vigencia de los conceptos psicoanalíticos - psicoanalisis freud 1

El sujeto en la clínica. Vicisitudes y obstáculos
Gloria Aksman *
Esta práctica se ocupa de recortar la particularidad del sujeto en la clínica
con el n de ubicar las formas de abordaje de la problemática subjetiva
allí donde se maniesta, en el síntoma.
Trabajar con la noción de sujeto implica un discurso que opera sobre el
eje de un descentramiento fundamental: atender a la responsabilidad que
le cabe a cada cual respecto de su padecimiento.
El sujeto del que habla el psicoanálisis, no es un sujeto de hecho sino de
derecho. Como dijimos, se trata de hacerse responsable de los propios
actos.
Si pensamos en términos de objetividad, al sujeto no lo encontramos por
ninguna parte, no podemos realizar “la observación del sujeto” allí no
encontramos nada, sólo porcentajes. No se puede cuanticar la experien-
cia. El sujeto resiste esa posibilidad. La masicación, la cuanticación
esta sostenida en el desconocimiento de la singularidad que se produce
por el hecho de hablar. Y eso, el lenguaje, como dice Jacques Lacan,
habla y por hablar goza, y es por esa vertiente que denimos al síntoma
como aquello con lo que el sujeto goza-padece-sufre.
Para el que habla, el lenguaje es el campo donde desplegará la queja
respecto de los signicantes que lo amarran.
Ahora bien, lo que venimos constatando en la clínica es que el analista se
ve sometido a un plus de trabajo que, muchas veces, implica el hecho de
tener que construir al sujeto. Los nuevos síntomas son los que dan cuen-
ta de dicho plus.
MESA PLENARIA. PROBLEMÁTICAS CLÍNICAS CONTEMPORÁNEAS
HABLEMOS ENTONCES DE LAS VICISITUDES Y OBSTÁCULOS
El aplastamiento subjetivo que caracteriza nuestro tiempo, se maniesta
bajo diversas nominaciones que dan su marca a los síntomas contempo-
ráneos: Tomemos la tan frecuente consulta por el ataque de pánico.
Lo que denuncia el así llamado ataque de pánico, es que algo aquí y aho-
ra debe ser atendido con urgencia. Ya no hay tiempo.
Vivimos en la época donde la historia ya no es el recurso para ubicar
aquellas marcas que hoy retornan bajo la forma de angustia. Es una a-
historicidad la que en el pánico propio del ataque demanda su lugar.
El medicamento corre en su auxilio y de este modo toda implicancia sub-
jetiva es rechazada.
Algo se ha revuelto de tal modo que precipita al sujeto a la consulta
pero portando ya la respuesta frente a preguntas que ni siquiera se han
formulado.
Nuevas nominaciones han advenido desresponsabilizando al sujeto: de-
presivos, anoréxicos, bulímicos, agorafóbicos, panicosos, etcétera, son
nombres anestesiantes de una época en la que los límites de un goce
mortífero parecen haberse cancelado.
Narcóticos y drogas de diverso tipo para adormecer lo que no anda en el
sujeto y en pos de una satisfacción maníaca, no hacen más que recondu-
cir al malestar que se intenta eludir, pero habiendo transitado el camino,
muchas veces irreversible, de quedar pagando con el cuerpo propio.
Saturación de la imagen que alimenta un goce en soledad, autista, donde
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