17.10.2013 Views

Gustave Flaubert Madame Bovary

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Y cambiando de maniobra ante aquella situación inesperada que se le<br />

presentaba, el joven comenzó a hacer el elogio de Lagardy en el trozo final. Era<br />

algo soberbio, ¡sublime! Entonces Carlos insistió:<br />

—Volverás el domingo. ¡Vamos, decídete! Haces mal en no venir si sientes<br />

que te hace bien, por poco que sea.<br />

Entretanto, las mesas a su alrededor se iban despoblando; vino un<br />

camarero a apostarse discretamente cerca de ellos; Carlos, que comprendió,<br />

sacó su cartera; el pasante le retuvo el brazo, a incluso no se olvidó de dejar,<br />

además, de propina dos monedas de plata, que hizo sonar contra el mármol.<br />

—Verdaderamente —murmuró <strong>Bovary</strong>—, no me gusta que usted haya<br />

pagado.<br />

El otro tuvo un gesto desdeñoso lleno de cordialidad, y tomando su<br />

sombrero:<br />

—Queda convenido, ¿verdad?, ¿mañana, a las seis?<br />

Carlos dijo de nuevo que no podía ausentarse por más tiempo; pero que<br />

nada impedía que Emma…<br />

—Es que… —balbuceó ella con una sonrisa especial, no sé si…<br />

—¡Bueno!, ya lo pensarás, ya veremos, consulta con la almohada.<br />

Después, a León, que les acompañaba:<br />

—Ahora que está usted en nuestras tierras, espero que venga de vez en<br />

cuando a comer con nosotros.<br />

El pasante dijo que iría, puesto que además necesitaba ir a Yonville para<br />

un asunto de su despacho. Y se separaron delante del pasaje Saint Herbland en<br />

el momento en que daban las once y media en la catedral.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!