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792 Notas complementarias<br />
(cta.48,1-2; <strong>10</strong>,2; La ciudad de Dios XIX 19), en otros textos considera<br />
al otium como vina subespecie del negotium o actividad (Comentarios...<br />
1<strong>10</strong>,1; 147,3; serm.221 A).<br />
Cuando se contrapone a otium, el negotium se refiere, a nivel profano,<br />
al introducirse en la administración pública o dedicarse a otras actividades<br />
mundanas, particularmente las lucrativas, y, a nivel eclesial, al<br />
asumir responsabilidades en el ministerio pastoral (cta.<strong>10</strong>,2; ha ciudad<br />
de Dios XIX 19). En la cta.48, Agustín contrapone su actividad negociosa<br />
de pastor a la otiosa de los monjes, cuyas «actividades» enumera<br />
en el número 3 de la misma, mostrando que ese otium nunca ha de<br />
entenderse como un no hacer nada. El otium no es inacción, sino búsqueda<br />
o hallazgo de la verdad (La ciudad de Dios XIX 19); es la ocupación<br />
en los estudios que conducen al bien y, en definitiva, a Dios (Tratados<br />
sobre el evangelio de San Juan 57,5), que se convierte en contemplación<br />
de Dios (La ciudad de Dios XIX 19). Así, pues, puede hablar de otiosum<br />
negotium o «actividad ociosa».<br />
La vida eterna será el lugar de otium perfecto. Lo cual no obsta para<br />
que Agustín pregunte por cuál será allí nuestra actividad, para responder:<br />
«El alabar a Dios: amarle y alabarle; alabarlo con amor y amarlo con<br />
alabanza» (Comentarios a los salmos 147,3; también serm.211 A). Será<br />
un otium lleno de sola dulzura, sin molestia ni fatiga alguna (ibid.).<br />
Todo ello sintetizado en el Aleluya, el negotium otiosorum, la actividad<br />
de los «ociosos» (Comentarios... 1<strong>10</strong>,1).<br />
Obviamente, en toda esta concepción pesa la tradición filosófica anterior,<br />
que a Agustín llega fundamentalmente por Cicerón, pero no sólo<br />
a través de él (véase G. FOLLIET, Deifican in otio: Recherches Augustiniennes<br />
2,225-236). Pero él ha sabido acomodarlo a lo específico cristiano.<br />
[14] La entrega del símbolo y del padrenuestro.—Un momento de<br />
especial importancia en el camino de preparación para el bautismo en la<br />
vigilia pascual lo constituía la traditio symboli y la traditio orationis, es<br />
decir, la entrega del símbolo de la fe y de la oración del padrenuestro<br />
para que los candidatos a la recepción del sacramento, los competentes,<br />
los aprendieran. A este primer rito seguía un segundo, el de la redditio<br />
symboli y la redditio orationis, es decir, la recitación, de memoria y ante<br />
la comunidad cristiana, de ambos textos. Eran los momentos que el<br />
obispo aprovechaba para hacer una catequesis sobre ellos. De estas catcquesis<br />
sobre el símbolo conservamos los sermones 212, 213, 214, 215, 216;<br />
sobre el padrenuestro, los sermones 56, 57, 58 y 59.<br />
Sobre el calendario preciso de los acontecimientos no opinan lo mismo<br />
todos los autores. P. Verbraken (Les sermons CCXV et LVI de sainl<br />
Augustin: Revue Bénédictine 68 [1958] 5-40) propone el siguiente orden:<br />
la traditio symboli tenía lugar el sábado de la cuarta semana de cuaresma<br />
(tercera antes de Pascua), y el sábado siguiente la primera redditio, junto<br />
con la traditio orationis; el sábado antes del domingo de Ramos tenía<br />
lugar una segunda redditio symboli, y en la noche de Pascua, la tercera<br />
y solemne. S. Póque, en cambio, propone el siguiente calendario, que nos<br />
parece más acertado: quince días antes de Pascua tenía lugar la traditio<br />
symboli; ocho días antes, la primera redditio symboli y la traditio orationis;<br />
en la vigilia pascual, la solemne redditio symboli (Sermons pour la<br />
Vaque; SC 116 [París 1966] p.59ss).<br />
El orden en que se sucedían ambas entregas no era casual, sino que<br />
se basaba en razones teológicas, que Agustín se preocupaba de exponer<br />
en los sermones a sus oyentes. En la base estaba un texto de la carta<br />
a los Romanos (<strong>10</strong>,13-15): ¿Cómo van a invocar a aquel en quien no han<br />
Notas complementarias 793<br />
creído? «No recibisteis, dice Agustín, primero la oración y luego el símbolo,<br />
sino antes el símbolo, para que sepáis en quién habéis de creer,<br />
y luego la oración, para que sepáis a quién invocar» (serm.56,1; también<br />
57,1; 58,1; 59,1).<br />
Los bautizandos, como ya se ha indicado, tenían que aprender uno<br />
y otro texto de memoria. Agustín hacía más hincapié en el símbolo,<br />
porque ofrecía mayor dificultad, en cuanto que era más largo, y luego<br />
porque, mientras la oración la escucharían a diario en la celebración<br />
eucarística, el símbolo no (serm.58,12-13). Por ello les invita a repetirlo<br />
constantemente, incluso al acostarse y levantarse, para que no se les<br />
olvide (serm.58,13; 215,1). Tenían que aprenderlo de sólo oírlo recitar,<br />
pues se le impedía escribirlo. Esta medida no se había tomado por<br />
capricho ni por razones prácticas; era una forma de simbolizar lo escrito<br />
por el profeta Jeremías (31,33): Esta es mi alianza que estableceré con<br />
ellos después de estos días, dice el Señor. Otorgaré mi ley a su mente<br />
y la escribiré en sus corazones. «Para significar eso, afirma Agustín, se<br />
aprende el símbolo a fuerza de oírlo. No se lo escribe ni en tablillas ni<br />
en ningún otro material, sino sólo en el corazón» (serm.212,2; 214,1).<br />
[15] La materia informe.—La comprensión de la creación que expone<br />
San Agustín en el sermón 214 la encontramos más ampliamente<br />
desarrollada en otros textos. Por su importancia destacamos Confesiones<br />
XII-XIII y Comentario literal del Génesis I.<br />
Cuando el Santo comenta el relato bíblico de la creación, distingue<br />
dos momentos, que corresponden a Gen 1,1-2 y l,3ss en relación con dos<br />
presencias de la Palabra. En el primero de ellos se evidencia en el<br />
término «Principio», que Agustín, siguiendo a Jn 8,25, refiere a la Palabra;<br />
en el segundo, en la expresión Dijo Dios, que descubre la Palabra<br />
del Padre. En consecuencia, Agustín habla de dos momentos sucesivos<br />
de la creación, con sucesión lógica más que cronológica (serm.214,<br />
2). Refiriéndose al primero, el Santo habla de creación simultánea; con<br />
referencia al segundo, de un proceso per ordinem. El primer momento<br />
da como resultado la materia informe; el segundo, las cosas, los seres<br />
formados.<br />
La materia informe. Es el primer estadio de la creación. Agustín lo<br />
halla descrito en aquellas palabras de Gen 1,2: La tierra era invisible<br />
e imperfecta y las tinieblas reposaban sobre la faz del abismo. A la<br />
descripción de esta materia informe dedica los primeros capítulos del<br />
libro XII de las Confesiones. Si está bajo las tinieblas es porque carece<br />
de luz; luego carece de forma, luego es informe; era, pues, «una cierta<br />
informidad sin forma alguna», mas no por eso era absolutamente nada<br />
(XII 3,3). Si se dice que era «tierra», se debe a que de alguna manera<br />
hay que expresarlo y porque la tierra es precisamente el último grado en<br />
el escalafón de los seres con forma (species) (ibid., 4,4). Esa materia informe<br />
es algo que se queda a mitad de camino entre la forma y la nada;<br />
no es ni algo formado ni la nada pura, sino algo a lo que se puede denominar<br />
la «casi nada». Si pudiera hablarse de «nada algo» y «es no es»,<br />
él la llamaría así. Era ya un algo, en cuanto capaz de recibir las formas<br />
visibles y compuestas (XII 6,6; 8,8). Refiriéndose a ella, dice que Dios<br />
hizo de la nada la casi nada, de la que, a su vez, haría todo lo que<br />
contemplamos y admiramos los hombres. De ella, pues, procede todo lo<br />
que vemos con sus formas propias.<br />
Los seres formados. Es el segundo estadio de la creación. Lo efectúa<br />
la Palabra en cuanto Palabra, no en cuanto Principio, como en el anterior.<br />
En efecto, de no existir esa segunda acción de la Palabra sobre las<br />
criaturas tanto espirituales como corporales, permanecerían en la déseme-