vigencia de los conceptos psicoanalíticos - psicoanalisis freud 1

to en el dispositivo era muy importante para la pequeña paciente.
En una de las entrevistas, momento en el cual acompañaba su silencio y
no insistía mas para que me hablase, Ana se sienta a mí lado y empieza
a dibujar haciendo mucha presión en la hoja, pero de forma ordenada y
concentrada en su actividad. Al culminar la sesión, pude presenciar casualmente
un dialogo entre Ana Paula y su abuela, en el cual la niña hablaba
mucho, completamente distinto de lo que venía ocurriendo en el
desarrollo de las entrevistas. En estos momentos, me cuestionaba acerca
de qué error estaría cometiendo. En este sentido, las supervisiones
eran esenciales para darme la seguridad y seguir el tratamiento en la
misma dirección.
Comprendí que Ana ya sabía que en este espacio iba a tener que encontrarse
con el supuesto secreto de la muerte de su padre. Esto le daba
temor pero a la vez era de fundamental importancia hablarlo. Ella estaba
cercada por su familia a quien amaba y a la vez ellos la privaban de una
gran verdad. ¿Ahora era llevada a hablar con una “extraña” justamente de
esto? Hubiera sido raro que al principio la niña presentara otro comportamiento
que no fuera hostil.
Pude comprender el miedo que un niño siente al desconocido, así como
un adulto, y más todavía si llevamos en consideración la interrogación
que es propiciada en las primeras entrevistas de análisis, en general. En
el tratamiento de un niño, generalmente la demanda inicial viene, de
aquellos que desempeñan el rol parental o son derivados a través de la
escuela. Resulta que estos cuidadores, muchas veces, no tienen la costumbre
de explicarles claramente a los pequeños el real motivo por el
cual son llevados a un tratamiento. Simplemente dejan sobrentendido el
motivo de la consulta, generando en los niños más temor y oposición al
tratamiento.
Cuando llevábamos dos meses de entrevistas recibí a Ana en el hall de
espera y la niña reaccionó alejándose de mí. Tuve que convencerla, prometiendo
que habría muchos atractivos adentro de la sala y la niña muy
curiosa terminó accediendo pero seguía con expresiones de enojo que se
MESA DE TRABAJOS LIBRES. CLÍNICA DE NIÑOS
mantuvieron hasta la mitad de la sesión. Enseguida eligió sentarse y después
de observar todo lo que había disponible para ella me dirigió la primera
oración: “Me gusta hacer los trabajitos del jardín”, poniéndose a
dibujar. Se mantuvo por veinte minutos muy concentrada en su arte, para
el que utilizaba apenas una birome negra con mucha destreza en los movimientos.
Aparentaba a la vez miedo y tristeza, mientras llenaba una
tremenda mancha negra.
Llovía mucho y ella estaba muy asustada. Pintaba muy absorbida y emocionada
su dibujo. Hice distintas tentativas de interactuar y lo único que me
decía era que estaba dibujando una mariposa rosada. Percibí que la nena
estaba engripada y le molestaba la nariz, le ofrecí acompañarla al baño y
ella me miró casi llorando diciendo que quería irse con su abuela. Logré
acompañarla al baño y traerla de vuelta a la sala. Este fue nuestro primer
contacto físico, cuando la tuve que ayudar a acercarse a la pileta.
A partir de esto resultó que Ana empezó a contestar mis preguntas y también
a generar nuevas, quería saber el por qué de todo. Aunque no hubiese
mucha charla, percibí pequeños progresos. Ella se ponía a dibujar, con
más colores, en gran parte de la sesión y también empezó a jugar más.
Parecía menos angustiada por haber encontrado un espacio que le transmitía
conanza y seguridad.
Inesperadamente, pasadas algunas sesiones, al hacer el intento de acercarme
a Ana fui rechazada nuevamente. La misma escena de negarse a
entrar en el consultorio se repetía pero mas intensamente. Ella se agarraba
a la silla haciendo señales de no querer ingresar. Elisa le dijo entonces,
que entraría con la nieta para acompañarla y fue la única manera de
que la nena se tranquilizara pudiendo acceder a la sala. En el mismo momento
que entramos, la abuela nos dijo que pasaría al baño y se escapó,
de manera muy repentina sin mayores explicaciones, incluso para mí.
La reacción de Ana fue quedarse amarrada al marco de la puerta, imposibilitándome
cerrarla. Lloraba desconsoladamente, con una de las manos
totalmente adentro de la boca hasta los puños, ella presentaba un
gran dolor con gritos y muchas lágrimas. La nena estaba reviviendo en
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