ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

de preceptor del infante don Enrique de Avizt al tiempo que su discipulo más noble y
predilecto, Francisco de Bobadílla, esperaba ser elegido por entonces maestro del príncipe
Felipe. Quizá el propio Núñez acarició la posibilidad en 1534 de ser elegido maestro de don
Felipe, si bien su pasado comunero le incapacitó. La elección de Calvete para sustituir a
Silíceo como preceptor supuso para el Pinciano el retomo de una oportunidad perdida. De
hecho, las inquietudes intelectuales de Núñez coincidían casi plenamente con las de Calvete.
De la misma manera que éste compaginaba sus funciones como maestro de los pajes con las
“maestro de prestado” y bibliotecario del Príncipe, aquel explicaba griego y retórica en
Salamanca, se encargaba desde 1538 de examinar a los estudiantes gramáticos que deseaban
pasar a otras facultades y de supervisar la compra de libros para la biblioteca universitaria 6.
En este contexto de familiaridad y de comunes preocupaciones pedagógicas y bibliográficas,
resulta impensable que Calvete no consultara con su maestro el método pedagógico y los
mejores libros para la educación del Príncipe. De estos “coloquios familiares” pronto surgió
un plan de estudios y una renovada vida cultural cortesana.
De hecho, las relaciones del Comendador Griego con la Corte, que nunca habían
sido muy buenas, debido a su pasado comunero, tomaron un rumbo distinto cuando dos de
sus discípulos más aventajados, Jerónimo de Zurita y Calvete de Estrella, alcanzaron res-
pectivamente los oficios de secretario de la Inquisición y maestro de los pajes del Príncipe,
en 1540. Si atendemos a lo que escribió por entonces a Zurita, su opinión sobre la corte era
pésima: “Señor: El señor Juan García me dijo cómo y. m. era ya venido a esa corte y ello
sea mucho en horabuena porque sea corte, que sin y. m. sería cohorte de ladrones y indo-
ctos”7. Su opinión, no obstante, mejoraría con el tiempo, pues pronto empezó a descubrir
en el servicio principesco un mundo más erudito del que suponía, implicándose en la vida
intelectual que se estaban desarrollando en la Corte de Valladolid. A los nombres de Calve-
5.C