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RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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Abrió la puerta y salió a un almacén con un extremo al aire libre y que era<br />

lo bastante gran<strong>de</strong> como para guardar un avión. Estaba vacío, y era un lugar<br />

<strong>de</strong>crépito y repleto <strong>de</strong> sombras, pero la fresca brisa nocturna que lo recorría lo<br />

convertía en un sitio casi agradable...<br />

En ese preciso momento, vio a Ada que entraba en una plataforma<br />

elevada, justo por fuera <strong>de</strong>l hangar, y <strong>de</strong>saparecía <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> lo que parecía el<br />

compartimiento <strong>de</strong> un tren. Era un ascensor <strong>de</strong> transporte industrial y, por el<br />

aspecto <strong>de</strong> <strong>los</strong> raíles que recorrían el almacén, era una sección <strong>de</strong> la fábrica<br />

abandonada que no había sido realmente abandonada por completo.<br />

—¡Ada!<br />

León corrió hacia el ascensor mientras mantenía apretado su brazo herido<br />

contra su costado. Sintió un feroz enfado cuando oyó el zumbido <strong>de</strong> <strong>los</strong> motores<br />

<strong>de</strong>l transporte, el eco <strong>de</strong> su fuerte sonido metálico, reverberar en el aire<br />

nocturno: Ada se marchaba, no iba a «comprobar» nada...<br />

Pero no se marchará hasta que me diga el motivo.<br />

León salió corriendo al espacio abierto bajo la luna, oyendo cómo la puerta<br />

<strong>de</strong>l transporte se cerraba <strong>de</strong> golpe justo cuando pasaba al lado <strong>de</strong> una consola<br />

<strong>de</strong> control y subía hasta la plataforma metálica que temblaba. Casi tropezó y se<br />

cayó en <strong>los</strong> peldaños <strong>de</strong> colores brillantes, y el ascensor comenzó a <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r<br />

antes <strong>de</strong> que hubiera recuperado el equilibrio. Unos paneles <strong>de</strong> metal corrugado<br />

<strong>de</strong> casi un metro <strong>de</strong> alto se alzaron alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l tren <strong>de</strong> transporte, ro<strong>de</strong>ando<br />

la gran plataforma mientras se hundía con suavidad en la tierra.<br />

León agarró el tirador <strong>de</strong> la puerta mientras la oscuridad envolvía al<br />

transporte que retemblaba, y el cielo se convertía en una mancha estrellada más<br />

y más pequeña por encima <strong>de</strong> su cabeza. <strong>La</strong> fría y pálida luz <strong>de</strong> la luna fue<br />

reemplazada rápidamente por la luz naranja <strong>de</strong> las lámparas <strong>de</strong> mercurio <strong>de</strong>l<br />

transporte.<br />

Entró dando tropezones, y vio la expresión <strong>de</strong> susto y asombro en la cara<br />

<strong>de</strong> Ada mientras se levantaba <strong>de</strong>l banco que estaba atornillado a uno <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

lados <strong>de</strong>l ascensor, con la Beretta medio alzada en su dirección. <strong>La</strong> bajó <strong>de</strong><br />

nuevo, y él vio un <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> culpabilidad en sus ojos, que <strong>de</strong>sapareció en el<br />

tiempo que él tardó en levantar la mano y cerrar la puerta.<br />

Ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos pronunció una palabra durante unos momentos, y se<br />

quedaron mirándose el uno al otro mientras el ascensor continuaba con su<br />

suave <strong>de</strong>scenso. León casi pudo ver el esfuerzo <strong>de</strong> Ada para inventarse una<br />

explicación. Decidió que estaba <strong>de</strong>masiado cansado para estar <strong>de</strong> humor para<br />

tragarse otra mentira.<br />

—¿Adón<strong>de</strong> vamos? —preguntó, y esta vez no intentó ocultar la cólera que<br />

sentía en su voz.<br />

Ada suspiró y se sentó <strong>de</strong> nuevo. León vio cómo se le hundían <strong>los</strong><br />

hombros.<br />

—Creo que es la salida <strong>de</strong> este lugar —respondió en voz baja. Levantó la<br />

vista y sus ojos castaños buscaron <strong>los</strong> suyos—. Lo siento. No <strong>de</strong>bería haber<br />

intentado marcharme sin ti, pero tenía miedo...<br />

León percibió un auténtico arrepentimiento en su voz, lo vio en sus ojos, y<br />

sintió que su ira cedía un poco.

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