12.07.2015 Views

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

si se quiere, con importunidad." Un hombre puede, en ocasiones especiales, si se afecta enextremo y se transporta fuera de si <strong>mis</strong>mo, ocupar veinte minutos en la oración principal de lamañana; pero esto no debe suceder con frecuencia. Mi amigo el Dr. Carlos Brown de Edinburgo,dice como resultado de su juicio meditado, que una oración pública no se debe extender más dediez minutos. Nuestros antepasados solían orar por tres cuartos de hora cuando menos; perodebéis recordar que no podían estar seguros de tener otra oportunidad para hacerlo ante unareunión, y por tanto oraban hasta saciarse. Además, en aquellos tiempos, la congregación no seinclinaba a quejarse de la duración de las oraciones o de los sermones, tanto como algunos lohacen ahora. No podéis orar demasiado tiempo en secreto, por mucho que lo hagáis. No oslimitamos cuando hagáis esto, a diez minutos ni a diez horas, ni aun a diez semanas. Cuanto másos pongáis de rodillas solos, tanto mejor será el efecto que obtengáis así para vosotros como paravuestras congregaciones. Estamos hablando ahora de las oraciones públicas que vienen antes delsermón o después de él, y para éstas, diez minutos son mejor límite que quince. Sólo una personaentre mil, se quejará de vosotros con motivo de que vuestras oraciones son demasiado breves,pero muchas murmurarán de la duración fastidiosa de ellas. Dijo Jorge Whitfield una vezhablando de un predicador: "Excitó en mi un buen estado de espíritu por su oración, y si hubieraparado entonces, habría sido un bien, pero me quitó tal estado al seguir orando más tiempo." Lasuma tolerancia del Señor se ha hecho patente al no infligir un castigo a algunos predicadoresque han pecado en gran manera en cuanto a este respecto. Han hecho mucho mal a la piedad delpueblo de Dios con sus dilatadas y fútiles oraciones, y con todo, el Señor en su <strong>mis</strong>ericordia lesha permitido que continúen oficiando en el santuario. ¡Desgraciados de aquellos que tienen queescuchar a un pastor muy cerca de media hora, después de cuyo tiempo suplican a Dios excusesu involuntario laconismo. No os extendáis demasiado por varias razones: en primer lugar,porque al fatigaros fatigaréis a la gente; y en segundo, porque con la duración de vuestrasoraciones, haréis que el auditorio se distraiga de sus meditaciones para prestar oídos al sermón.Todas esas áridas, pesadas y prolijas pláticas en la oración, no hacen más que embotar laatención de los oyentes cuyos oídos, digámoslo así, se saturan de palabras. Nadie teniendo porobjeto asaltar la puerta del oído, la obstruiría con lodo y piedras. No, quitad de la puerta todaclase de obstrucciones, para que el ariete del Evangelio produzca su propio efecto cuando llegueel tiempo de usarlo. Las oraciones largas consisten en repeticiones o en explicaciones superfluasque Dios no requiere, o degeneran en puras predicaciones, de suerte que no hay diferencia algunaentre la oración y la predicación, excepto que en aquella el ministro tiene sus ojos cerrados, y enésta los mantiene abiertos. No es necesario repasar en nuestras oraciones el Catecismo deWestminster, ni repetir la experiencia de todo el pueblo presente, ni aun la vuestra. No se nosexige que nuestras oraciones consistan en una serie de textos bíblicos, ni que citemos a <strong>David</strong> yDaniel y Job y Pablo y Pedro y todos los demás bajo el titulo de "tu siervo antiguo." Es necesarioque en vuestras oraciones os acerquéis a Dios, pero no se os exige que multipliquéis vuestraspalabras hasta que todos los oyentes deseen oír el "Amén." No puedo menos de daros otroconsejo pequeño, y es que nunca causéis la impresión de que estáis para concluir vuestra oración,y entonces continuéis orando por otros cinco minutos. Cuando el auditorio supone que estáispara terminar, no puede repentinamente proceder con un espíritu devoto. He asistido a cultos enque los predicadores nos han atormentado con la esperanza de que estaban concluyendo, yentonces comenzaron de nuevo dos o tres veces: esto es imprudente y fastidioso.Otro canon es este: No hagáis uso de frases altisonantes. Hermanos míos, evitad por completoestas cosas impropias; ya que han tenido su época de vida, dejadles ahora que mueran en paz.46

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!