RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>La</strong> criatura no era otra cosa que una gigantesca burbuja <strong>de</strong> materia oscura<br />
y pegajosa, que tenía el ancho <strong>de</strong>l vagón, <strong>de</strong> un lado a otro. León no pudo<br />
calcular su altura. <strong>La</strong> cosa-Birkin tenía extendidos unos gruesos cordones <strong>de</strong> su<br />
ser, unos tentácu<strong>los</strong> <strong>de</strong> materia elástica húmeda que estaban agarrados a todos<br />
<strong>los</strong> espacios posibles que tenía <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí: el techo, el suelo, las pare<strong>de</strong>s, Y<br />
mientras León la miraba fijamente, aquella bestia alienígena se arrastró hacia<br />
a<strong>de</strong>lante cuando <strong>los</strong> oscuros miembros se contrajeron, haciendo avanzar unos<br />
pocos metros la masa <strong>de</strong> su enorme cuerpo.<br />
No estaba loco. Estaba viendo la realidad, estaba viendo el cambio <strong>de</strong><br />
colores oscuros <strong>de</strong> su superficie: negro, rojo, ver<strong>de</strong> púrpura a lo largo <strong>de</strong> sus<br />
tentácu<strong>los</strong> cuando se extendieron <strong>de</strong> nuevo. Aquel material viscoso se pegó <strong>de</strong><br />
algún modo a las superficies metálicas <strong>de</strong>l vagón, arrastrando a la burbuja unos<br />
cuantos metros más. El cuerpo en sí era poco más que una enorme boca, una<br />
húmeda abertura en la que todavía se veían dientes... y que lo alcanzaría en<br />
poco tiempo si no salía inmediatamente <strong>de</strong> su estupor asqueado.<br />
León apuntó hacia el gigantesco agujero que era su boca y apretó el gatillo.<br />
Metió otro cartucho en la recámara y disparó, otro cartucho en la recámara y<br />
otro disparo... y el gatillo disparó en seco: se había quedado sin cartuchos, y la<br />
gigantesca cosa semilíquida todavía seguía avanzando sin dar indicios <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>tenerse.<br />
No sabía cómo matarla. Ni siquiera sabía si <strong>los</strong> disparos le habían causado<br />
algún daño. Su mente se aceleró en un intento por encontrar la solución, una<br />
solución que acabase <strong>de</strong> una vez por todas con el terrible monstruo que había<br />
creado el virus-G. Podía separar el último vagón disparando a <strong>los</strong> remaches y a<br />
las ca<strong>de</strong>nas que lo unían al siguiente, si pudiera encontrar el mecanismo <strong>de</strong><br />
enganche...<br />
Todavía estaría vivo. Seguiría vivo y cambiando en la oscuridad <strong>de</strong>l túnel,<br />
convirtiéndose en algo nuevo...<br />
<strong>La</strong> forma elástica <strong>de</strong> su cuerpo in<strong>de</strong>finido avanzó otro poco, y León<br />
extendió la mano hacia atrás para buscar el botón <strong>de</strong> apertura <strong>de</strong> la puerta.<br />
Tendría que intentar separar <strong>los</strong> vagones. No tenía otra elección...<br />
A menos que...<br />
Dudó por un momento, pero luego <strong>de</strong>senfundó la Magnum y apuntó hacia<br />
aquella criatura <strong>de</strong> existencia imposible, hacia el extraño tumor que sobresalía a<br />
través <strong>de</strong> una abertura en su carne gomosa: el ojo que había aparecido en todas<br />
y cada una <strong>de</strong> las formas que había adoptado el ser que antaño había sido<br />
Birkin. Apuntó con cuidado...<br />
¡Bam!<br />
El efecto fue inmediato y completo. El pesado proyectil atravesó la esfera<br />
semilíquida... y <strong>de</strong> la enorme abertura <strong>de</strong>ntada que hacía las veces <strong>de</strong> boca salió<br />
una especie <strong>de</strong> silbido aullante como nada que él hubiera oído jamás en la<br />
tierra, como si fuera el rugido <strong>de</strong> un ser mecánico y enloquecido. Los tentácu<strong>los</strong><br />
<strong>de</strong> materia sin forma se encogieron hacia el cuerpo y se ennegrecieron mientras<br />
se secaban...<br />
Y entonces la criatura imp<strong>los</strong>ionó, metiéndose <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí misma,<br />
arrugándose hasta formar una bola humeante con un tamaño menor a una