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RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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León tensó su cuerpo, con la Remington en una mano y la Magnum en la<br />

otra. Inclinó la cabeza hacia un lado para intentar escuchar mejor, pero sólo oyó<br />

el lejano y constante gotear <strong>de</strong>l agua... y un suave pataleo. Un sonido rápido<br />

pero aleatorio, como martil<strong>los</strong> envueltos en tela que golpearan una superficie<br />

cubierta <strong>de</strong> tela. Fuese lo que fuese, se estaba acercando a el<strong>los</strong>, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la<br />

esquina <strong>de</strong>l túnel que se veía un poco más a<strong>de</strong>lante.<br />

¿Por qué no oímos el chapoteo? ¿Por qué no se oyen las pisadas en el agua si...?<br />

León retrocedió un paso y levantó sus dos armas ligeramente al recordar el<br />

modo en que Ada había mirado antes al techo... y fue cuando la vio, la vio y<br />

sintió que su corazón se <strong>de</strong>tenía en mitad <strong>de</strong> un latido. Era una araña <strong>de</strong>l<br />

tamaño <strong>de</strong> un perro gran<strong>de</strong>, que se <strong>de</strong>slizaba por encima <strong>de</strong> las húmedas<br />

piedras <strong>de</strong> la parte superior <strong>de</strong> la pared interior, con las puntas <strong>de</strong> sus peludas y<br />

huesudas patas resonando...<br />

No es posible...<br />

En ese preciso instante oyó unas tremendas <strong>de</strong>tonaciones casi al lado <strong>de</strong> su<br />

oreja <strong>de</strong>recha. Bam, bam, bam. El resplandor proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong>l cañón<br />

<strong>de</strong> la pistola iluminó brevemente el túnel cuando él disparó a su vez, y el eco <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> estallidos resonaron a lo largo <strong>de</strong> todo el túnel mientras la gigantesca araña<br />

caía <strong>de</strong> la pared y se estrellaba contra el agua con un chapoteo.<br />

Se irguió <strong>de</strong> nuevo y continuó avanzando hacia el<strong>los</strong>, herida, arrastrando<br />

dos <strong>de</strong> sus múltiples patas a través <strong>de</strong>l agua sucia mientras <strong>de</strong> su grotesco<br />

cuerpo redon<strong>de</strong>ado escapaban unos oscuros fluidos. Saltó por encima <strong>de</strong> una<br />

cabeza humana, y el cráneo rodó hacia un lado cuando lo rozó con su abdomen<br />

hinchado. León distinguió sus brillantes ojos negros, cada uno <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong><br />

una pelota <strong>de</strong> ping-pong... y apretó el gatillo <strong>de</strong> la escopeta, sin siquiera sentir el<br />

tremendo retroceso <strong>de</strong>l disparo, con su atención totalmente centrada en aquella<br />

araña inconcebible. <strong>La</strong> <strong>de</strong>scarga le acertó <strong>de</strong> pleno, y <strong>de</strong>strozó su cara imposible<br />

en mil pedazos. <strong>La</strong> araña se dio la vuelta <strong>de</strong> espaldas y se <strong>de</strong>slizó hacia atrás,<br />

con sus gruesas patas estremeciéndose mientras se curvaban sobre su peludo<br />

cuerpo.<br />

León cargó <strong>de</strong> nuevo su escopeta con <strong>los</strong> oídos zumbando y con el corazón<br />

en la boca. Su mente le <strong>de</strong>cía que era imposible que hubiera salido disparada<br />

hacia atrás una araña <strong>de</strong> aquel tamaño, que tenía que haberse <strong>de</strong>splomado bajo<br />

su propio peso, que había algo erróneo en todo aquello...<br />

Ada pasó a su lado dándole un empujón mientras le gritaba.<br />

—¡Vamonos! ¡Pue<strong>de</strong> que vengan más!<br />

León echó a correr <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ella, obligado por el atrevido comportamiento<br />

<strong>de</strong> Ada a <strong>de</strong>jar a un lado su asombro. Atravesó a la carrera la oscuridad,<br />

pasando por encima <strong>de</strong> <strong>los</strong> restos humanos y <strong>de</strong> la araña muerta, una araña que<br />

no <strong>de</strong>bería haber existido jamás en la <strong>ciudad</strong> <strong>de</strong> Raccoon City que él había<br />

conocido.<br />

—Suelta tu arma —le or<strong>de</strong>nó Irons, y ella lo hizo, dudando sólo un<br />

momento.

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