SAN AGUSTÍN - 10

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vivir en medio de hombres malos, hace que los santos pasen al
octavo día, es decir, a la felicidad eterna. Una cosa es, en efecto,
el reposo en el Señor todavía en medio de estos tiempos,
lo que está simbolizado en el séptimo día o sábado, y otra el
trascender todos los tiempos y unirse por siempre al artífice
de los mismos, cosa simbolizada en el octavo día, que, al no
entrar en rotación con los demás, se convierte en apuntador
de la eternidad. En efecto, el circuito del tiempo se desenvuelve
en el retorno continuo de los ciclos de siete días. Pero los amigos
del mundo no están incluidos dentro del simbolismo de
estos días, pues no desean el reposo del sábado espiritual —en
el día séptimo—, desde el que su mente pueda alargarse a la
eternidad del día octavo; al contrario, entregados a sus celebraciones
pasajeras, tras haber abandonado al creador, se deslizan
hasta el culto de la creatura y se convierten en impíos.
Razón por la cual, el que canta: Para el octavo, después de
haber dicho: Tú, Señor, nos guardarás y nos protegerás por
siempre de esta generación, añadió inmediatamente: Los impíos
caminan en círculo, es decir, sometidos a razonamientos temporales,
ignorando el sabor de lo eterno.
5. También en estos días, que encierran cierto simbolismo,
el día octavo y el primero se identifican. En efecto, al domingo
se le llama también primero del sábado. Pero el primero
desaparece cuando llega el segundo. En cambio, aquel día, simbolizado
en este octavo y primero a la vez, es la eternidad
primera, cuyo abandono por el pecado original de los primeros
sanctos in octavum diem, hoc est beatitudinem sempiternam. Aliud est
enim, Ínter ipsa [486] adhuc témpora requiescere in domino, quod die
séptimo id est sabbato significatur; aliud autem, transcenderé omnia
témpora, et in artificem temporum sine ullo iam fine componi, quod
octavo significatur die, qui non volvendo cum ceteris, aeternitatis indicium
se habere declarat. Septem quippe istis continuis successionis repetitione
volventibus, omnium tempomm circuitus peragunmr. Amici autem
huius mundi nonsignificationibus horum dierum figuran tur: non enim
desiderant in séptimo réquiem sabbati spiritalis, unde possit etiam eorum
in octavam aeternitatem porrigi intentio; sed ipsis transitoriis celebrationibus
dediti, deserto creatore ad creaturam colendam labuntur, et impii
fiunt. Unde consequenter subiecit ille qui cantat pro octavo; et cum
dixisset: tu domine servabis nos et custodies nos a generatione hac in
aeternum, adiunxit statim: in circuitu impii ambulant (Ps 11,9); temporalibus
scilicet rationibus subditi, aeternum sapere nescientes.
5. Et in his quidem diebus, in quibus quaedam significatío figuratur,
idem invenitur octayus, qui primus est. Nam ipse dicitur prima (337)
sabbati dominicusdies; sed ipse primus secundo succedente decedit. In
illa revera, quam jste octavus primusque significat, et prima est aeternitas,
quam in origine primorum parentum peccando deserentes, in istam
mortalitatem devenimus; et ultimam quasi octavam, quam post resur-
Et misterio del número 8 631
padres nos condujo a esta mortalidad, y también la última —la
octava—, que recuperamos cuando haya sido ventida, después
de la resurrección, la muerte, el último enemigo, de forma que
este cuerpo corruptible se vista de incorrupción y este mortal
se revista de inmortalidad. Entonces el hijo regresa a casa y recibe
la estola primera, que se le devolverá como la última, y,
por así decir, la octava, después de la fatiga de un largo camino,
del pastoreo de puercos y de las restantes miserias de la vida
mortal, acabados ya los períodos de tiempo regulados por el
número 7. No sin motivo, pues, nuestro Señor mismo, que ya
no muere ni la muerte tiene poder sobre él, se dignó darnos
en el domingo, día primero y octavo al mismo tiempo, una
prueba de la resurrección corporal en su carne. A esa misma
exaltación debemos tender mediante la humildad. En efecto,
mostrando esta humildad a dos discípulos que buscaban y deseaban
sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda, les dijo:
¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?, para que comprendiesen
que el camino hacia las cumbres ha de comenzar en el
valle de lágrimas y que no pueden llegar a ser dignos de conquistar
la meta del cielo a no ser que antes acepten el oprobio
de la cruz.
6. Pues también el último versíllo del salmo undécimo,
que lleva en su cabecera como título: Para el octavo: Señor,
has multiplicado los hijos de los hombres según tu excelsitud,
se considera justamente referido al mismo Señor Jesucristo,
quien, hijo de Dios y del hombre al mismo tiempo, hace en sí
rectionem novissima inimica morte destructa repetimus, ut corruptibile
hoc induat incorruptionem, et mortale hoc induat immortalitatem; et
rediens filius recipiat stolam primam, quae illi post longinquae peregrinationis
laborem, pastionemque porcorum, et ceteras vitae mottalis
aerumnas, et septenarios circuios temporum, eadem novissima et tanquam
octava reddatur. Non ergo immerito etiam ipse dominus noster primo
eodemque octavo die dominico, demonstrare dignatus est in carne sua
etiam corporalis resutrectionis exemplum; qui non iam moritur, et mors
ei ultra non dominabitur. Ad quam eius exaltationem per humilitatem
tendere debemus. Nam eam ptoponens discipulis duobus quaerentibus,
et sedere uno ad suam dexteram, et altero ad sinistram desiderantibus,
dixit: potestis bibere calicem, quem ego bibiturus sum? (Mt 20,22) ut
intellegerent, ad celsitudinem viam a convalle plorationis ordiendam;
nec se dignos effici ad capiendum caeli fastigium, nisi prius non dedignarentur
crucis opprobrium.
6. Nam et ipse ultimus versus undecimi [487] psalmi, cuius pro
octavo titulus praeeminet, domine secundum altitudinem tuam multiplicasti
filios^ hominum (Ps 11,9), eidem domino Iesu Christo dictus convenienter
accipitur, qui in se, Filio dei et filio hominis, filios dei facíens filios
hominum, eos in hac térra paucos prae abundantia peccatorum, et tan-