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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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disonante de todas. Tan sólo la gracia podría poner a los oyentes en estado de edificarse bajo elmartilleo continuo de algunos predicadores. Estoy cierto que un jurado imparcial pronunciaría unveredicto de sueño justificable en muchos casos, teniendo en cuenta que el sonido que procededel ministro hace dormir por su monotonía fastidiosa. El Dr. Guthrie caritativamente atribuye lossueños de cierta congregación escocesa, a la mala ventilación de su templo; esto sin duda explicaen parte esa costumbre de los oyentes, pero la causa más poderosa bien podría ser el mal estadode las válvulas de la garganta del predicador. Hermanos, en el nombre de todo lo sagrado,predicad con todas las campanas de vuestra torre, y no fastidiéis a vuestros oyentes con el ruidodisonante de una pobre y cuarteada campana.Cuando fijáis la atención en la voz, tened cuidado de no caer en las afectaciones habituales ycomunes del tiempo actual. Apenas hay un hombre entre doce que hable en el púlpito comohombre, y esta afectación no se limita a los protestantes, pues el abate Mullois, dice: "Encualquier otro lugar los hombres hablan; hablan en el foro y en el tribunal; pero ya no hablan enel púlpito, sino por el contrarío, allá encontramos un lenguaje ficticio y artificial, y un tono falso.Se tolera en la iglesia este modo de hablar, sólo porque desgraciadamente es tan general allí; enotra parte no sería permitido. ¿Qué pensaríais de un hombre que conversara de un modosemejante en un salón? Por cierto que provocaría muchas risas. Hace algún tiempo había unguarda en el panteón, hombre de buena clase según sus ideas, el cual al enumerar las hermosurasdel monumento, adoptaba exactamente el tono de muchos de nuestros predicadores, y nunca dejóde hacer reír a los visitadores, que se divertían tanto con su modo de hablar, como con los variosobjetos de interés que les enseñaba. No se le debe permitir que ocupe el púlpito a un hombre queno tenga una elocución natural y libre; debemos desterrar sumariamente de dicho lugar, por lomenos, todo lo falso. En estos días de desconfianza, todo lo fingido se debe desechar, y el mejormodo de corregirse en este respecto, por lo que toca a la predicación, es el de escuchar confrecuencia a ciertos predicadores monótonos y vehementes, pues saldremos del templo tandisgustados, y con tanto horror de esta clase de elocución, que nos condenaríamos a un silencioabsoluto antes que imitar a tales predicadores. Luego que abandonéis lo natural y lo real,perderéis el derecho de ser creídos, así como el de ser escuchados. Podéis ir a todas partes, atemplos o a capillas, y encontraréis que casi todos nuestros predicadores tienen un tono santopara los domingos. Tienen una voz para la sala y el dormitorio, y otra muy distinta para elpúlpito: de suerte que, sí no se encuentran con dos lenguas para pecar, si, las tienenprácticamente. Muchos hombres al subir al púlpito, se despojan de toda su personalidad, y sehacen tan rutineros como el bedel de la parroquia. Casi pudieran jactarse como el fariseo, de noser como los otros hombres, más seria una blasfemia darle gracias a Dios por esto. Ya no soncarnales, ni hablan como hombres, sino que adoptan una especie de quejido o gruñido, un orerotundo, o algún otro ruido desagradable, para evitar por completo la impresión de que sonnaturales, y están hablando de la abundancia del corazón. Una vez puesta el alba, parece que seconvierte ésta en la mortaja de la personalidad natural del hombre, y se cambia en afeminadoemblema de lo oficial. Hay dos o tres modos de hablar con los cuales estáis familiarizados sinduda. No se encuentra ahora con tanta frecuencia como antes, el estilo severo, erudito, hinchadoy pomposo que acabo de llamar el ore rotundo; pero se admira todavía por algunos. Cuando unministro estaba una vez soplando al modo de una máquina que exhala vapor, un hombre que sehallaba en la nave dijo que le parecía que el predicador "se había tragado una bola de harina.""No, Juan" le respondió su compañero, "no se la ha tragado, pero la tiene en la boca dándole devueltas." Puedo figurarme al Dr. Johnson hablando de esta manera en Bolt Court y de todos los86

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