RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
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Ada se limitó a asentir. León abrió la puerta que daba al cuarto <strong>de</strong><br />
cal<strong>de</strong>ras. Paseó la mirada por la antigua y oxidada maquinaria que había en<br />
aquel amplio espacio antes <strong>de</strong> indicarle a ella que podía entrar. Ada se esforzó<br />
por no bajar la mirada, para que fuese León quien encontrase el pequeño<br />
envoltorio que ella había tirado allí minutos antes.<br />
Ella no había mirado a fondo el lugar cuando tiró las llaves. El cuarto, que<br />
tenía forma <strong>de</strong> H mayúscula puesta <strong>de</strong> lado, disponía <strong>de</strong> unas barandillas<br />
oxidadas y estaba dominada por dos enormes cal<strong>de</strong>ras viejas, una a cada lado.<br />
Unos cuantos tubos fluorescentes lanzaban pequeños chasquidos por encima <strong>de</strong><br />
el<strong>los</strong>, y la luz <strong>de</strong> <strong>los</strong> pocos que todavía funcionaban provocaba una serie <strong>de</strong><br />
extrañas sombras al tropezar con las tuberías por las pare<strong>de</strong>s repletas <strong>de</strong><br />
manchas <strong>de</strong> humedad. <strong>La</strong> puerta que llevaba al sistema <strong>de</strong> alcantarillado estaba<br />
en la esquina izquierda más alejada. Divisó un portón <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong> aspecto<br />
pesado y, a su lado, un pequeño panel.<br />
—Eh... —León se agachó y recogió <strong>de</strong>l suelo el puñado <strong>de</strong> clavijas que ella<br />
había tirado allí y que, sabía, abrirían el portón—. Parece que a alguien se le ha<br />
caído algo...<br />
Antes <strong>de</strong> que Ada pudiera comenzar a fingir y a preguntarle qué había<br />
encontrado, oyó un ruido. Era un sonido suave, como el <strong>de</strong> algo que se<br />
arrastrara, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> la esquina <strong>de</strong>recha trasera, que estaba<br />
tapada por una <strong>de</strong> las cal<strong>de</strong>ras.<br />
León también lo oyó. Se puso en pie con rapi<strong>de</strong>z, <strong>de</strong>jando caer el puñado<br />
<strong>de</strong> clavijas al mismo tiempo que alzaba la escopeta. Ada también apuntó con su<br />
Beretta hacia el punto <strong>de</strong> don<strong>de</strong> provenía el ruido, y <strong>de</strong> repente recordó que la<br />
puerta estaba entornada cuando ella llegó proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l subsótano.<br />
Oh, mierda. El implante.<br />
Sabía lo que era incluso antes <strong>de</strong> que apareciera ante su vista<br />
arrastrándose... y, aun así, se quedó pasmada. <strong>La</strong> pequeña criatura había<br />
crecido, y había crecido muy <strong>de</strong>prisa, hasta alcanzar un tamaño veinte veces<br />
superior al inicial, logrado en otros tantos minutos... y todavía seguía creciendo,<br />
al parecer, a un ritmo exponencial. En <strong>los</strong> pocos segundos que tardó la criatura<br />
en llegar hasta el centro <strong>de</strong> la estancia, pasó <strong>de</strong> tener el tamaño <strong>de</strong> un pequeño<br />
perro hasta la altura y el grosor <strong>de</strong> un niño <strong>de</strong> diez años.<br />
<strong>La</strong> forma también había cambiado, estaba cambiando, todavía. Ya no era<br />
aquella pequeña bestezuela alienígena que se había abierto camino a mordiscos<br />
para salir <strong>de</strong>l pecho <strong>de</strong> Bertolucci. Le había <strong>de</strong>saparecido la cola, y la criatura<br />
que avanzaba centímetro a centímetro sobre el oxidado suelo <strong>de</strong> metal había<br />
<strong>de</strong>sarrollado unas extremida<strong>de</strong>s, unos brazos que se extendían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />
gomosa carne. Vio unas garras que empezaban a sobresalir <strong>de</strong> su oscura y<br />
cambiante piel, acompañadas <strong>de</strong> un sonido chasqueante como el <strong>de</strong>l cartílago al<br />
partirse. De repente, comenzaron a crecerle piernas, al principio blandas como<br />
el agua, pero a medida que tomaban forma, <strong>los</strong> múscu<strong>los</strong> y <strong>los</strong> tendones<br />
adquirieron fuerza, y la criatura comenzó a caminar <strong>de</strong> un modo más ágil, casi<br />
felino.<br />
<strong>La</strong> escopeta <strong>de</strong> León y la pistola <strong>de</strong> Ada dispararon al mismo tiempo, y<br />
una serie <strong>de</strong> fuertes estampidos se intercalaron con el sonido más agudo <strong>de</strong> <strong>los</strong>