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TIEMPO DE FIESTA - Junta de Castilla y León

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Bernardo Calvo Brioso | Ed. <strong>Junta</strong> <strong>de</strong> <strong>Castilla</strong> y <strong>León</strong><br />

MASCARADAS <strong>DE</strong> ASTILLA Y LEÓN<br />

Roma (Jean Bayet, 1984, 88). Eran fiestas <strong>de</strong> carácter purificatorio, con sacrificios<br />

<strong>de</strong> machos cabríos y cabras, y en las que el sacerdote tocaba la frente <strong>de</strong> dos jóvenes<br />

patricios con el cuchillo manchado <strong>de</strong> sangre; luego se la limpiaba con un copo <strong>de</strong> lana<br />

empapada en leche, símbolo <strong>de</strong> la purificación. A continuación, los doce Lupercos,<br />

sólo cubierta su cintura con pieles <strong>de</strong> las víctimas, tapado su rostro con una máscara o<br />

pintado <strong>de</strong> sangre y en la cabeza la corona simbólica <strong>de</strong> Fauno, recorrían el monte Palatino<br />

llevando en sus manos correas <strong>de</strong> la piel <strong>de</strong> los animales sacrificados, golpeando<br />

con ellas a todos los que encontraban, especialmente a las mujeres, que les ponían las<br />

palmas <strong>de</strong> sus manos y las espaldas a los golpes, con el convencimiento <strong>de</strong> su próxima<br />

maternidad (Plutarco, Rómulo, 21; Ovidio, Fastos, 2, 425-452; Juvenal, 2, 142). Sin<br />

embargo, el sentido primitivo <strong>de</strong>l recorrido era purificar el barrio Palatino (Varrón,<br />

De Lingua Latina, 6, 13 y 14). Los Lupercos se dividían haciendo en sentido inverso<br />

el mismo recorrido (Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso, 1, 80; Valerio Máximo, 2,2,9; Ovidio,<br />

Fastos, 2, 373). Lo obsceno <strong>de</strong> sus gestos, cantos y actos hizo que fuera prohibido<br />

por el Papa Gelasio (Baronii Annales, Ecl. VI, 514; Lactancio, Instituciones divinas, 1,<br />

21,45). Incluso, ya Augusto, para salvaguardar la honestidad, prohibió que los jóvenes<br />

impúberes corrieran tras los Lupercos (Suetonio, Vida <strong>de</strong> Augusto, 3). La celebración<br />

terminaba con un banquete para los protagonistas (Ovidio, Fastos, 2, 362 y 373).<br />

En el <strong>de</strong>creto <strong>de</strong> prohibición <strong>de</strong> las Saturnales por el Papa Gelasio, el año 494, se<br />

explicita el motivo: “Jamás vieron los antiguos otra cosa en los Lupercales que una purificación<br />

<strong>de</strong>stinada a procurar la fecundidad universal” (Guillén, 1980, III, 200-203).<br />

Pero, ¿quién era Fauno, al que estaban consagrados los Lupercos? Un dios secundario<br />

muy unido a los dioses domésticos Lares y Penates. Era un dios benefactor: “Que<br />

favorece los frutos” (Servio, Ad Georg., 1, 10), “Fauno, al que consi<strong>de</strong>ramos propicio”<br />

(Servio, Ad Aen., 8, 314). Es un dios campestre, que da fecundidad a los rebaños, les<br />

previene <strong>de</strong> acci<strong>de</strong>ntes y les protege <strong>de</strong> los lobos. Popularmente se le conoce como<br />

Faunus ficarius, por saciar sus pasiones con las mujeres. Sin embargo, “es dios subalterno<br />

y exclusivamente rural. Es el representante <strong>de</strong> la vida pastoril y nómada, y<br />

<strong>de</strong> la existencia se<strong>de</strong>ntaria <strong>de</strong> los primitivos labradores, el dios <strong>de</strong> la tierra cultivada.<br />

Habita las montañas y los bosques (Guillén, 1980, III, 274).<br />

Pues bien, cualquier observador <strong>de</strong> las mascaradas <strong>de</strong> invierno aprecia que, a pesar<br />

<strong>de</strong> los elementos comunes a todas ellas, hay mucha diferencia entre “La Barrosa”, <strong>de</strong><br />

Abejar, “Los Cucurrumachos”, <strong>de</strong> Navalosa, “El Colacho”, <strong>de</strong> Castrillo <strong>de</strong> Murcia, o<br />

“El Caballico”, <strong>de</strong> Villarino tras la Sierra, por poner tan sólo unos ejemplos. Luego,<br />

no pue<strong>de</strong>n tener el mismo origen, a pesar <strong>de</strong> que hayan sufrido una evolución lógica<br />

por el tiempo transcurrido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su remoto nacimiento.<br />

Atribuimos a todas un origen prerromano, reconocido por el mismo Plutarco en el<br />

texto antes citado, cuando dice que las Lupercales “en lo antiguo era fiesta pastoril”,<br />

enlazándola con las Liceas <strong>de</strong> Arcadia, texto importantísimo para su filiación. A<strong>de</strong>más,<br />

tenemos pruebas <strong>de</strong>l origen prerromano <strong>de</strong> estas mascaradas en España, como<br />

son las pinturas <strong>de</strong> la cerámica numantina, en las que vemos hombres disfrazados<br />

con armazones <strong>de</strong> vaca o <strong>de</strong> caballo haciendo un ritual y cabezas esquemáticas <strong>de</strong><br />

vaca, que parecen reproducirse en “La Barrosa”, <strong>de</strong> Abejar (Wattenberg, 1963, 128,<br />

132, 137, 215, 217 y 220; Jimeno y otros, 2002,63-66), o la terra sigillata hispana <strong>de</strong><br />

Bronchales (Teruel), a la que hemos aludido más arriba, y que Blázquez esgrime como<br />

prueba <strong>de</strong> esa antigüedad.<br />

En cuanto al culto al toro en Hispania está constatado por numerosos bronces votivos,<br />

representaciones en la cerámica numantina, monedas con representaciones <strong>de</strong> toro,<br />

<strong>de</strong>pósitos votivos <strong>de</strong> huesos <strong>de</strong> bóvidos, como el <strong>de</strong> Numancia, y las numerosas representaciones<br />

<strong>de</strong> verracos y toros. Su culto era propio <strong>de</strong> los estratos inferiores <strong>de</strong> la<br />

sociedad, que lo veneraban como “<strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> fecundidad”. Este carácter se constata<br />

en las leyendas <strong>de</strong>l oricuerno y en las corridas nupciales (Blázquez, 1983, 247-257),<br />

por lo que este autor concluye: “El culto al toro es preindoeuropeo”. Estuvo en vigor<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> Almería a plena época romana; es culto afecto a zonas don<strong>de</strong> el

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