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TIEMPO DE FIESTA - Junta de Castilla y León

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Bernardo Calvo Brioso | Ed. <strong>Junta</strong> <strong>de</strong> <strong>Castilla</strong> y <strong>León</strong><br />

MASCARADAS <strong>DE</strong> ASTILLA Y LEÓN<br />

Carnavales en<br />

Villanueva <strong>de</strong><br />

Valrojo. Zamora.<br />

ras, iconografía e, incluso, las campanillas que llevan alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l talle o prendidas al<br />

jubón, en trajes a dos colores, y que eran adornos <strong>de</strong> locos. Estos locos llevan “trajes<br />

<strong>de</strong> fantasía, extrañamente partidos, cortados por largas tiras <strong>de</strong> colores chocantes, el<br />

ridículo capuchón, el tintineo <strong>de</strong> las campanillas” (Heers, 1988, 193-198).<br />

Caro Baroja (2006, 161) ya vio el Carnaval como un refugio para muchos <strong>de</strong> los rituales<br />

antiguos: “El gran hecho histórico y social que supone la or<strong>de</strong>nación <strong>de</strong>l Carnaval<br />

es el <strong>de</strong> que todos los viejos rituales paganos quedaron, si no adscritos a él <strong>de</strong> modo<br />

fijo, sí en un período <strong>de</strong>terminado y ajustados al santoral <strong>de</strong> un modo general, homogéneo<br />

para todo el Occi<strong>de</strong>nte cristiano al menos”. Y manifestaciones <strong>de</strong> este Carnaval<br />

son: “Proferir injurias a los viandantes, publicar hechos escandalosos que <strong>de</strong>bían<br />

mantenerse en secreto, hacer sátira pública <strong>de</strong> las interiorida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>sbaratar objetos,<br />

llevarlos fuera <strong>de</strong> su sitio normal, robarlos, ensañarse con <strong>de</strong>terminadas personas,<br />

arrojar objetos que se consi<strong>de</strong>ran injuriosos en términos ajenos” (pp. 95-105). O <strong>de</strong><br />

modo más sintético: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto mecánico, el Carnaval se caracteriza por la realización<br />

<strong>de</strong> movimientos violentos; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista social, por el <strong>de</strong>senfreno <strong>de</strong><br />

hechos y dichos, por la inversión <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n social. Pero, quizás, lo más característico<br />

sea la “carnalidad”, en oposición a “espiritualidad”, lo que implicaba la realización <strong>de</strong><br />

actos irracionales, próximos a la locura, aunque reportaban alegría (pp. 51-52).<br />

Gómez-Tabanera (1968, 170) entronca el Carnaval con las Saturnalia y las Matronalia<br />

romanas; por ello, también ve un Carnaval sin sentido, cuando dice que “ya nadie<br />

se acuerda que la inversión y el “fin <strong>de</strong>l mundo” traía el retorno <strong>de</strong> los antepasados,<br />

la vuelta <strong>de</strong> los seres sobrenaturales, <strong>de</strong> gentes que regresan <strong>de</strong> su tumba durante<br />

el transcurso <strong>de</strong> un “tiempo sagrado”, que no cuenta cronológicamente”. El mismo<br />

origen le atribuye Petzoldt (1993, 151-165), siguiendo a Benjamin He<strong>de</strong>rich, aunque<br />

reconoce que tiene connotaciones similares a las fiestas <strong>de</strong> los subdiáconos. Ve en el<br />

Carnaval una supresión <strong>de</strong> fronteras y una inversión total <strong>de</strong> la sociedad, con aumento<br />

<strong>de</strong> críticas, alborotos, gritos y bailes. Acaba concluyendo que el Carnaval es hijo no<br />

sólo <strong>de</strong> su origen pagano, sino también <strong>de</strong> un montón <strong>de</strong> circunstancias, entre las que<br />

cita la magia al servicio <strong>de</strong> la fecundidad, las mascaradas cortesanas, el miedo a los<br />

muertos, el teatro sacro o la justicia popular.<br />

En cambio, Ramírez <strong>de</strong> Lucas (1987, s.p.) ve el origen <strong>de</strong>l Carnaval en antiguos mitos<br />

greco-romanos y en las ceremonias en honor <strong>de</strong> Baco, por lo que también se exalta la<br />

fecundidad <strong>de</strong> la Naturaleza al llegar la primavera.<br />

De este Carnaval medieval van a <strong>de</strong>rivar las fiestas cortesanas, a las que fueron tan<br />

afectos los Austrias para celebrar distintas efeméri<strong>de</strong>s (llegada <strong>de</strong> reinas, matrimonios,…),<br />

que consistían en una reunión <strong>de</strong> personas, generalmente nobles, disfra-

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