ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

por que su hijo aprovechara mucho en el estudio de las lenguas clásicas (que el monarca no
dominaba), para que así don Felipe pudiera hacerse entender, sin intérprete, de los embaja-
dores extranjeros que le hablaban en latín, idioma que el césar Carlos no había logrado
hablar con la misma fluidez que las lenguas romances, francés, italiano y castellano, de sus
dominios100. Tanto Sepúlveda como Honorato, gracias a sus oficios cortesanos, hablan
sido testigos muy cercanos de la educación del príncipe Felipe y, sin duda, tendrían una
opinión muy crítica con relación a la pedagogía guijeña. Desde 1537 Honorato había
acompañado, casi sin hacer ausencias, al Emperador, Sepúlveda había residido en la Corte
de modo muy continuado entre 1539 y 1541101.
Aunque la preceptiva pedagógica de la época advertía contra el exceso de maestros
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(véase lo que dice a este respecto Francisco de Monzón ), ya fuera por razones de índole
meramente cortesana, o por interés personal de Carlos y, o para anular aún más la influen-
cia de Silíceo en la educación del Príncipe, se escogió esta línea educativa, con objeto de
elevar el nivel intelectual de Felipe. En este sentido, la elección de Juan Ginés de Sepúlve-
da y de Honorato Juan obedecía a la necesidad de incluir en el proceso educativo del prínci-
pe Felipe la faceta pedagógica de la conversado. Con el Humanismo la idea del diálogo, de
la conversación, cobra una dimensión realmente formativa. Se recupera la imagen de los
amables diálogos de la antigUedad, de las tertulias eruditas, donde se intercambiaban ideas y
se disfrutaba del placer de la verdadera amistad. El Humanismo encuentra además en este
intercambio culto la réplica a las disputas escolásticas. Y en esta línea hay que entender las
palabras de Sepúlveda: diálogos en latín entre el prfficipe y sus preceptores, pero no sólo
para que el regio alumno se aficionara más a esta lengua y la usara mejor, sino también
como medio de educación, de discusión de conceptos y de ideas. aue nutrieran las conver-
100.LOSADA. Juan Ginés de Sepúlveda a través de su . Op. cit., p. 94.
101 .LOSADA. “Un cronista olvidado de la España irnperiaV’. Op. cii., p. 240. En 1539 residió
todo el año, menos diciembre; en 1540, desde enero a julio; y en 1541 casi todo el año, menos
los meses de abril a junio.
102. “Mas aunque esto sea verdad que tiene grande necessidad el principe de algunos maestros:
pero conuiene que sea de manera que no acontezca lo que dize el prouerbio: que muchos pilotos
hazen anegar la nao: porque se diuiden en diuersos paresceres, y el vno por el otro se
descuida y hazen la dar en seco”, etc. (Libro primero del espejo del principe christiano. Op.
cit, fol. XVv-XVIr).
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