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SAN AGUSTÍN - 10

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790 Notas complementarias<br />

del año se solía ayunar los miércoles, en recuerdo del día en que los<br />

judíos tomaron la decisión de dar muerte a Jesús, y los viernes, en recuerdo<br />

de su muerte (cta.36,13,30). En cuanto al sábado había diversas<br />

costumbres: mientras unos ayunaban conmemorando la humillación del<br />

Señor, que yació el sábado en el sepulcro, otros no, asociando su reposo<br />

en el sepulcro al reposo de Dios en la creación en el séptimo día (cta.36,<br />

13,31). Además de estos días, Agustín intentó convertir en día de penitencia<br />

y, por tanto de ayuno, la fecha de año nuevo, para compensar así<br />

la vida licenciosa de los paganos (véase la n.3 al serm.198).<br />

A la hora de justificar el ayuno, Agustín recurrirá al ejemplo de<br />

Moisés, Elias y Jesús (serm.205,1; 2<strong>10</strong>,9; Tratados sobre el evangelio de<br />

San Juan 17,4; Comentarios a los salmos 1<strong>10</strong>,1), que ayunaron cuarenta<br />

días, simbolizando que en esta vida hay que abstenerse de todos los<br />

deleites mundanos (véase la nota complementaria <strong>10</strong>: El simbolismo del<br />

número 40 p.788). Mediante él se levanta el cristiano su propia cruz, sobre<br />

la que ha de crucificar al hombre viejo, y de la que hay que pender para<br />

no hundir los pies en el fango de la tierra (serm.205,1). A imitación de<br />

Jesús, se ayuna también para combatir las tentaciones (serm.2<strong>10</strong>,3).<br />

EÍ ayuno consistía en una sola comida al día a la hora de nona, es<br />

decir, hacia las tres de la tarde (cta.54,6,9), eliminando la del mediodía.<br />

Con el ayuno iba unida la abstinencia de carnes y vino y la renuncia<br />

a la asistencia a los baños públicos. Agustín asocia además con el ayuno<br />

la abstinencia sexual en todos los sermones de cuaresma (serm.205,2;<br />

206,3; 207,2; 208,1; 209,3; 2<strong>10</strong>,4).<br />

Las razones para ayunar que tenían los cristianos eran muy distintas<br />

de las que podía tener un maniqueo, p.ej. Agustín insiste en que la<br />

privación de algunos alimentos no significa en modo alguno que esos<br />

alimentos sean malos. Al mismo tiempo recuerda constantemente a sus<br />

oyentes que el ayuno no consiste en la pura materialidad de abstenerse<br />

de ciertos alimentos (serm.207,2); ataca con finura e ironía a quienes, en<br />

su afán de alejarse de la carne esos días, se alejan hasta de las ollas en<br />

que se cuece (serm.209,3; 2<strong>10</strong>,<strong>10</strong>), y a quienes se privan, sí, de la carne<br />

y el vino, mas para buscarse otras viandas y licores más exquisitos, o<br />

hasta ayunan para luego comer con mayor apetito; de esa forma, las observancias<br />

cuaresmales, en vez de ser un freno para las antiguas pasiones,<br />

sirven de ocasión para nuevos deleites (serm.207,2); no se abraza la<br />

abstinencia, sino que se cambia del objeto de placer (serm.209,3; 2<strong>10</strong>,11);<br />

los hombres se hacen deliciosi en vez de religiosi (serm.2<strong>10</strong>,11).<br />

Agustín no era ningún fanático del ayuno; sabe hacer concesiones<br />

con quienes encontrarían dificultad en ayunar por cualquier motivo, pero<br />

les advierte que pueden cambiar el ayuno por la limosna, pues ésa es<br />

una de las razones del ayuno: socorrer a los necesitados con aquello de<br />

lo que nosotros nos privamos. Y el que tampoco pueda dar limosna de<br />

dinero por ser pobre, puede y debe dar la limosna del corazón: el perdón.<br />

El ayuno y la limosna son las dos alas de la oración para que pueda<br />

llegar a Dios (serm.206,3; 207,3). Como hay doble limosna, la que se<br />

hace con dinero y la del corazón, es decir, el perdón, así hay también<br />

un doble ayuno: el corporal y el espiritual, el más importante sin duda,<br />

que consiste en abstenerse de porfías y discordias (serm.205,3), en abstenerse<br />

siempre del odio y alimentarse siempre del amor (serm.207,3).<br />

[12] Los Padres y la usura.—Los escritos contra la usura o préstamo<br />

a interés son abundantes en la literatura patrística anterior a Agustín.<br />

Con mayor o menor amplitud, han escrito sobre ella: Clemente de<br />

Alejandría (El pedagogo 1,<strong>10</strong>; Tapices 2,19), San Atanasio (Exposición<br />

del salmo 14,2-5), San Basilio (Homilía sobre el salmo 14; cta.188), San<br />

Notas complementarias 791<br />

Gregorio Niseno (Homilía IV sobre el Eclesiastés; Contra los usureros),<br />

San Gregorio Nacianceno (Discurso 16,18) y San Juan Crisóstomo (Homilía<br />

14 sobre el Génesis; Homilías 56 y 61 sobre Mateo), en lengua<br />

griega. En lengua latina: Tertuliano (Contra Marción 4,17), San Cipriano<br />

(Libro de los testimonios a Quirino III 48), Commodiano (Instrucciones<br />

65), Lactancio (Instituciones divinas 6,18; Epítome 64), San Hilario<br />

(Comentario al salmo 14,15), San Ambrosio (Tobías; cta.19) y San Jerónimo<br />

(Comentario a Ezequiel 6,18).<br />

Común a todos ellos, sin excepción alguna, es la condenación de las<br />

prácticas usureras. Las razones aducidas son las siguientes: a) Se oponen<br />

a la Escritura, en particular al Antiguo Testamento, cuya legislación al<br />

respecto consideran que continúa teniendo valor. Así lo encontramos en<br />

Clemente de Alejandría (Ez 18,8), Tertuliano (Ez 18,8), San Cipriano<br />

(Ez 18,8; Dt 23,20 y Sal 15,5), San Basilio (Ez 22,12; Dt 23,19;<br />

Jer 9,6; Sal 54,12 y Mt 5,42), San Ambrosio (Ez 22,24; Dt 23,20; Lev<br />

25,33; Sal 15,5; Ez 18,8; Neh 5,11), San Juan Crisóstomo (Dt 23,20-21)<br />

y Jerónimo (Sal 15,5; Dt 15,6; Ez 18,6 y Le 6,35). b) Es incompatible<br />

con el amor cristiano. Esta forma de argumentar, es decir, de considerar<br />

la usura en conexión con los efectos en el pobre, es más frecuente aún<br />

que lo anterior. Cobrar intereses significa vivir a costa de la necesidad<br />

de los pobres (Lactancio); habiendo sido creado el dinero para aliviar la<br />

pobreza y no para acrecentarla, la práctica de la usura, en lugar de ayudar<br />

al pobre, aumenta su necesidad (Hilario, Capadocios, Ambrosio, Juan<br />

Crisóstomo); acarrea males y es vergonzoso tanto para el que presta<br />

a interés como para quien recibe el préstamo (Gregorio Niseno y Juan<br />

Crisóstomo). Los ricos se vuelven inhumanos (Basilio, Ambrosio), c) Sólo<br />

las cosas animadas producen fruto; en consecuencia, la usura como fruto<br />

del dinero es antinatural (Basilio, Gregorio Niseno, Ambrosio, tomando<br />

una idea de Aristóteles).<br />

Para comprender la fuerza de la condenación patrística de la usura<br />

hay que tener en cuenta que era una práctica permitida por la ley civil<br />

y que además se condenaba incluso cuando se prestaba no ya a pobres,<br />

sino a gente pudiente. Igualmente se condenaba no sólo el interés cobrado<br />

en dinero, sino cualquier tipo y bajo cualquier forma que se pretendiese<br />

recibir algo más de lo prestado (Basilio, Ambrosio).<br />

Agustín no es menos radical; su postura se encuadra perfectamente<br />

en toda esta tradición. Habla especialmente contra la usura en Comentarios<br />

a los salmos 36,111,6; 128,6; cta.154,25; El bautismo contra<br />

los donatistas IV 9 y los serm. 38,8 y 86,5. Su argumento descansa en<br />

la identificación del pobre con Cristo; pedir intereses significa robar<br />

a Cristo (ya San Ambrosio). A pesar de estar permitido por la ley, el<br />

usurero se distingue poco de un ladrón, como ya lo habían proclamado<br />

antes San Gregorio Niseno, San Juan Crisóstomo y San Ambrosio. Si la<br />

prohibición es general, con mayor razón lo es para los clérigos (Comentarios...<br />

128,6). Su gravedad es tal que excluye del reino de los cielos<br />

(El bautismo contra los donatistas IV 9, apoyándose en Sal 15,5 y en<br />

la obrita Los apóstatas 6, de San Cipriano). Véase R. P. MALONEY, The<br />

teaching of the Fathers on Usury: An historical Study on the Development<br />

of christian Think: Vigiliae Christianae 27 (1973) 241-265.<br />

[13] Significado de «otium».—El término latino otium tiene en su<br />

uso, por parte de Agustín, algunos matices que es útil resaltar. Si bien<br />

en algún texto lo refiere a la inactividad (La ciudad de Dios III 9:<br />

inactividad bélica), la concepción del Santo toma otras direcciones: el<br />

otium, el ocio, no es para él, normalmente, falta de actividad, sino actividad<br />

específica. En efecto, si a veces contrapone el otium al negotium

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