio y simás ministros se entregaran a él, ¡qué bendición tan grande seria ésta! Pero es de advertir quenecesitamos hombres que piensen en la voluntad revelada de Dios, y no soñadores que quieranforjar religiones según su fantasía. En la actualidad estamos por desgracia plagados de una turbade individuos que no parece sino que andan con la cabeza y piensan con los pies. En desbarrarconsiste para ellos la meditación. En lugar de fijarse en la verdad revelada, condimentan unmenjurje a su sabor, en el cual aparecen en Iguales partes el error, el engaño y la necedad, y aeste revoltijo le llaman "pensamiento moderno." Necesitamos hombres que se esfuercen enpensar profunda pero rectamente, abismándose sólo en los pensamientos de Dios. Lejos de mi elaconsejaros que imitéis a los jactanciosos pensadores de este siglo que ven vaciarse las casasdonde pretenden celebrar sus reuniones, y se glorían de ello diciendo que eso se debe a quepredican para la gente instruida y de talento. Esto no pasa de ridícula jerigonza. Consagrarempeñosamente el pensamiento y la meditación a cosas que con toda confianza son creídas entrenosotros, es cosa diferente, y eso es lo que os aconsejo hagáis personalmente soy deudor amuchas horas y aun días que he pasado enteramente solo, bajo un antiguo encino junto al ríoMedway. Habiéndome sentido algo indispuesto por los días en que iba a dejar la escuela,conseguí que se me dieran frecuentes asuetos, y armado de una excelente caña de pescar,atrapaba algunos pececillos, y a la vez me entregaba a la meditación tratando de rumiar losconocimientos que habla adquirido. Si los niños quisieran pensar, seria conveniente darles menosclases que estudiar, y más oportunidades para entregarse a tan útil ejercicio. El que se atraca y nodigiere, lejos de robustecerse se debilita, y esto es más deplorable en lo mental que en lo físico.Si vuestra congregación no es bastante numerosa para proveeros de una biblioteca no necesitaráde todo vuestro tiempo, y teniendo por lo <strong>mis</strong>mo, una parte de él que emplear en la meditación,estaréis en mejores condiciones que aquellos hermanos que cuentan con muchos libros, pero concasi nada de tiempo para meditar.Sin necesidad de libros un hombre puede aprender mucho con sólo estar atento a lo que pasa.De las historias que corren entre el vulgo, de los sucesos que ocurren al alcance de nuestraspropias narices, de los episodios referidos en los periódicos, de los asuntos de la conversacióncomún, de todo, en fin, es posible aprender alguna cosa. Es admirable la diferencia que hay entreprestar atención y no prestarla. Si no tenéis libros en que fijar los ojos, llevadlos bien abiertos pordonde que era que vayáis, y siempre hallaréis algo digno de llamaros la atención. ¿No podéisaprender mucho de la naturaleza? No hay una flor que no se preste al estudio. "Considerad loslirios" y aprended de las rosas. No solamente podéis echar mano de la hormiga, sino que todacriatura viviente, sea cual fuere, os puede ministrar asunto para instruiros. Hay una voz en cadavibración del aire, y una lección en cada una de las partículas de polvo que él <strong>mis</strong>mo arrastra alsoplar. Los sermones relucen por las mañanas en cada uno de los pétalos de la perfumada flor, ylas homilías vuelan a vuestro lado como las hojas secas que arranca de los árboles un vientojuguetón. Un jardín es una biblioteca; un campo sembrado de trigo, un volumen de filosofía;cada roca es una historia, y cualquier riachuelo el bello asunto de un poema. Anda tu, que tieneslos ojos abiertos, y busca lecciones de filosofía por todas partes: arriba en los cielos; abajo en latierra y en las aguas que se hallan debajo de la tierra. Los libros son pobres cosas comparadascon esto.145

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