ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

En esta misma época, Juan Martín Cordero, un erasmista valenciano afincado en
Amberes, le dedicó su traducción de Las quexas y llanto de Pompeyo (Amberes, Martín
Nucio, 1556). Tras las Quexas Corderó incluyó, y dedicó también al secretario, dos traduc-
ciones de Erasmo, la Declamación de la muerte por consolación de un amigo y la Exhorta-
ción a la virtud, junto con otros dos opúsculos, uno sobre los turcos y otro sobre la manera
de escribir en castellano. Cordero se dirige a Gonzalo Pérez con el término “Señor”, elo-
giando a Erasmo, clamando contra las “guerras ciuiles” entre cristianos y llamando a los
escritores a redactar muchos libros de “apophtegmas” en castellano. En suma, una muestra
de literatura erasmista española, dedicada a Pérez en los años epigónicos del movimiento,
sobre la que trataremos más adelante. En 1556 Pérez aprovechó también para dedicar a
Felipe lila segunda parte de su Vlixea. Tema muy debatido desde el siglo XVIII ha sido la
autoría de Pérez. Aunque la edición citada lleva el nombre del secretario como autor, la
dedicatoria al rey va firmada por él, y años después Gómez de Castro recuerda como Pérez
le entregó un ejemplar de su traducción, sin poner en duda nunca su autoría, la duda surge
cuando dos siglos después los eruditos descubren en la Real Biblioteca de El Escorial una
carta nuncupatoria de Páez de Castro a Felipe II, ofreciéndole su versión castellana de la
Odisea. En nuestra opinión, la autoría de Pérez debe estar fuera de toda duda. Había di-
spuesto de seis años para terminar de verter al castellano el texto original griego. Esta
tradución homérica, plenamente encardinada en la literatura profana de raiz erasmista, ya
fue presentada por Pérez al Príncipe en su primera edición (1550) como una fuente de
ejemplaridad para el gobierno, siguiendo en esto muy de cerca a Erasmo. Las citas del
poeta griego antiguo ocupaban un lugar de gran importancia dentro de la arquitectura litera-
ria del modelo del “principis christiani, expresado por Erasmo en su Institutio. Gonzalo
Pérez se muestra heredero de esta línea, y así escribe al Rey en la dedicatoria de su Uli.xea:
“ Habiendo acabado de traducir de griego en lengua Castellana, en algunos ratos
perdidos, que he hurtado a las ocupaciones que vuestra Magestad, por su gran bondad me
ha puesto, los once libros que me faltaban de la Ulixea de Homero, no me ha parecido
fuera de propósito, agora que la obra toda está acabada, dedicar el mejor de los Poetas al
mejor de los Príncipes que ha nacido. De que lo primero sea ansi, sus obras, y la comprobación
de tantos Reyes y Príncipes, y tantos y tan graves autores dan tal testimonio, que
sería, o muy gran malicia no confesarlo, o muy gran ignorancia negarlo 26.
26.GONZALEZ PALENCIA. Gonzalo Pérez. Op. cit. 1, p. 178.
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