ABRIR II PARTE. CAPÍTULO V. - Universidad Complutense de Madrid

einado inglés. A fines de agosto de 1553 su compromiso con María Tudor estaba ya acorda-
do, y en octubre Castro era nombrado Predicador de la Corte. Su elección no podía ser
más acertadas con vistas a la restauración del catolicismo en Inglaterra. Ya en 1530 había
escrito un opúsculo por orden de Carlos V, defendiendo la validez del matrimonio contraido
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por Enrique VIII con Catalina de Trastamara , y su oratoria sagrada, su experiencia tridentina,
su conocimiento directo de la Refonna en Alemania, y sus tratados acerca de la puni-
ción de los herejes le avalaban como una pieza fundamental e indispensable en la conver-
sión al catolicismo de Inglaterra.
Y de claramente irenista se puede calificar la labor desempeñada por fray Alonso de
Castro en el insular reino atlántico. Con particular celo, se dedicó a moderar las penas
infligidas a los reformadores ingleses. El 9 de febrero de 1555, el obispo de Londres,
Edmundo Bonner, condenó a seis protestantes. Al día siguiente Castro predicó ante los
reyes, censurando en su sermón el proceder del gobierno, y, efectivamente, logró que se
suspendieran por algunos días (con el apoyo de don Felipe) las penas capitales dictadas
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contra Ridley, Latimer y Cranmer . En otra ocasión, al día siguiente de la ejecución de
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Hooper, fray Alonso predicó asperamente en público contra tal persecución religiosa . En
realidad, era el partido catlico inglés el que, tras años de sufrir una dura persecución,
promovía con Maria 1 Tudor en el trono la represión contra los otrora enemigos represores.
En estas circunstancias, y con un poder político moderado, don Felipe siempre ejerció un
papel moderador e irénico en Inglaterra. Su apoyo a la princesa Isabel en estos años no sólo
obedecía a intereses políticos, sino que se enmarcaba también en una política general de
conciliación religiosa. Cuando en 1556 Castro publicó la segunda edición del tratado De
insta_haereticorurn punitione, su optimismo sobre la conversión dedos ingleses, expuesto en
la decicatoria a Felipe II, no deja lugar a dudas sobre el apoyo que habla recibido del rey en
la isla66. Dos años más tarde, Castro fue nombrado para ocupar la vacante del arzobispado
63.CASTRO. “Fray Alonso de Castro”. Op. cit., p. 291.
64.¡bídem, p. 316.
65.FERNANDEZ DE RETANA. España en tiempos de Felipe II. Op. cit. 1, p. 361.
66.C¿fra CASTRO. “Fray Alonso de Castro”. Op. cit., p. 316.
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