ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

Mendoza le tomó a su servicio como asesor literario. Páez viaja a partirde entonces por toda
Italia, visitando Venecia, Padua, Roma, trabajando en la biblioteca de su noble señor y en
las de otros potentados italianos. De esta época es su despertar al mundo de la AntigUedad
clásica, sobre todo la griega. Paéz, que durante este tiempo no dejó de mantener correspon-
dencia con Núñez, Zurita y Sepúlveda, informándole de sus trabajos en Italia, admirador de
Honorato Juan, condiscípulo de Calvete, y erudito que se habla movido en la corte princi-
pesca de Valladolid, pudo aconsejar a Diego Hurtado de Mendoza que remitiera al Príncipe
desde Venecia, en 1547, un libro de Cosmografía, obra de gran valor, pues don Felipe la
apreció sobremanera, ordenando hacer una caja de madera para guardar el volumen, y
encargado a Diego de Arroyo que iluminara en el códice su escudo en oro78. En 1548
Páez seguía en Italia, según Núñez, con buena salud, y dedicado por entero al estudio de las
matemáticas y de la filosófía, emulo -concluye de Pilades y de Orestes79. Su ordenación
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sacerdotal debió tener lugar en Roma en 1550, tal como apunta Gregorio de Andrés . Nos
lo volveremos a encontrar cinco años más tarde en Bruselas, al servicio de Carlos Y y de
Felipe II.
Caso muy semejante es el de Alvar Gómez de Castro. Aunque no pisó la Corte de
Valladolid, su antigua vinculación con la educación del príncipe y su amistad con algunos
humanistas cortesanos, en particular con Honorato Juan, le mantuvieron en muy estrecha
relación con este cenáculo. Es más, durante algún tiempo Gómez siguió interesado por la
formación del príncipe. A este respecto, sabemos que a principios de 1546 escribió a un
prelado, que Vaquero Serrano identifica con Silíceo, recordando la entrada del príncipe
Felipe y de su maestro en Alcalá, el 28 de octubre de 1545, y una tertulia literaria que se
reunió en tomo a la mesa de Silíceo, pocos días más tarde, con la presencia del propio
Alvar y del camarero principesco don Antonio de Rojas. Jenofonte fue uno de los temas que
se trataron en aquel coloquio, y a consecuencia de un lance de la conversación, Alvar
78.Libranza a Diego de Arroyo (Monzón, 29-sep-1547), por dos escudos de las armas reales
de su alteza, iluminados de oro, “el vn en vn libro de cosmografia que enbio de beneqia don
diego de mendo~a”. (AGS. CSR. Leg. 36. Fol. 10, fol. 288v).
79.Ibídem. III, p. 519. El Comendador a Zurita (Salamanca, 3-jul-c. 1547).
80.ANDRES. “31 canas inéditas”. Op. cit., p. 556, n. 36.
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