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RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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Capítulo 17<br />

Ada entró en el bloque <strong>de</strong> <strong>los</strong> calabozos sólo un paso por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> León,<br />

justo a tiempo para ver al periodista salir a trompicones <strong>de</strong> su celda y caer al<br />

suelo.<br />

—¡Ayúdalo! —le gritó León, y pasó corriendo al lado <strong>de</strong> Bertolucci para<br />

echarle un vistazo a la celda.<br />

Ada se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l ja<strong>de</strong>ante reportero y, sin hacer caso a la or<strong>de</strong>n,<br />

se quedó a la espera para ver si lo que lo había atacado salía <strong>de</strong> un salto por la<br />

puerta <strong>de</strong> la celda...<br />

Estaba protegido por <strong>los</strong> barrotes. ¡Cómo <strong>de</strong>monios ha ocurrido esto?<br />

Esperó apuntando a un lado <strong>de</strong> León mientras éste se colocaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

la celda, con el corazón palpitando a toda velocidad... y vio la sorpresa reflejada<br />

en su rostro, el asombro en su cara. El modo en que miró a uno y otro lado <strong>de</strong>l<br />

calabozo le indicó que estaba vacía y que no había nada en su interior, a menos<br />

que el atacante fuese invisible...<br />

De ninguna manera. Ni siquiera empieces a pensar en algo así, no <strong>de</strong>jes que esa<br />

i<strong>de</strong>a se apo<strong>de</strong>re <strong>de</strong> tu mente.<br />

Ada se arrodilló al lado <strong>de</strong>l periodista y se dio cuenta inmediatamente <strong>de</strong><br />

que se encontraba en muy mal estado. De hecho, se estaba muriendo. Se había<br />

<strong>de</strong>splomado en una posición medio sentada, con la cabeza apoyada en <strong>los</strong><br />

barrotes <strong>de</strong> la celda adyacente a la suya. Todavía respiraba, pero no tardaría<br />

mucho en <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> hacerlo. Ada había visto aquella clase <strong>de</strong> mirada<br />

anteriormente, con <strong>los</strong> ojos fijos en un punto más allá <strong>de</strong> don<strong>de</strong> se encontraban,<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l temblor y <strong>de</strong> la pali<strong>de</strong>z... pero lo que no había visto era lo que lo<br />

había provocado, y eso era lo que más miedo le daba. No se veía ninguna<br />

herida, así que supuso que <strong>de</strong>bía tratarse <strong>de</strong> un ataque al corazón, quizás un<br />

infarto... Pero, ¿y el grito?<br />

—¿Ben? Ben, ¿qué ha ocurrido?<br />

Ben clavó su mirada perdida en el rostro <strong>de</strong> Ada, y ésta advirtió que las<br />

comisuras <strong>de</strong> la boca estaban un poco rasgadas y sangraban. Abrió la boca para<br />

hablar, pero lo único que logró articular fue un gruñido ahogado e ininteligible.<br />

León se agachó al lado <strong>de</strong> ambos, tan confundido como ella. Hizo un gesto<br />

negativo con la cabeza hacia Ada, como una respuesta no hablada a una<br />

pregunta que no había hecho: no existía pista alguna <strong>de</strong> lo que había ocurrido.<br />

Ada bajó la vista hacia Bertolucci y lo intentó <strong>de</strong> nuevo.<br />

—¿Qué ha pasado, Ben? ¿Pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cirnos qué ha pasado exactamente?<br />

<strong>La</strong>s temblorosas manos <strong>de</strong>l reportero subieron hasta colocarse encima <strong>de</strong><br />

su pecho. Logró susurrar una única palabra con un esfuerzo visible.<br />

—Ventana...<br />

Ada no se sintió más tranquila al oír eso. <strong>La</strong> «ventana» <strong>de</strong>l calabozo medía<br />

poco más <strong>de</strong> treinta centímetros y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, menos <strong>de</strong> medio metro, y<br />

estaba a una altura <strong>de</strong> unos dos metros y medio <strong>de</strong>l suelo <strong>de</strong>l calabozo. En

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