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694 Sermón 265 A<br />
tingue por las formas corporales, ni se encierra en un lugar, ni<br />
sufre estrecheces, ni tiene límite alguno. Dios es grande no<br />
por su volumen, sino por su poder. Cesen, pues, y descansen las<br />
indignas fantasías del pensamiento que oprimen con sus imaginaciones<br />
las mentes de los fieles; desaparezca por completo<br />
también el habitual modo carnal de pensar: cuando reflexionemos<br />
acerca de Dios, no ha de presentarse a nuestros ojos figura<br />
alguna carnal.<br />
4. Pero vuelven a la carga diciendo que en el tiempo, es<br />
decir, en edad, el Padre es mayor; afirman, en efecto, que en<br />
ningún modo es posible que el que engendra y el engendrado<br />
sean coetáneos. Es necesario, dicen, que exista con anterioridad<br />
el que engendra, del cual pueda en su momento venir a la<br />
existencia el que nace. ¿De dónde proceden estos pensamientos<br />
sino de la carne? Esto lo han aprendido de lo que es habitual<br />
en la generación humana; no se dan cuenta de que, entre los<br />
hombres, donde hay un hijo más débil por la edad, allí hay<br />
también un padre más gastado por la vejez, y que, efectivamente,<br />
al crecimiento y fortalecimiento del hijo, menor en edad,<br />
corresponde el envejecimiento y decaimiento del padre. Por<br />
tanto, en la medida en que pretenden que el Padre es más antiguo,<br />
en esa misma medida han de confesar que el Hijo es<br />
más fuerte. Si el pensar esto acerca de Dios es absurdo, cesen<br />
de una vez de confiar los secretos divinos a los sentidos humanos.<br />
5. Pero es poco el convencerlos de esta manera si no podemos<br />
mostrarles un ejemplo de la creación visible donde el<br />
distinguitur, nec locis concluditur, nec coartatur angustiis, nec ullis limitibus<br />
terminatur: non enim mole, sed virtute magnus est deus. Cessent<br />
ergo et conquiescant cogitationum indigna phantasmata, quae fidelium<br />
ingravídant suis imaginationibus mentes; famfiiaritas queque carnis omnino<br />
discedat; quando de deo cogitamus, nulla oculis nostris species carnis<br />
occurrat.<br />
4. Sed rursus dicutit tempore, id est, aetate Patrem esse maiorem;<br />
asserunt enim, nullo modo fieri posse, ut Ule qui gignit et Ule qui nascitur<br />
sit coaevus. Necesse enim dicunt, ut ptius existat ille qui generat, de quo<br />
possit rursum existere ille qui nascitur. Et hoc unde, nisi de cogitationibus<br />
carnis? Hoc enim de humanae generationis consuetudine didicerunt;<br />
nec considerant quia Ínter homines, ubi est filius aetate debilior, ibi est<br />
et pater senectute defectior: et utique filius, qui minor est natu, quicquid<br />
crescit et corroboratur, pater senescit et déficit. Si ergo usquequaque<br />
contendunt Patrem esse antiquiorem, confiteantur necesse est Filium<br />
fortiorem. Quod certe si absurdum est de deo sentiré, desinant tándem<br />
humano sensui divina commendare secreta.<br />
5. Sed parum est, eos sic convincere, nisi aliquid demonstrare potuerimus<br />
in creatura visibili, ubi generatori suo ille qui nascitur sit (394)<br />
La ascensión del Señor 695<br />
que nace sea coetáneo con quien lo engendra. Para expulsar<br />
las tinieblas de este error presentemos la comparación de una<br />
candela que expande la trémula llama alimentada por la mecha<br />
que arde. Ciertamente es el fuego el que arde; la sustancia es<br />
fuego, mas lo que se ve es un resplandor-, mas no se origina<br />
el fuego del resplandor, sino el resplandor del fuego. Pero, con<br />
todo, nunca existió el fuego sin su resplandor, aunque el resplandor<br />
se origine del fuego: desde el primer momento en que<br />
aquel pequeñito fuego comenzó a existir, se levantó ya con su<br />
resplandor, ciertamente coetáneo. Así, pues, el resplandor es<br />
contemporáneo con el fuego del que nace, y, si el fuego fuese<br />
eterno, el resplandor sería también, con toda certeza, eterno '.<br />
6. Mas lejos de nosotros el dar siquiera la impresión de<br />
haber hecho una injuria a nuestro Señor mediante esta vilísima<br />
comparación. Debemos mostrar esto con el evangelio, donde<br />
el mismo Hijo se muestra ya en la forma en la que dijo ser<br />
inferior al Padre: haciéndose obediente hasta la muerte, en la<br />
que manifestó ya ser igual a quien lo engendró: Yo y el Padre<br />
somos una sola cosa. Ellos nos objetan: «Ved que el mismo<br />
Hijo dijo: El Padre es mayor que yo», sin entender que él dijo<br />
esto cuando existía en la carne, en la que no sólo era menor<br />
que el Padre, sino que también, según indica el salmo divino,<br />
fue hecho algo menor que los ángeles. Si esto es lo único que<br />
quieren escuchar con agrado, ¿por qué no consideran lo que<br />
también él dijo en otra ocasión: Yo y el Padre somos una sola<br />
coaevus. Ad has ergo erroris tenebras depellendas unam lucernam ad<br />
comparationem proferamus, quae ardentis lini fomite tremulum lumen<br />
effundit. Ardet utique ignis: ignis in substantia, splendor est in specie;<br />
nec tamen de splendore ignis, sed de igne nascitur splendor; et tamen<br />
sine splendore suo ignis numquam fuit, quamvis splendor de igne nascatur;<br />
sed ex quo ptimum ille parvus ignis initium cepit, cum suo utique<br />
coaevo splendore surrexit. Splendor ergo igni de quo nascitur est coaevus,<br />
et esset utique splendor coaeternus, si esset ignis aeternus.<br />
[530] 6. Sed absit ut per hanc vilissimam comparationem domino<br />
nostro Iesu Christo fecisse videamur iniuriam. Debemus ergo ostendere<br />
in evangelio, ubi ipse Filius vel in qua forma inferiorem se esse dixerit<br />
Patre, factus oboediens usque ad mortem (Phil 2,8), vel ubi aequalem se<br />
ostenderit genitori: Ego et Pater unum sumus (lo <strong>10</strong>,30). Dicunt enim<br />
nobis ipsi e contra: Ecce ipse Filius dixit, Pater maior me est; nec intellegunt<br />
eum in carne positum ista dixisse, quando non solum a deo Patre,<br />
sed, sicut divinus psalmus loquitur, minoratus est etiam paulo minus ab<br />
angelis (Ps 8,6). Si hoc solum libenter audire volunt, cur non adtendunt,<br />
quod ipse iterum dixit, Ego et Pater unum sumus? Deinde considerent<br />
1 Nos encontramos ante imágenes tradicionales de la lucha antiarriana. Véase <strong>SAN</strong><br />
ATANASIO, Discursos contra los arríanos I 16; II 31, aunque parte ya de Orígenes y se<br />
repite constantemente en toda la literatura inspirada por la escuela de Alejandría. Véase<br />
también la nota 4 al sermón 244.