ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

Nazianzeno (Basilea, Jerónimo Froben y Nicolás Eposcopio, 1531); u otro tipo de obras en
las que el nombre del Roterodamo era ejemplo de autoridad, como las Annorationes de
Enrique Glareano a las décadas de Tito Livio (Basilea, Michael Isingrinum, 1540), con el
elogio de Erasmo a la Cronología que Glareano publicaba tras sus anotaciones; o en las que
el nombre del holandés era citado elogiosamente, caso del epitafio a Erasmo de Ubico
Zasio, publicado en las ¡urisconsulrorum vitae de Bernardino Rutilio, Johann Fichardo y
Luis Gómez (Basilea, Robert Winter, c. 1537). La inclinación por Erasmo es tan notable
que, cuando Calvete adquiere las obras de Santo Tomás de Aquino, también se inclina por
una edición debida al holandés, al menos en el volúmen dedicado a las epístolas de San
Pablo (Venecia, Octaviano Scoto, 19
Como es lógico, el número de obras erasmianas adquiridas en 1546 y 1547 dismi-
nuye, a medida que se agota la posibilidad de nuevas adquisiciones, pero la seleción sigue
siendo muy expresiva. En 1546 Calvete compró sus ediciones de los comentarios de San
Apono al Cantar de los Cantares de Salomón (Friburgo en Brisgau, Johann Faber Emeus,
1538), o de las obras de Algerio (Colonia, Peter Quentel, 1535), del De gratia Dei, de
Fausto (Basilea, Johann Faber Juliacense, 1528), la explanatio de Haymon sobre el Salterio
(París, Christian Wechel, 1533), y las epístolas de Mallario (5.1., s.i., 1530). Se trata, sin
duda, de obras menores, en algunas la intervención de Erasmo había sido escasa, pero con
su compra se venía a completar la ya nutrida biblioteca erasmiana del príncipe, probable-
mente la más completa a este respecto existente en España, si exceptuamos, quizá la Her-
nando Colón en Sevilla. Al año siguiente el número de obras de Erasmo se sigue reducien-
do, y en las libranzas de Simancas figuran un ejemplar de la Geographia de Tolomeo, en
griego y latín (Basilea, Jerónimo Froben y Nicolás Episcopio, 1533), otro de las Declama-
tiunculae de Libiano, y varias obras de Luciano, Lisia e Isócrates (Basilea, Johann Froben,
1522) [Fig.361, además de los escolios de Erasmo a la 1/ita Evangelistarwn, de Sophronio
(Basilea, Andrea Cratander, 1529), junto con su traducción de las tragedias Hecuba e Ifige-
nia de Eurípides (Venecia, Aldo Manuzio, 1507), y su edición de las obras de Cicerón, en
la impresión de Sebastián Gripho (Lyon, 1546), in 16.
1 19.EI lector puede encontrar sus signaturas en el apéndice dedicado al inventario cronológico
de la “Librería rica” de Felipe II, entre 1545 y 1557.
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