RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
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Dio unos cuantos pasos más y pudo ver que sin ninguna duda era una<br />
mujer joven. Su pelo <strong>de</strong> color rojo oscuro y lacio le tapaba la cara, pero las ropas<br />
<strong>de</strong>lataban su edad: pantalones vaqueros ceñidos y unas sandalias <strong>de</strong> moda. <strong>La</strong>s<br />
heridas estaban casi ocultas por la camisa ensangrentada, pero parecía haber<br />
docenas <strong>de</strong> ellas. Los agujeros irregulares en la tela húmeda <strong>de</strong>jaban entrever<br />
carne <strong>de</strong>sgarrada y brillante, y tejidos musculares en las heridas más profundas.<br />
León tragó saliva con esfuerzo y se cambió el arma <strong>de</strong> mano para luego<br />
agacharse a su lado. <strong>La</strong> piel fría y pegajosa cedió con facilidad bajo la presión <strong>de</strong><br />
sus <strong>de</strong>dos en la garganta. Intentó encontrar el pulso con la punta <strong>de</strong> dos <strong>de</strong>dos<br />
apretándo<strong>los</strong> contra la carótida. Pasaron unos cuantos segundos, unos<br />
segundos durante <strong>los</strong> cuales se sintió terriblemente joven mientras intentaba<br />
recordar el procedimiento que había que seguir para efectuar una recuperación<br />
cardiorrespiratoria y al mismo tiempo rezaba para que sus <strong>de</strong>dos encontraran<br />
un solo latido.<br />
Cinco compresiones, dos respiraciones cortas, mantener <strong>los</strong> codos bien colocados...<br />
Vamos, por favor, no estés muerta...<br />
No halló el pulso, y no quiso esperar ni un segundo más. Se metió la<br />
pistola en el cinturón y la agarró por <strong>los</strong> hombros para darle la vuelta y<br />
comprobar si al menos respiraba... pero en cuanto empezó a levantarla, vio algo<br />
que le hizo <strong>de</strong>jarla <strong>de</strong> nuevo en el suelo, mientras el estómago se le subía a la<br />
garganta.<br />
<strong>La</strong> camisa <strong>de</strong> la víctima se había salido <strong>de</strong> <strong>los</strong> pantalones lo suficiente para<br />
<strong>de</strong>jar al <strong>de</strong>scubierto la columna y parte <strong>de</strong> las costillas. Los trozos blanquecinos<br />
<strong>de</strong> hueso todavía tenían hebras <strong>de</strong> carne colgadas, y las estrechas y curvadas<br />
puntas <strong>de</strong> las costillas se hundían en trozos <strong>de</strong> tejido <strong>de</strong>strozado. Tenía todo el<br />
aspecto <strong>de</strong> haber sido <strong>de</strong>rribada... y masticada. Los retazos <strong>de</strong> información que<br />
su mente había recogido hasta el momento y que le habían parecido poco<br />
importantes <strong>de</strong> repente adquirieron una enorme trascen<strong>de</strong>ncia, y en el mismo<br />
instante que todos <strong>los</strong> hechos encajaron, sintió <strong>los</strong> tentácu<strong>los</strong> <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro<br />
miedo apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> <strong>los</strong> rincones <strong>de</strong> su mente.<br />
Los cuervos no pue<strong>de</strong>n haber hecho esto. Habrían tardado horas, ¿y quién<br />
<strong>de</strong>monios ha oído hablar <strong>de</strong> cuervos que se alimentan <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> caer el sol? Y ese olor a<br />
podrido no proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> ella, ha muerto hace poco y...<br />
Caníbales. Asesinatos.<br />
No. De ninguna manera. Para que ocurriera algo así, para que una persona<br />
fuera asesinada y luego parcialmente... <strong>de</strong>vorada en mitad <strong>de</strong> una calle sin que<br />
nadie lo impidiese... Y con tiempo suficiente para que lleguen <strong>los</strong> carroñeros...<br />
Para que eso pasara, <strong>los</strong> asesinos tendrían que haber matado a la mayor<br />
parte <strong>de</strong> la población. ¿Parece probable? No. Bien. Entonces, ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> proce<strong>de</strong><br />
ese olor asqueroso? ¿Y dón<strong>de</strong> está todo el mundo?<br />
León percibió a su espalda un gruñido bajo y suave. Unos pasos<br />
arrastrados y luego otro sonido. Un sonido húmedo.<br />
Tardó menos <strong>de</strong> un segundo en ponerse en pie y darse la vuelta en<br />
redondo mientras su mano <strong>de</strong>senfundaba <strong>de</strong> forma instintiva su pistola. Eran la<br />
pareja <strong>de</strong> antes, <strong>los</strong> borrachos, que se tambaleaban hacia él, a la que se había<br />
unido un tercer individuo <strong>de</strong> aspecto fornido... con toda la camisa empapada <strong>de</strong><br />
sangre. Sangre en su pechera. Y en sus manos. Y goteando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su boca, una