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TIEMPO DE FIESTA - Junta de Castilla y León

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Bernardo Calvo Brioso | Ed. <strong>Junta</strong> <strong>de</strong> <strong>Castilla</strong> y <strong>León</strong><br />

MASCARADAS <strong>DE</strong> ASTILLA Y LEÓN<br />

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buena parte <strong>de</strong> nuestra geografía, lo que explicaría también las continuas semejanzas<br />

que se producen en lugares alejados entre sí.<br />

Evi<strong>de</strong>ntemente, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> este origen antiguo, cada mascarada ha tenido su propia<br />

evolución, hasta tal punto que se pue<strong>de</strong> afirmar que no hay dos mascaradas iguales.<br />

La propia historia <strong>de</strong> las localida<strong>de</strong>s les ha hecho introducir <strong>de</strong>terminados personajes<br />

o teatralizar más o menos las actuaciones, como consecuencia también <strong>de</strong> la influencia<br />

<strong>de</strong>l primitivo teatro medieval. El influjo cristiano fue <strong>de</strong>terminante en muchas <strong>de</strong><br />

las mascaradas, tanto en sus rituales, como en sus cambios <strong>de</strong> fecha <strong>de</strong> celebración.<br />

Sólo hay que recordar para ello las mascaradas que conllevan danzas <strong>de</strong> paloteo con la<br />

figura <strong>de</strong>l Birria o mascaradas más antiguas, como “Los Zarramaches”, <strong>de</strong> Casavieja,<br />

única en la Península en la que entran disfrazados para asistir a Misa, o el Zangarrón<br />

<strong>de</strong> Sanzoles y el Tafarrón <strong>de</strong> Pozuelo <strong>de</strong> Tábara, don<strong>de</strong> acompañan a San Esteban<br />

en la procesión,... Y muchas mascaradas, ante la persecución <strong>de</strong> la Iglesia, para no<br />

<strong>de</strong>saparecer, buscaron refugio en otras fechas, especialmente en el Carnaval, tiempo<br />

en el que todo está permitido, por lo que también asumieron muchos caracteres <strong>de</strong><br />

esta festividad medieval.<br />

MASCARADAS <strong>DE</strong> INVIERNO Y CRISTIANISMO<br />

La postura <strong>de</strong> la Iglesia ante las mascaradas ha variado a lo largo <strong>de</strong>l tiempo, aunque<br />

se pue<strong>de</strong>n apreciar claramente distintas fases:<br />

1. Con<strong>de</strong>na total <strong>de</strong> las fiestas romanas e intento <strong>de</strong> erradicación <strong>de</strong> las mismas.<br />

Esta postura <strong>de</strong> la Iglesia es la tradicional durante los primeros seis siglos <strong>de</strong> nuestra<br />

era. Preten<strong>de</strong> erradicar todos los restos <strong>de</strong> paganismo en los rituales cristianos. El<br />

primero que clamó contra el arraigo <strong>de</strong> Saturnales y Kalendas entre los cristianos fue<br />

Tertuliano, en el siglo III. Luego le seguirán otros, como el moralista pagano Libiano.<br />

Y con carácter más oficial la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong> las Lupercales por el Decreto <strong>de</strong>l Papa Gelasio,<br />

en el año 494, con clara indicación <strong>de</strong> la finalidad <strong>de</strong> estas fiestas: “Jamás vieron<br />

los antiguos otra cosa en las Lupercales que una purificación <strong>de</strong>stinada a procurar la<br />

fecundidad universal” (Gelasio, en Baronii Annales VI, 513-514)<br />

Entre los hispanos, <strong>de</strong>stacó en esta lucha San Paciano, obispo <strong>de</strong> Barcelona, aproximadamente<br />

entre los años 360 y 390. En su libro Cervus con<strong>de</strong>na la fiesta conocida<br />

como “cervulum facere” o “cervulum facientes”, que se extendía por todas las regiones<br />

<strong>de</strong>l Imperio romano. En ella, los jóvenes empezaban a disfrazarse <strong>de</strong> animales<br />

(ciervo, novillo, cor<strong>de</strong>ro,…) y “acababan pareciéndolo por sus prácticas inmorales<br />

y eróticas” (José Mª. Blázquez, 1975, 60-61 y 1983, 242-243). De este libro, hoy<br />

perdido, se hacen eco tanto San Jerónimo en el De viris illustribus (cap. VI), como<br />

el mismo Paciano, en su Paraenesis, en el que reconoce el poco efecto que provocó<br />

su primer libro, porque al año siguiente se siguió festejando con el mismo ruido y<br />

escándalo (Menén<strong>de</strong>z Pelayo, 1992, 427-428).<br />

Francisco Manuel Alves (1985, IX, 286-288) también apunta que San Agustín con<strong>de</strong>na<br />

estas fiestas en el Sermón 251 y refiere la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong> estas celebraciones por algunos<br />

concilios hispanos, citando como fuente la España Sagrada <strong>de</strong>l P. Flórez (T. XXIX, 86,<br />

<strong>de</strong> la edición <strong>de</strong> 1775).<br />

Fuertes críticas tendrán también estas fiestas por parte <strong>de</strong> San Martín <strong>de</strong> Braga y,<br />

como postura oficial, por los dos concilios <strong>de</strong> Braga, <strong>de</strong>l siglo VI, al que asistieron<br />

muchos obispos hispanos <strong>de</strong>l Oeste peninsular, bajo cuya jurisdicción estaban en<br />

aquel momento.<br />

San Martín <strong>de</strong> Braga, originario <strong>de</strong> Panonia, fue elegido obispo <strong>de</strong> Braga en torno al<br />

año 556, permaneciendo en esta se<strong>de</strong> hasta el año 580, fecha <strong>de</strong> su muerte. Asistió

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