Juan Foster sobre el deber de aprovechar el tiempo, y resolveos a no perder nunca ni un segundo.Cualquiera que vaga desde la mañana del lunes hasta la noche del sábado esperandoindolentemente que su texto le sea mandado por medio de un mensajero Angélico en las últimashoras de la semana, tentará a Dios y merecerá encontrarse mudo en el domingo. Como ministrosnunca tenemos tiempo: nunca estamos fuera de servicio, sino ocupando nuestras atalayas de díay de noche. Estudiantes, os digo solemnemente que nada puede dispensaros de la economía másrígida del tiempo: si dejáis de emplearlo fielmente, lo haréis a vuestro propio riesgo. La hoja devuestro ministerio pronto caerá, a no ser que, como el nombre bendito de que se habla en elprimer salmo, meditéis en la ley de Dios de día y de noche. Es mí deseo más ferviente que nomalgastéis el tiempo en disipación religiosa, ni en charlas, ni en pláticas triviales. Guardaos de lacostumbre de correr de una reunión a otra, escuchando meras bomballas y contribuyendo porvuestra parte a llenar sacos de viento. Un hombre que es afecto a frecuentar las reunionessociales para tomar té y charlar, por regla general es bueno para muy poco en cualquiera otraparte. Vuestras preparaciones para el pulpito son de la mayor importancia, y si las descuidáis nohonraréis ni a vosotros <strong>mis</strong>mos ni a vuestra vocación. Las abejas están haciendo miel desde lamañana hasta la noche, y a semejanza de ellas, nosotros debemos ocuparnos siempre en juntarvíveres espirituales para nuestra congregación. No tengo confianza alguna en un ministerio quemenosprecia una preparación laboriosa. Cuando viajaba yo por el norte de Italia, nuestro cocherose durmió en la noche en el carruaje, y cuando le llamé por la mañana, salió de un salto, tronó sulátigo tres veces, y dijo que estaba listo. Apenas podía yo apreciar el poco tiempo que empleabaen asearse o hacer otra cosa cualquiera pues constantemente le veía en su puesto. Vosotros, losque os alistáis para predicar, debéis encontraros siempre ocupados en la preparación de losmensajes.Nos conviene que tengamos la costumbre, día tras día, de cultivar la mente en la dirección denuestro trabajo. Los ministros deben estar siempre apilando su heno, pero especialmente cuandobrille el sol. ¿No es verdad que a veces os sorprendéis de la facilidad con que podéis hacersermones? Se nos dice que el Sr. Jay tenía la costumbre al encontrarse en esta condición, detomar su papel y apuntar textos y divisiones de sermones, y de guardarlas para poder servirse deellos en tiempos en que su mente no estuviese tan expedita. El lamentado Tomás Spencerescribió así: "Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre comoteniendo una fuerza y una hermosura especiales. Si soñara en un pasaje de la Biblia, lo apuntaría;y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto deun asunto." Estad alerta para encontrar asuntos de sermones cuando andéis por la ciudad o por elcampo. Dice Andrés Fuller en su Diario: "Me encontré engolfado en algunas meditaciones muyprovechosas sobre el cuidado del Gran Pastor por su grey, al ver algunos corderos expuestos alfrío, y a una pobre oveja pereciendo por falta de cuidado." Conservad abiertos los ojos y losoídos, y veréis y oiréis a ángeles. El mundo está lleno de sermones: atrapadlos al vuelo.Un escultor, siempre que ve un trozo en bruto de mármol, cree que oculta una hermosa estatua, yque es necesario sólo quitar la superficie para descubrirla. Así creed también vosotros que haydentro de la cáscara de todo, la pepita de un sermón para el hombre sabio. Sed sabios, y ved locelestial en su tipo terrenal. Escuchad las voces del cielo y traducidlas en el lenguaje humano. Ohhombre de Dios! vive siempre buscando materia para el púlpito, forrajeándola, digámoslo así, entodos los departamentos de la naturaleza y del arte, y guardándola para las exigencias del futuro.Se me exige que responda a la pregunta de si es buen plan anunciar una serie de sermones72
propuestos, y publicar la lista de ellos. Contesto que cada uno debe hacer lo que mejor cuadrecon su carácter. No me constituyo en juez de nadie, pero yo no me atrevo a intentar tal cosa; y síla emprendiera, saldría muy mal en el negocio. Tengo entendido que algunos precedentes seoponen a mi opinión, y entre ellos se encuentran las series de discursos por Mateo Henry, JuanNewton y otros muchos; sin embargo, puedo expresar sólo <strong>mis</strong> opiniones personales y dejar acada uno que haga lo que mejor le convenga. Muchos ministros eminentes han predicado seriesde discursos muy provechosos, sobre asuntos escogidos y arreglados con anticipación; pero yono soy eminente, y debo aconsejar a los que se me parecen, que se precavan de este modo deobrar. No me atrevo a anunciar el asunto sobre el cual predicaré mañana, y mucho menos podríayo decir sobre qué texto predicaré de aquí a seis semanas, o de aquí a seis meses, siendo la razónde esto, en parte, la de que tengo la conciencia de no poseer las dotes especiales que sonnecesarias para interesar a una congregación en un asunto, o en una serie de asuntos, por muchotiempo. Los hermanos de perspicacia extraordinaria y de conocimientos profundos, puedenhacerlo; y los que carecen de esto y aun de sentido común, pueden también pretenderlo pero nolo conseguirán. Me veo obligado a confesar que debo la mayor parte de mi fuerza más bien a lavariedad que a la profundidad. Es casi cierto que la gran mayoría de predicadores de la clase queacabamos de indicar, tendría mejor éxito si quemara sus programas. Tengo en la memoria unrecuerdo muy vivo, o más bien, muerto, de cierta serie de discursos sobre la Epístola a losHebreos, que me impresionó de un modo muy desagradable. Hubiera querido muchas veces quelos Hebreos se guardaran aquella epístola, puesto que molestaba mucho a un pobre joven gentil.Sólo los más piadosos y fieles miembros de la congregación, tenían la paciencia necesaria paraescuchar todos los discursos hasta el séptimo y el octavo: ellos, por supuesto, declaraban quenunca habían escuchado explicaciones más provechosas; pero a aquellos cuyo juicio era máscarnal, les pareció que cada sermón era más insulso que el que le había precedido. Pablo en esaepístola, nos exhorta a que suframos la palabra de exhortación, y así lo hicimos. ¿Son todas lasseries de sermones tales como aquella? Tal vez no; pero temo que las excepciones sean pocas,porque se dice respecto de aquel célebre comentador, José Caryl, que comenzó sus lecturas sobreel libro de Job con una asistencia de 800 personas, y que sólo ocho escucharon la última. Unpredicador profético multiplicó sus sermones sobre "el cuerno pequeño" de Daniel, hasta talgrado, que en la mañana de un domingo sólo siete se reunieron para escucharle. Les parecióextraño, a no dudarlo, que una arpa de mil cuerdas produjese la <strong>mis</strong>ma música por tanto tiempo.Ordinariamente y para la gran mayoría de oyentes, me parece que las series de discursosanunciadas con anticipación, no les son provechosas. El provecho que resulta de ellas, es sóloaparente; por regla general, no hay provecho, sino por el contrario, daño. Sin duda que tratar detoda una epístola larga, debe exigir al predicador mucho ingenio, y mucha paciencia a losoyentes. Me siento movido por una consideración aun más profunda, en lo que acabo de decir,porque me parece que a muchos predicadores verdaderamente vivos y celosos, un programa lesservirían de grillos. Si el predicador anunciara para el domingo siguiente un asunto lleno degozo, que le exigiera viveza y exaltación de espíritu, seria muy posible que se encontrara pormuchas causas, en un estado cargado y triste de espíritu, y sin embargo, tendría que poner el vinonuevo en su cuero viejo, a subir al banquete de boda vestido de saco y cenizas; y lo que es peorque todo, podría verse obligado a repetir esto por un mes entero. ¿Puede estar eso conforme conla voluntad divina? Es importante que el predicador esté en armonía con su tema; pero ¿cómopuede lograr tal cosa, si la elección del asunto no se determina por las influencias que existan enel tiempo de predicar? Un hombre no es máquina de vapor a la que se le imprime determinadomovimiento, y no le convendría que se le fijase en una ranura. Mucho del poder del ministro73
- Page 1 and 2:
DISCURSOS A MIS ESTUDIANTESPLATICA
- Page 3 and 4:
colegio de los mismos, ha sido viva
- Page 5 and 6:
te curaste a ti mismo? Tú que pret
- Page 7 and 8:
crezcan;" esto que con frecuencia s
- Page 9 and 10:
enemigo os mira con especial atenci
- Page 11 and 12:
Aarón, no deben estar santificadas
- Page 13 and 14:
que debemos huir a todo trance. Est
- Page 15 and 16:
ellos con mis palabras." Ezeq. 3:1-
- Page 17 and 18:
hambre infinita e insaciable por la
- Page 19 and 20:
conocer lleno de sentimiento, dejan
- Page 21 and 22: una congregación numerosa, y las b
- Page 23 and 24: llamamiento de esta naturaleza, si
- Page 25 and 26: De la propia manera, a los que no p
- Page 27 and 28: haber leído toda clase de literatu
- Page 29 and 30: cosas como ministros de Dios, en mu
- Page 31 and 32: en el papel más que las palabras "
- Page 33 and 34: descanso para nuestro espíritu, si
- Page 35 and 36: a decir que ora tanto como debe, en
- Page 37 and 38: unción que usamos no nos viene del
- Page 39 and 40: ***PLATICA IVNuestra Oración Públ
- Page 41 and 42: disponemos a la práctica de nuestr
- Page 44 and 45: toda cortesía, pero con igual firm
- Page 46 and 47: si se quiere, con importunidad." Un
- Page 48 and 49: menos poco expresivo, puesto que no
- Page 50 and 51: "Vosotros que creéis tan firmement
- Page 52 and 53: Por último, os digo esto en confia
- Page 54 and 55: sus razones son como dos granos de
- Page 56 and 57: inmortalizado en su "Dunciad» sol
- Page 58 and 59: pecados de los hombres de negocios,
- Page 60 and 61: pueden escogerse, pero el órgano y
- Page 62 and 63: inspirada que pueda serle más úti
- Page 64 and 65: triste de los pacientes seglares qu
- Page 66 and 67: cualquier caso, un ejercicio provec
- Page 68 and 69: No es sino un chapucero el que al p
- Page 70 and 71: empeño, pero el otro texto rehusó
- Page 74 and 75: consiste en la conformidad de su al
- Page 76 and 77: El primer canon que se debe observa
- Page 78 and 79: oyentes, y humillan al ministro. No
- Page 80 and 81: Cuando el apóstol San Pablo encuen
- Page 82 and 83: menospreciado de lograr la salvaci
- Page 84 and 85: dijo: "Luego, hermanos míos, él e
- Page 86 and 87: disonante de todas. Tan sólo la gr
- Page 88 and 89: oportunos, pero yo nunca he podido
- Page 90 and 91: personas, sacad todos los registros
- Page 92 and 93: concebirse, que el zumbido constant
- Page 94 and 95: estar equivoco. Señores el predica
- Page 96 and 97: posturas graciosas y a propósito a
- Page 98 and 99: una copa de vinagre fuerte mezclado
- Page 100 and 101: hacer desviar los pensamientos de v
- Page 102 and 103: costumbre de dividir mis sermones e
- Page 104 and 105: interesan, y les pide su atención.
- Page 106 and 107: Si necesitarais de otra cosa para c
- Page 108 and 109: aquel despierta luego y exclama: ¿
- Page 110 and 111: excelencias, apenas ha podido sobre
- Page 112 and 113: fastidiosa es la de atender a uno d
- Page 114 and 115: abundantes. Trabajad afanosamente e
- Page 116 and 117: Sin titubear yo en lo más mínimo,
- Page 118 and 119: para un nominativo, o un acusativo
- Page 120 and 121: sabríais qué hacer. Vuestras alte
- Page 122 and 123:
Además la mayor parte de nosotros
- Page 124 and 125:
soledades. Los hombres de Dios que
- Page 126 and 127:
tercer cielo y allí escuchar cosas
- Page 128 and 129:
mancha sobre el buen nombre que ten
- Page 130 and 131:
probar en si mismos cuán Inútil e
- Page 132 and 133:
de modales que en su concepto, les
- Page 134 and 135:
Muy conveniente sería que de nuevo
- Page 136 and 137:
Nosotros también somos hombres de
- Page 138 and 139:
preciso que no incurra en el error
- Page 140 and 141:
Además, las personas que los tuvie
- Page 142 and 143:
como si siendo calvos os comprarais
- Page 144 and 145:
ecurrir al libro impreso, de un mod
- Page 146 and 147:
Además, por desprovistas que esté
- Page 148:
i"Al principio lo que más me preoc