vigencia de los conceptos psicoanalíticos - psicoanalisis freud 1
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nas”, que “molestan” a otros. Me pregunto en qué lugar queda el niño,<br />
tras el nombre que la civilización le impone. Lacan, en su escrito “El niño<br />
generalizado”, <strong>de</strong>splegó su i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l producto <strong>de</strong>l mercado global: “para<br />
todos el mismo goce”. Dice:<br />
“[…] la segregación es el problema más can<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> nuestra época, ya<br />
que esta conectada con la relación entre el avance <strong>de</strong> la ciencia y el cues-<br />
tionamiento <strong>de</strong> todas las estructuras sociales que este avance trae<br />
aparejado”. 1<br />
La escuela nombra así a estos niños por su modo <strong>de</strong> gozar, segregando<br />
cualquier diferencia. La institución educativa establece “normas”, ejerce<br />
un cierto “control”. Se escucha <strong>de</strong>cir por parte <strong>de</strong> <strong>los</strong> maestros: “pero si<br />
le permito a un alumno que haga esto, <strong>los</strong> <strong>de</strong>más lo van a querer hacer”.<br />
Mirada un tanto uniforme, ya que el que no se a<strong>de</strong>cua a la norma queda<br />
segregado, lo diferente queda “nombrado”, llamado por su forma <strong>de</strong> go-<br />
zar. Entonces, don<strong>de</strong> todo goce es permitido, la homogeneización parecie-<br />
ra tomar sus riendas pero por otro lado hay segregación <strong>de</strong> la diferencia.<br />
Se excluye todo lo que sea diferente.<br />
Otro <strong>de</strong> <strong>los</strong> nombres <strong>de</strong>l goce que escuchamos es el “pedido <strong>de</strong> diagnós-<br />
tico”. Creencia <strong>de</strong> la escuela que con sólo nombrar<strong>los</strong> o medicar<strong>los</strong> se<br />
aplacará el goce pulsional en juego. Estos “nombres” no dan la posibili-<br />
dad para que pueda aparecer un sujeto. Sujeto que para producirlo es<br />
necesario previamente suponerlo. Así, el posible sujeto “<strong>de</strong>saparece”<br />
bajo el signicante <strong>de</strong>l que proviene.<br />
“La reducción <strong>de</strong> horarios” es una <strong>de</strong> las ve<strong>de</strong>ttes en cuanto nos referi-<br />
mos al quehacer escolar. Máxima segregación: el niño es invitado a irse<br />
antes que <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. Así, tomando <strong>los</strong> dichos <strong>de</strong> una directora <strong>de</strong> un<br />
Jardín <strong>de</strong> Infantes que redujo el horario <strong>de</strong> un niño <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mes <strong>de</strong> mar-<br />
zo, se recorta: “como el año pasado molestaba, por las dudas que este<br />
año moleste, comienza con horario reducido”.<br />
MESA DE TRABAJOS LIBRES. DISPOSITIVO ASISTENCIAL<br />
Retomo nuevamente el texto <strong>de</strong> Freud “El malestar en la cultura”. Aquí<br />
cobra notabilidad lo anteriormente mencionado acerca <strong>de</strong> las paradojas<br />
<strong>de</strong>l superyó. Paradoja que no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> articularse al quehacer escolar:<br />
sabemos que el solo hecho que haya norma implica la presencia <strong>de</strong>l su-<br />
peryó. El punto crucial <strong>de</strong> esta paradoja es que es la misma la que dicta<br />
la ley y su trasgresión. Así, cada vez que una norma trata <strong>de</strong> incidir sobre<br />
el goce, hay algo que infringe, hay un plus, un exceso pulsional.<br />
Razón por la que se presenta esta pregunta: ¿qué pasa cuando no hay<br />
lugar para un anudamiento pulsional? ¿Cómo pensar una práctica que se<br />
sostiene sobre un fondo <strong>de</strong> imposible? Educar y psicoanalizar, dos <strong>de</strong> las<br />
tres profesiones imposibles ya advertidas por Freud: “no todo pue<strong>de</strong> ser<br />
dicho”, “algo no se obtiene en cada una <strong>de</strong> estas profesiones”. Ante esto,<br />
somos convocados como analistas.<br />
Existe una imposibilidad estructural, ¿será este el motor para pensar la<br />
condición misma <strong>de</strong>l ejercicio <strong>de</strong>l psicoanálisis? Que el malestar sea irre-<br />
ductible, que coexista un <strong>de</strong>sencuentro entre pulsión y cultura no implica<br />
la presencia <strong>de</strong> un abordaje para ir <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> la impotencia a lo<br />
posible. Será la pulsión la que nos indique el camino. Des<strong>de</strong> nuestro lugar<br />
como psicoanalistas, tomaremos al síntoma como un tratamiento al obs-<br />
táculo que nos impone la cultura.<br />
“La puesta en práctica <strong>de</strong> la pedagogía y el psicoanálisis implican cada<br />
uno a su modo dar un salto al vacío para alcanzar en el niño al sujeto <strong>de</strong><br />
la educación y en la persona que pi<strong>de</strong> ayuda al sujeto <strong>de</strong>l inconsciente, es<br />
un salto que requiere coraje. No existe píldora para el coraje, el Prozac<br />
dice Miller, se consi<strong>de</strong>ra el mal con paciencia, poner al mal tiempo buena<br />
cara, o prescindir <strong>de</strong> lo superuo, o vivir disfrutando <strong>de</strong>l momento, estas<br />
son banalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mal basadas en versiones light <strong>de</strong> las <strong>los</strong>ofías <strong>de</strong>l<br />
no actuar.” 2<br />
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