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SAN AGUSTÍN - 10

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698 Sermón 265 B<br />

Señor cosa distinta al contenido de la verdad. Efectivamente,<br />

una vez resucitado, subió al cielo en el mismo cuerpo en el que<br />

muerto visitó los infiernos. Colocó en el cielo la morada de su<br />

carne ya inmortal, que él mismo se había construido en el<br />

seno de la virgen madre.<br />

2. A algunos les extraña lo que dice el Señor en el evangelio:<br />

Nadie ha subido al cielo sino el que ha bajado del cielo:<br />

el hijo del hombre que está en el cielo. ¿Cómo, dicen, descendió<br />

del cielo el hijo del hombre, si fue asumido aquí en el seno<br />

de la virgen? Quienes así hablan no han de ser despreciados,<br />

sino enseñados; pienso, en efecto, que ellos buscan piadosamente,<br />

pero aún no pueden comprender lo que buscan. Ignoran<br />

que la divinidad misma tomó aquella humanidad, de forma<br />

que Dios y el hombre constituían una sola persona y que aquella<br />

humanidad de tal forma se unió a la divinidad, que el único<br />

Cristo era Palabra, alma y carne. Y por eso se dijo: Nadie ha<br />

subido al cielo sino quien ha bajado del cielo: el hijo del hombre<br />

que está en el cielo.<br />

3. Una y otra sustancia se comunican los nombres que son<br />

de su propiedad: la divina a la humana y la humana a la divina,<br />

de modo que al Hijo de Dios se le llama hombre, y al hijo del<br />

hombre Dios, siendo en ambos casos el mismo e idéntico Cristo<br />

1 . En efecto, nuestro Señor Jesucristo se dignó tomar al<br />

domino sentientibus et docentibus contradici. In eo namque corpore in<br />

caelum resurgens ascendit, in quo corpore mortuus inferos visitavit. Ipsum<br />

quippe habitaculum iam immortalis carnis suae in cáelo collocavit, quod<br />

sibi ipse in matris virginis útero fabricavit.<br />

2. Mirum sane quibusdam videtur, quod dominus in evangelio ait,<br />

nemo ascendit in caelum, nisi qui descendit de cáelo, Filius (414) hominis<br />

qui est in cáelo (lo 3,13). Quemadmodum dicitur filius hominis, inquiunt,<br />

descendisse de cáelo, cum hic assumptus sit in virginis útero? Haec qui<br />

dicunt, spernendi non sunt, sed docendi sunt: arbitror enim eos pie<br />

quaerere, sed necdum quod quaerunt posse intellegere. Ignorant enim<br />

quia ipsa divinitas ita illam humanitatem sucepit, ut una persona fieret<br />

deus et homo; et illa humanitas illi divinitati ita cohaesit, ut unus<br />

Christus esset Verbum anima et caro. Et propterea dictum est: nemo<br />

ascendit in caelum, nisi qui de cáelo descendit, Filius hominis qui est in<br />

cáelo.<br />

3. Utraque enim substantia sua sibi proprietatis nomina impertit, et<br />

divina humanae, et humana divinae; ut et Filius dei dicatur homo, et<br />

filius hominis dicatur deus, utrumque tamen idem ipse Christus. Ita enim<br />

ipse dominus noster Iesus Christus [532] dignatus est hominem suscipere,<br />

1 Formulación clara de lo que en el lenguaje teológico se denomina «la comunicación<br />

de idiomas», es decir, aquella realidad por la que en virtud de la única persona<br />

del Verbo existente en Jesucristo, las propiedades de la naturaleza divina se pueden afirmar<br />

de la humana y al revés.<br />

La ascensión del Señor 699<br />

hombre de manera que no desdeñó el llamarse hijo del hombre,<br />

como leemos en muchos textos evangélicos. El mismo dice al<br />

bienaventurado Pedro: ¿Quién dicen los hombres que es el hijo<br />

del hombre? Pedro, inspirándoselo el mismo Cristo, la piedra,<br />

le respondió: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. He aquí<br />

presente aquel citarista simbolizado en David; ahora se manifestó,<br />

pues tocó los corazones de los suyos y produjo el sonido<br />

deseado y conocido por todos. Y en su pasión, llenando de<br />

terror a los judíos, dijo respecto a su última venida: Un día<br />

veréis al hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo. Y en<br />

otro lugar: Veréis a los ángeles subir y bajar hasta el hijo del<br />

hombre. Al decir subir manifestó estar en el cielo; al decir<br />

bajar mostró que tampoco faltaría nunca de la tierra, como lo<br />

prometió también a sus discípulos al subir al cielo con estas<br />

palabras: He aquí que yo estoy con vosotros todos los días<br />

hasta el fin del mundo.<br />

4. Tanto amó Dios al género humano que entregó a su hijo<br />

unigénito por la vida del mundo. Si el Padre no nos hubiese<br />

entregado la vida, no tendríamos vida. Si la vida no hubiese<br />

muerto, no se hubiese dado muerte a la muerte. El mismo<br />

Cristo el Señor es la vida de la que dice el evangelista Juan:<br />

Este es el Dios verdadero y la vida eterna. El mismo dice a la<br />

muerte por boca del profeta, amenazándola con la muerte:<br />

¡Oh muerte!, yo seré tu muerte; seré mordedura para ti, ¡oh<br />

infierno! Como si dijera: «Muriendo, yo te daré muerte, te<br />

destruiré, te privaré de todo poder y daré libertad a los que<br />

ut se filium hominis non dedignaretur dicere, sicut multis locis in evangelio<br />

legimus. Nam beato Petro ipse ait: quem dicunt esse homines Filium<br />

hominis? (Mt 16,13) Cui Petrus ipso Christo petra inspirante respondit:<br />

tu es Christus Filius dei vivi (Mt 16,16). Ecce adest ille citharista, quem<br />

David significavit: modo apparuit, quia corda suorum tetigit, et quem<br />

voluit sonum qui ómnibus notus esset elicuit. Et de ultimo advento suo<br />

terrens Iudaeos in passione sua: amodo videhitis, inquit, Filium hominis<br />

venientem in nuhihus caeli (Mt 26,64). Et alio loco: videhitis angelos<br />

ascendentes et descendentes ad Filium hominis (lo 1,51). Cum ait ascendentes<br />

in cáelo se esse ostendit; cum ait descendentes, etiam in térra se<br />

numquam defuturum esse monstravit, sicut etiam disci^Ujpulis ascensurus<br />

in caelum promisit, dicens: ecce ego vohiscum sum ómnibus diebus<br />

usque ad consummationem saeculi (Mt 28,20).<br />

4. Sic autem deus dilexit humanum genus, ut Filium suum unigenitum<br />

daret pro saeculi vita (cf. lo 3,16). Nisi enim traderet Pater vitam,<br />

nos non haberemus vitam; et nisi ipsa vita moreretur, mors non occideretur.<br />

Ipse quippe dominus Christus est vita, de quo Iohannes evangelista<br />

ait: hic est verus deus, et vita aeterna (1 lo 5,20). Ipse namque<br />

etiam per prophetam morti mortem comminatus ait: ero mors tua, o mors;<br />

ero morsus tuus, inferné (Os 13,14). Quasi diceret: Ego te moriendo occidam,<br />

ego te consumam, ego tibi omnem potestatem auferam, ego capti-

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