Además la mayor parte de nosotros nos hallamos de un modo u otro, faltos de completa saludfísica. Solemos encontrar de tiempo en tiempo, a algún anciano que no recuerde haberse halladoimposibilitado de trabajar alguna vez; pero la generalidad de nosotros nos hallamos sujetos aalguna indisposición o sufrimiento ya sea físico o moral, Ciertas enfermedades del cuerpo,especialmente las relacionadas con los órganos de la digestión, el hígado y el bazo, producen, pormás que no lo queramos descaecimiento de ánimo; y aunque un hombre esfuerce en resistir suinfluencia, habrá horas y circunstancias en que ese malestar acabe por dormirlo. Y por lo quehace a enfermedades mentales podrá decirse que hay alguien que nunca las padezca ¿No todosnosotros, más o menos, les pagamos un tributo? A algunos individuos se les nota un aire demelancolía, inherente al parecer a su propia naturaleza, y de ellos puede decirse que "la tristezales imprimió su marca para hacerlos suyos." Puede abrigar muy bellos sentimientos y regirse porlos más nobles principios, pero se hallan inclinados olvidarse del arco iris para pensar tan sólo ennubes tempestuosas. Las personas de esta clase bien pueden cantar con el poeta ThomasWashbourne:"Se hallan nuestros corazonesQuebrantados por la pena,Y de nuestra pobre liraSe han roto todas las cuerdas.Nuestros cantos, más que cantosParecen dolientes quejas.Y esqueletos ambulantesYa sin carne y ya sin fuerzas,Andamos penosamentePor el erial de la tierra."Un carácter así bien puede no servir de obstáculo para que un hombre haga una carrera deespecial utilidad, y puede aun habérsele sido impuesto por la Sabiduría divina como cualidadnecesaria para el mejor desempeño de su <strong>mis</strong>ión. Algunas plantas deben sus propiedadesmedicinales a los pantanos en donde crecen; otras son deudoras de ellas a las sombras bajo lascuales florecen solitarias. Hay frutos preciosos madurados por la luna, tan bien como por el sol.Las embarcaciones necesitan de lastre tanto como de velas; el garrote que se da a las ruedas deun carruaje, no le impiden su marcha cuando baja por un camino inclinado. Probablemente eldolor ha desarrollado en algunos casos el genio, y puesto en vela al alma de otra manera habríadormido como un león en su cubil. Si no hubiera sido por la rotura de una ala, quizá se habríanperdido algunos en las nubes, incluyendo hasta escogidas palomas de las que ahora llevan en elpico ramas de olivo e indican el camino que conduce al arca de salvación. Pero cuando en laparte física y moral del individuo hay causas que predisponen a un descaecimiento de ánimo, nodebe uno maravillarse de que en ciertos momentos se rinda el corazón; lo que debe admirarnos serinda el corazón; lo que debe admirarnos en muchos casos es —y si las vidas íntimas pudiesenescribirse lo veríamos así— como algunos ministros a pesar de sus desalientos perseveran en sutrabajo y dejan que la sonrisa asome en su semblante. La gracia tiene sus triunfos todavía y lapaciencia sus mártires, mártires que no porque las llamas les queman sólo el espíritu, y susquemaduras son invisibles a los ojos humanos, merecen menos honra que aquellos a cuyo cuerpoha consumido la hoguera. El ministerio de Jeremías es tan aceptable como el de Isaías, y aun el122
cazurro Jonás es un verdadero profeta del Señor que prestó buenos servicios a los Ninivitas. Nodespreciéis a los cojos, porque escrito está que ellos toman su presa; sino honrad a aquellos quesintiéndose desfallecidos perseveran en su obra sin embargo. Lea la de los ojos tiernos, fue másfecunda que la hermosa Rachel; y las penas de Ana fueron más bendecidas que las jactancias dePenina. "Bienaventurados los que lloran," dijo el varón de Dolores, y que ninguno los considerede otra manera cuando sus lágrimas tienen la sal de la gracia. Tenemos el tesoro del Evangelio envasos de barro, y si encontramos una que otra grieta en un vaso, que eso no nos causeadmiración.El trabajo evangélico, cuando lo emprendemos sincera y empeñosamente, nos hace accesibles alos ataques que tienden a causar abatimiento. ¿Quién puede soportar el peso de las almas sinhundirse en el polvo? Un ardiente anhelo por la conversión de los hombres, si no se hallaenteramente satisfecho, (¿y cuándo lo está?) consume el alma llenándola de ansiedad ycontrariedades. Ver que aquellos en quienes se tenían buenas esperanzas, cambian de conducta;que los piadosos se enfrían; que los profesores abusan de sus privilegios y que los pecadores seentregan más y más al pecado, ¿no son todos estos motivos para causarnos desánimo. El reino noviene como nosotros quisiéramos, el nombre venerado no se santifica como lo deseamos, y estonos hace entristecer. ¿Y cómo no hablamos de sentirnos pesarosos cuando los hombres no creenlo que les decimos, y el poder divino les es desconocido? Toda clase de trabajo mental tiende afatigar y debilitar, porque el mucho estudio quita la fuerza a la carne; y el nuestro es más quetrabajo mental, es trabajo del corazón, es la obra elaborada en lo más intimo del alma. Cuán amenudo, en las noches de los días consagrados al Señor, nos sentimos como si la vida se hubieracompletamente oscurecido para nosotros. Después de haber derramado nuestra alma sobrenuestras congregaciones, nos sentimos como vasijas de barro vacías que un niño hubieraquebrado. Probablemente si nos asemejáramos más al apóstol Pablo, y procuráramos el bien delas almas con mayor tino y empeño, nos sería más conocido aquello de que debemos nutrirnos almovernos el celo por la causa del Señor. Tenemos el deber y el privilegio de dar nuestra vidaentera por Jesús. No nos cumple ser muestras vivas de hombres en excelente estado deconservación, sino sacrificios vivos destinados a ser consumidos: nos cumple gastar y sergastados; no meternos en un nicho y alimentar nuestra carne. Un trabajo así emprendido en biende las almas por un ministro fiel, producirá a veces un cansancio extremo, y languidecerán elcuerpo y el corazón. A Moisés se le pusieron pesadas las manos en su intercesión, y Pabloexclamó: "¿Quién es suficiente para estas cosas?" Aun el <strong>mis</strong>mo Juan el Bautista se cree quesufrió accesos de abatimiento, y los apóstoles una vez se sintieron azorados y sobrecogidos deterror.Nuestra posición en la Iglesia conducirá también a esto. Un ministro provisto de todo lonecesario para su obra, estará animado por lo general, de un espíritu que vive en su esfera propiaenteramente aparte e independiente de los demás. Ni las personas con quienes tenga mayorintimidad, pueden estar al tanto de los pensamientos, cuidados y tentaciones que le sonpeculiares. En las filas los soldados marchan hombro con hombro con muchos camaradas; pero amedida que van ascendiendo en categoría, sus compañeros son menos numerosos. Hay muchossoldados, pocos capitanes, menos aun coroneles, y un solo comandante en jefe. Así en nuestrasiglesias el hombre a quien el Señor instituye por guía tiene que ser en el <strong>mis</strong>mo grado en que eshombre superior, un hombre solitario. Las cumbres de las montañas se ostentanmajestuosamente separadas del resto, y hablan solas con Dios cuando él visita sus terribles123
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