RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Irons miró el cadáver <strong>de</strong> Beverly Harris, extendido a lo largo <strong>de</strong> su mesa<br />
como si fuera un frágil y <strong>de</strong>licado sueño, y se sintió <strong>de</strong>spedazado por el miedo y<br />
el horror que luchaban en su pecho. ¿<strong>La</strong> había matado él? No podía recordarlo.<br />
El tío Brian. Hace diez años, yo era su tío Brian. ¿En qué me he convertido?<br />
Era <strong>de</strong>masiado, no podía soportarlo. Sacó <strong>de</strong> su funda su VP70 cargada sin<br />
apartar la vista <strong>de</strong> su rostro sin vida y comenzó a frotar el cañón <strong>de</strong>l arma con<br />
sus <strong>de</strong>dos insensibles, con suaves caricias que lo reconfortaron en cierto modo<br />
mientras giraba la boca <strong>de</strong>l arma hacia él. Cuando el cañón <strong>de</strong> la pistola estuvo<br />
firmemente apretado contra su suave y blanda tripa, sintió que tenía al alcance<br />
<strong>de</strong> la mano una especie <strong>de</strong> paz. Apoyó dos <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>dos en el gatillo y, en ese<br />
preciso instante, Beverly le susurró <strong>de</strong> nuevo, con sus labios inmóviles y su<br />
dulce y musical voz proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> ningún sitio y <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> lugares al mismo<br />
tiempo.<br />
No me abandones, tío Brian. Dijiste que me mantendrías a salvo, que me<br />
cuidarías. Piensa en todo lo que podrías hacer ahora que todo el mundo se ha ido y no<br />
hay nada que te impida hacer lo que quieras...<br />
—Estás muerta —susurró Irons totalmente confundido, pero ella continuó<br />
hablando, con un tono <strong>de</strong> voz suave e insistente.<br />
Nada que te impida realizarte por primera vez en toda, tu vida...<br />
Torturado por las dudas, Irons apartó poco a poco, con mucha lentitud, la<br />
pistola <strong>de</strong> nueve milímetros <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong> su estómago. Tras un instante <strong>de</strong><br />
inmovilidad, se inclinó y apoyó su frente sobre el hombro <strong>de</strong> Beverly y cerró<br />
sus cansados ojos.<br />
Ella tenía razón: no podía abandonarla. Él se lo había prometido, y había<br />
algo <strong>de</strong> cierto en lo que había dicho acerca <strong>de</strong> todas las cosas que podría<br />
realizar. Su mesa <strong>de</strong> trabajo en el Santuario era lo bastante gran<strong>de</strong> para dar<br />
cabida a toda clase <strong>de</strong> animales...<br />
Irons suspiró, sin estar seguro <strong>de</strong> qué era lo siguiente que <strong>de</strong>bía hacer... y<br />
preguntándose por qué tenía que <strong>de</strong>cidirlo con tanta prisa. Descansarían<br />
durante un rato, quizás incluso echarían una siesta juntos, y, cuando se<br />
<strong>de</strong>spertaran, todo estaría mucho más claro.<br />
Sí, eso era lo que harían. Descansarían y luego él podría resolver la<br />
situación y ocuparse <strong>de</strong> todo. Al fin y al cabo, era el jefe <strong>de</strong> policía.<br />
Brian Irons sintió que volvía a controlar sus nervios. Se <strong>de</strong>slizó<br />
suavemente en un duermevela inquieto, sintiendo la fría piel <strong>de</strong> Beverly como<br />
un bálsamo sobre su febril frente.