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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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Además la mayor parte de nosotros nos hallamos de un modo u otro, faltos de completa saludfísica. Solemos encontrar de tiempo en tiempo, a algún anciano que no recuerde haberse halladoimposibilitado de trabajar alguna vez; pero la generalidad de nosotros nos hallamos sujetos aalguna indisposición o sufrimiento ya sea físico o moral, Ciertas enfermedades del cuerpo,especialmente las relacionadas con los órganos de la digestión, el hígado y el bazo, producen, pormás que no lo queramos descaecimiento de ánimo; y aunque un hombre esfuerce en resistir suinfluencia, habrá horas y circunstancias en que ese malestar acabe por dormirlo. Y por lo quehace a enfermedades mentales podrá decirse que hay alguien que nunca las padezca ¿No todosnosotros, más o menos, les pagamos un tributo? A algunos individuos se les nota un aire demelancolía, inherente al parecer a su propia naturaleza, y de ellos puede decirse que "la tristezales imprimió su marca para hacerlos suyos." Puede abrigar muy bellos sentimientos y regirse porlos más nobles principios, pero se hallan inclinados olvidarse del arco iris para pensar tan sólo ennubes tempestuosas. Las personas de esta clase bien pueden cantar con el poeta ThomasWashbourne:"Se hallan nuestros corazonesQuebrantados por la pena,Y de nuestra pobre liraSe han roto todas las cuerdas.Nuestros cantos, más que cantosParecen dolientes quejas.Y esqueletos ambulantesYa sin carne y ya sin fuerzas,Andamos penosamentePor el erial de la tierra."Un carácter así bien puede no servir de obstáculo para que un hombre haga una carrera deespecial utilidad, y puede aun habérsele sido impuesto por la Sabiduría divina como cualidadnecesaria para el mejor desempeño de su <strong>mis</strong>ión. Algunas plantas deben sus propiedadesmedicinales a los pantanos en donde crecen; otras son deudoras de ellas a las sombras bajo lascuales florecen solitarias. Hay frutos preciosos madurados por la luna, tan bien como por el sol.Las embarcaciones necesitan de lastre tanto como de velas; el garrote que se da a las ruedas deun carruaje, no le impiden su marcha cuando baja por un camino inclinado. Probablemente eldolor ha desarrollado en algunos casos el genio, y puesto en vela al alma de otra manera habríadormido como un león en su cubil. Si no hubiera sido por la rotura de una ala, quizá se habríanperdido algunos en las nubes, incluyendo hasta escogidas palomas de las que ahora llevan en elpico ramas de olivo e indican el camino que conduce al arca de salvación. Pero cuando en laparte física y moral del individuo hay causas que predisponen a un descaecimiento de ánimo, nodebe uno maravillarse de que en ciertos momentos se rinda el corazón; lo que debe admirarnos serinda el corazón; lo que debe admirarnos en muchos casos es —y si las vidas íntimas pudiesenescribirse lo veríamos así— como algunos ministros a pesar de sus desalientos perseveran en sutrabajo y dejan que la sonrisa asome en su semblante. La gracia tiene sus triunfos todavía y lapaciencia sus mártires, mártires que no porque las llamas les queman sólo el espíritu, y susquemaduras son invisibles a los ojos humanos, merecen menos honra que aquellos a cuyo cuerpoha consumido la hoguera. El ministerio de Jeremías es tan aceptable como el de Isaías, y aun el122

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