RE La ciudad de los muertos - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
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a ar<strong>de</strong>r <strong>de</strong> todas maneras, así que no había necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarse llevar por el<br />
pánico...<br />
Justo cuando giró a la <strong>de</strong>recha y avanzó con rapi<strong>de</strong>z por el pasillo que la<br />
llevaría hasta su objetivo, con sus pasos resonando con un sonido hueco en el<br />
silencio, un panel <strong>de</strong>l techo cayó precisamente <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ella... y un Re3, un<br />
lamedor, aterrizó en el suelo y aulló exigiendo su sangre. ¡No!<br />
Annette apretó el gatillo, pero el disparo sólo abrió un agujero en el<br />
hombro <strong>de</strong> la criatura en el preciso momento que se lanzaba <strong>de</strong> un salto sobre<br />
ella, extendiendo una garra <strong>de</strong>forme para <strong>de</strong>striparla. Sintió un fuerte dolor en<br />
el antebrazo y disparó <strong>de</strong> nuevo, asombrada e incrédula...<br />
El segundo proyectil le acertó <strong>de</strong> lleno en la garganta. El monstruo aulló <strong>de</strong><br />
nuevo mientras la sangre salía con un chorro borboteante <strong>de</strong> su <strong>de</strong>strozada<br />
garganta. Su aullido se convirtió en un feroz grito rugiente cuando se abalanzó<br />
<strong>de</strong> nuevo sobre ella.<br />
El tercer disparo <strong>de</strong>strozó la gelatinosa sustancia gris que constituía su<br />
cerebro, y la criatura cayó al suelo inmediatamente, quedando hecha un<br />
montón <strong>de</strong> carne que se estremecía <strong>de</strong> forma espasmódica a escasos centímetros<br />
<strong>de</strong> sus piernas, igualmente temblorosas.<br />
Annette comenzó a ja<strong>de</strong>ar al darse cuenta <strong>de</strong> lo cerca que había estado <strong>de</strong><br />
morir. Bajó la mirada hacia su sangrante brazo, a <strong>los</strong> profundos cortes que<br />
habían atravesado la tela <strong>de</strong> la bata <strong>de</strong> laboratorio...<br />
Y algo se rompió <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>finitiva. Algo en su mente, <strong>los</strong> pensamientos<br />
<strong>de</strong> su mente corrían a toda velocidad, lo mismo que su corazón palpitante: la<br />
sangre y el lamedor, el lamedor <strong>de</strong> William, muerto en el suelo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ella.<br />
Todo lo anterior giró y giró, danzando mientras formaba un círculo en el<br />
interior <strong>de</strong> su cabeza y se concentraba hasta formar una única i<strong>de</strong>a, un<br />
pensamiento increíblemente simple. Un pensamiento que le daba sentido a todo<br />
lo que había ocurrido.<br />
No es suyo.<br />
Estaba tan claro, tan claro como el agua. No podía huir <strong>de</strong>l dolor, porque<br />
el dolor la encontraría en cualquier lugar hacia el que corriera. Tenía la prueba<br />
allí mismo, goteando por su brazo. William lo había comprendido, pero se<br />
había perdido a sí mismo antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r explicárselo a ella, antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle lo<br />
que ella realmente tenía que hacer: tenía que enfrentarse a sus atacantes y<br />
asegurarse <strong>de</strong> que se enterasen, que se enterasen que el virus-G no era suyo,<br />
porque no les pertenecía. Pero ¿lo enten<strong>de</strong>rán? ¿Podrán enten<strong>de</strong>rlo? Quizá sí,<br />
quizá no. Sin embargo, se sentía tan apabullada por aquella verdad <strong>de</strong> una<br />
sencillez tan profunda que supo que al menos tenía que intentarlo. Era el<br />
trabajo <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> William. Era su legado, y ahora le pertenecía a ella. Ya lo<br />
había intuido antes, pero ahora lo sabía. Era un rayo <strong>de</strong> luz en su mente que<br />
convertía a todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>más problemas en asuntos triviales.<br />
No es suyo. Es mío.<br />
Tendría que encontrar<strong>los</strong> a todos, <strong>de</strong>círselo, y en cuanto hubieran aceptado<br />
la verdad <strong>de</strong> lo que les diría, tendrían que <strong>de</strong>jarla tranquila. Después, si todavía<br />
le quedaba tiempo, se marcharía.