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TIEMPO DE FIESTA - Junta de Castilla y León

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Bernardo Calvo Brioso | Ed. <strong>Junta</strong> <strong>de</strong> <strong>Castilla</strong> y <strong>León</strong><br />

MASCARADAS <strong>DE</strong> ASTILLA Y LEÓN<br />

llamándolos diablos” (Rodríguez Pascual, 1987, 1).<br />

A la vista <strong>de</strong>l cuadro prece<strong>de</strong>nte, se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducir que a todos ellos los consi<strong>de</strong>ramos<br />

<strong>de</strong>moniacos, no en ese sentido cristiano que le da el pueblo, sino en el <strong>de</strong> démone,<br />

ese ser intermedio entre los dioses y los hombres, en el que se encarna el espíritu <strong>de</strong><br />

los antepasados y que regresa a la tierra aprovechando el parón invernal en el que<br />

el tiempo se <strong>de</strong>tiene y vivos y muertos se hacen contemporáneos. Coincidimos, por<br />

tanto, con Caro Baroja <strong>de</strong> que nuestros “zaharrones” nada tienen que ver con los<br />

medievales en sus funciones, aunque éstos últimos también sean here<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> aquellos<br />

arcaicos. En <strong>Castilla</strong> y <strong>León</strong> son, por tanto, <strong>de</strong>l mismo tipo Diablos, Diabluchos,<br />

Zamarrones, Zafarrones, Zangarrones, Tafarrones, Cencerrones, Cencerreros, Carochos,<br />

Atenazadores, Visparros, Cucurrumachos, Zarramaches, Guirrios y Jurrus, <strong>de</strong>nominaciones<br />

todas ellas con que <strong>de</strong>finimos a los mismos personajes. Estos varían en<br />

número <strong>de</strong> unas localida<strong>de</strong>s a otras, yendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un único personaje en el Zangarrón,<br />

<strong>de</strong> Montamarta, a numerosos en poblaciones, como Navalosa, Alija <strong>de</strong>l Infantado,<br />

Riello,... Y por supuesto, hay que incluir también <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> este mismo grupo a todos<br />

los Birrias, Zarrones, Bobo y Colacho, aunque se les hayan dado otras funciones al<br />

servicio <strong>de</strong> la religión.<br />

Ahora bien, dato muy importante es que cuando hay muchos personajes <strong>de</strong>moníacos,<br />

siempre hay algún personaje animal, a cuyo servicio suelen estar, pues los animales<br />

son los protagonistas <strong>de</strong> la fiesta. Sólo hay dos excepciones, Llamas <strong>de</strong> la Ribera,<br />

don<strong>de</strong> el Toro ha perdido importancia respecto a los Guirrios y Navalosa, don<strong>de</strong> tanto<br />

Cucurrumachos como La Vaquilla han <strong>de</strong>jado el protagonismo a los quintos.<br />

En conclusión, pensamos que en origen el personaje <strong>de</strong>moníaco eran uno solo o como<br />

mucho dos. Equivaldría a un antiguo chamán, personificación <strong>de</strong> una teofanía, que<br />

ritualizaba un antiguo mito para purificar las comunida<strong>de</strong>s y traer la fertilidad global<br />

a las mismas. Sólo cuando perdió fuerza esa figura en favor <strong>de</strong> otro rito, personificado<br />

en una figura animal, se multiplicaron los personajes así disfrazados.<br />

En cuanto a la pareja femenina <strong>de</strong> estos démones, en la comarca <strong>de</strong> Aliste es la Filandorra,<br />

llamada así porque lleva huso y rueca; se la suele incluir siempre en el grupo<br />

<strong>de</strong> los “malos”, porque en algunas localida<strong>de</strong>s dicen que es la mujer <strong>de</strong>l Diablo. Sin<br />

embargo, también popularmente, en otros pueblos <strong>de</strong> la misma comarca la consi<strong>de</strong>ran<br />

una mujer <strong>de</strong> mala vida, que ha tenido un niño <strong>de</strong> soltera; y aquí se diversifican<br />

las opiniones, pues, a veces, va acompañada <strong>de</strong> un Soldado, que para unos es el padre<br />

<strong>de</strong> la criatura y, para otros, es el que cuida sus pendoneos, ya que es hija <strong>de</strong> los Marqueses<br />

-¿<strong>de</strong> Alcañices tal vez?- y la han echado <strong>de</strong> casa por su mala vida, poniéndole<br />

un Soldado para que la vigile. Esta última versión nos parece plausible en el contexto<br />

general <strong>de</strong> interpretación <strong>de</strong> las Obisparras y, a<strong>de</strong>más, cuenta con paralelos en las<br />

mascaradas <strong>de</strong> Tras-ós-Montes, con la figura <strong>de</strong> la “Sécia” o mujer <strong>de</strong> mala vida, también<br />

acompañada a veces <strong>de</strong>l Soldado.<br />

Rodríguez Pascual cree que representa a una bruja y, por tanto, va junto al diablo<br />

como subordinada suya. Cierto que esta figura sólo aparece en las Obisparras <strong>de</strong> la<br />

comarca zamorana <strong>de</strong> Aliste, comarca en la que la brujería ha tenido su importancia<br />

hasta finales <strong>de</strong>l siglo XX, como hemos podido comprobar en los años en que vivimos<br />

en ella. Cierto que en algunas acciones contribuye a dar la impresión <strong>de</strong> ciertos po<strong>de</strong>res<br />

brujeriles, como ocurre en Riofrío <strong>de</strong> Aliste, cuando marca con ceniza el círculo<br />

mágico en el que resucitará el Ciego. Sin embargo no en todas las Obisparras es así.<br />

Cuenta Alonso Ponga (1982, 15-18) que los mozos <strong>de</strong> las provincias <strong>de</strong> Valladolid,<br />

Zamora y <strong>León</strong>, pertenecientes hasta hace pocos años a la diócesis <strong>de</strong> <strong>León</strong>, celebraban<br />

el día 1 <strong>de</strong> febrero la festividad <strong>de</strong> Santa Brígida. Y entre los diversos actos que<br />

realizaban, divididos en cuadrillas, estaba la cuestación casa por casa, en lo que se<br />

llamaba “sacar los torreznos”. Delante iba un mozo vestido <strong>de</strong> Brígida, con saya negra<br />

hasta los pies, chambra, pañuelo negro a la cabeza, y con huso y rueca, imitando el<br />

hilado. El autor se hace eco <strong>de</strong> la opinión <strong>de</strong> algunos que relacionan este disfraz con

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