ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

tium medicum de Nebrija349). Vesalio no se queda en el simple aprendizaje de un vocabulario,
sino que hace visible al estudiante en general, (y no sólo al estudiante médico) la
disposición de una morfología humana escondida, hasta entonces, tras unos vagos términos
latinos. No es por eso tanto una obra de caráter científico importante (la Fábrica cumplía
ese papel), sino un diccionario ilustrado de la anatomía humana. El Epitome consta de una
cuidada serie de laminas anatómicas, sobre las que se han impreso o pegado, según elcaso,
los sistemas nervioso o sanguineo, o los órganos internos del ser humano, cuyos nombres
científicos latinas figuran en los márgenes del folio ilustrado, ordenados por un sistema de
cita alfabética. Pero Vesalio va más allá, al dirigir su Epitome no sólo a los estudiantes de
medicina, sino también a todos aquellos legos en la materia, introduce en los programas
pedagógicos de la época el estudio de la anatomía, como una disciplina más. Un arte
mecánica o plebeya que era enaltecida así a la misma altura que las artes liberales, y que,
dentro del particular plan de estudios acuñado para la educación del futuro Felipe II, venía a
culminar su cosmovisión, en un recorrido desde Dios hasta el hombre, pasando por la
naturaleza, y a través de todas aquellas disciplinas, ciencias y artes que contribuían a dotar
al humanista renacentista una determinada perspectiva del mundo. En cierto sentido, las
estampas anatómicas de Vesalio representan la culminación de un proyecto pedagógico que,
alentado desde los más diversos sectores del Humanismo del Quinientos, incidió de manera
muy notable en la formación de un príncipe Felipe, llamado a suceder a Carlos V en el
trono imperial, Rey Prudente que, si bien se quedó en monarca de España y las Indias,
mostró durante el resto de su vida las herencias recibidas durante su educación.
349. Vid. MONTERO CARTELLE, Enrique ¡ CARRERA DE LA RED, Avelina. “El Dictionarivm
medicvm de E. A. de Nebrija”. En Antonio de Nebrija: Edad Media y Renacimiento.
Op. cit., pp. 399-411.
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