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RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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tan malheridos que ni siquiera podían gritar pidiendo ayuda. Le gustase o no,<br />

ella estaba involucrada.<br />

Llegó al final <strong>de</strong> la barra, giró a su izquierda... y se <strong>de</strong>tuvo en seco,<br />

quedándose completamente inmóvil, sintiéndose como si le hubieran dado una<br />

bofetada. Lo que vio fue un hombre calvo vestido con el uniforme <strong>de</strong> un<br />

cocinero, al lado <strong>de</strong> un carrito lleno <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>jas, <strong>de</strong> espaldas a ella. Estaba<br />

agachado sobre el cuerpo <strong>de</strong> una camarera, pero había algo muy raro en ella,<br />

algo tan raro que la mente <strong>de</strong> Claire no pudo aceptarlo al principio. Su mirada<br />

recorrió el uniforme rosa, <strong>los</strong> zapatos <strong>de</strong> trabajo, incluso la tarjeta <strong>de</strong> plástico<br />

que todavía estaba enganchada a la pechera <strong>de</strong> su vestido, con el nombre: Julie<br />

o Julia...<br />

<strong>La</strong> cabeza. Le falta la cabeza.<br />

En cuanto Claire se dio cuenta <strong>de</strong> lo que faltaba, no fue capaz <strong>de</strong> borrarlo<br />

<strong>de</strong> su mente, por mucho que lo intentó. Don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bería haber estado la cabeza<br />

<strong>de</strong> la enfermera sólo había un charco <strong>de</strong> sangre secándose, una masa informe y<br />

pegajosa ro<strong>de</strong>ada por restos <strong>de</strong> cráneo, mechones <strong>de</strong> pelo negro aplastado y<br />

trozos diversos <strong>de</strong> carne. El cocinero tenía las manos sobre la cara, y mientras<br />

Claire miraba horrorizada el cadáver sin cabeza, el individuo <strong>de</strong>jó escapar un<br />

gemido lastimero.<br />

Claire abrió la boca, sin saber exactamente qué iba a salir <strong>de</strong> ella. Un grito,<br />

una pregunta sobre qué había ocurrido o un ofrecimiento <strong>de</strong> ayuda. No sabía<br />

qué <strong>de</strong>cir, y cuando el hombre se dio la vuelta y bajó las manos, se quedó<br />

pasmada <strong>de</strong> que no saliera absolutamente nada <strong>de</strong> su boca.<br />

El tipo se estaba comiendo a la camarera. Sus gruesos <strong>de</strong>dos estaban<br />

cubiertos por oscuros restos <strong>de</strong> carne. <strong>La</strong> extraña y enajenada cara que la miraba<br />

estaba completamente cubierta <strong>de</strong> sangre.<br />

Un zombi.<br />

Se había criado oyendo cuentos sobre criaturas monstruosas, tanto en las<br />

fogatas <strong>de</strong> <strong>los</strong> campamentos <strong>de</strong> verano como en las películas <strong>de</strong> terror, así que<br />

su mente lo aceptó en el mismo instante que lo vio y pensó: «No estoy loca». <strong>La</strong><br />

criatura, completamente pálida, <strong>de</strong>sprendía aquel hedor dulzón y enfermizo<br />

que ella había olido antes, con <strong>los</strong> ojos cubiertos por un velo semitransparente.<br />

Zombis en Raccoon City. Eso sí que no lo esperaba.<br />

Al mismo tiempo que su mente lógica aceptaba <strong>los</strong> hechos con<br />

tranquilidad, su cuerpo sintió un repentino espasmo <strong>de</strong> terror. Claire trastabilló<br />

al retroce<strong>de</strong>r, y el pánico ascendió otro grado en sus tripas cuando el cocinero<br />

siguió girando mientras se levantaba. Era un tipo enorme, <strong>de</strong> casi dos metros <strong>de</strong><br />

alto, y tan ancho como un armario...<br />

¡Y está muerto! ¡Está muerto y se está comiendo a la camarera, así que no <strong>de</strong>jes<br />

que se te acerque más!<br />

El cocinero dio un paso hacia ella, y sus manos ensangrentadas se cerraron<br />

en sendos puños. Claire retrocedió con mayor rapi<strong>de</strong>z y casi se resbaló al pisar<br />

una <strong>de</strong> las cartas <strong>de</strong> menú. Un tenedor chirrió cuando lo pisó con una <strong>de</strong> sus<br />

botas.<br />

¡Sal <strong>de</strong> aquí ahora mismo!<br />

—Ya me marcho —logró balbucear—. De veras, no hace falta que me<br />

acompañe a la salida...

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