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RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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Sherry ya estaba a su lado, y Claire la agarró <strong>de</strong> la mano y comenzó a<br />

correr.<br />

Sentía un dolor insoportable, y Ada cerró <strong>los</strong> ojos, preguntándose si<br />

bastaría para matarla.<br />

—¡Aguanta, Ada! ¡Tú sólo aguanta, yo te subiré!<br />

A través <strong>de</strong> <strong>los</strong> latidos <strong>de</strong> la sangre y <strong>de</strong>l clamor <strong>de</strong> las sirenas, Ada oyó el<br />

aviso <strong>de</strong>l comienzo <strong>de</strong> la cuenta atrás <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>strucción. Cinco<br />

minutos.<br />

Intenta salvarme. Vamos a morir <strong>los</strong> dos.<br />

El agarrón <strong>de</strong> León era fuerte, y la <strong>de</strong>terminación en su atemorizada y<br />

suplicante voz era casi tan fuerte como la voluntad <strong>de</strong> ella. Casi, pero no lo<br />

bastante.<br />

Ada levantó la cara para mirarlo, y vio que, a pesar <strong>de</strong> todo lo ocurrido, él<br />

quería salvarla, quería que sobreviviera. Quería ayudarla a subir y llevarla a un<br />

lugar seguro lejos <strong>de</strong> allí.<br />

Esta vez no. No por mí...<br />

Su vida se había basado en el egoísmo, en ella misma y nadie más, en la<br />

avaricia. Había visto morir a mucha buena gente, y en algún momento <strong>de</strong> su<br />

vida, había perdido su capacidad <strong>de</strong> sentir preocupación por <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. Se<br />

había dicho a sí misma que aquel esfuerzo era una pérdida <strong>de</strong> tiempo y un<br />

signo <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad.<br />

Y estaba equivocada. Fui egoísta y estuve equivocada todo este tiempo, y ahora ya<br />

es <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>.<br />

No, no era <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Fuese lo que fuese lo que la esperase abajo, ya<br />

había tomado una <strong>de</strong>cisión.<br />

—León... baja, dirígete hacia el oeste y encuentra el almacén <strong>de</strong> carga...<br />

más allá <strong>de</strong> la fila <strong>de</strong>... las sillas <strong>de</strong> plástico. Necesitarás el... disco. Está en mi...<br />

bolsito.<br />

—¡Ada! ¡Ya lo tengo! ¡El disco <strong>de</strong>l almacén <strong>de</strong> carga y <strong>de</strong>scarga! ¡Ya lo<br />

encontré! ¡No hables, sólo aguanta! ¡Déjame que te ayu<strong>de</strong>!<br />

Intentó agarrarse mejor a la barandilla.<br />

Hablar le suponía un esfuerzo horrible, pero tenía que acabar, tenía que<br />

advertirle antes <strong>de</strong> que el tiempo se le acabase.<br />

—El código es 345. Monta en el ascensor y baja. El túnel... subterráneo<br />

lleva al exterior. Tienes que ir... a toda velocidad. Ten cuidado con Birkin, el<br />

infectado por el virus-G... Ya está cambiando. ¿Lo has entendido?<br />

León asintió, mirándola intensamente con sus profundos ojos azules.<br />

—Vive —dijo ella, y fue una buena palabra, una palabra maravil<strong>los</strong>a con la<br />

que <strong>de</strong>spedirse y marcharse. Estaba cansada, la misión estaba acabada y León<br />

estaba a salvo.<br />

Se soltó <strong>de</strong> la barandilla y León gritó su nombre. Aquel sonido la siguió<br />

hacia la oscuridad como un adiós agridulce.

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