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Venía a ofrecer sus servicios teniendo en cuenta la fatal circunstancia.<br />
Emma respondió que creía no necesitarlos. El comerciante no se dio por<br />
vencido.<br />
—Mil disculpas —dijo—; desearía tener una conversación particular,<br />
privada.<br />
Después en voz baja:<br />
—Es con relación a aquel asunto…, ¿sabe?<br />
Carlos enrojeció hasta las orejas.<br />
—¡Ah!, sí…, efectivamente.<br />
Y en su confusión, volviéndose a su mujer.<br />
—¿No podrías…, querida?<br />
Ella pareció comprenderle, pues se levantó, y Carlos dijo a su madre:<br />
—¡No es nada! Alguna menudencia doméstica.<br />
No quería de ninguna manera que su madre conociese la historia del<br />
pagaré, pues temía sus observaciones.<br />
Cuando estuvieron solos, el señor Lheureux empezó a felicitar, con<br />
palabras bastante claras, a Emma por la herencia, después a hablar de cosas<br />
indiferentes, de los árboles en espaldera, de la cosecha y de su propia salud, que<br />
seguía así así. En efecto, trabajaba como un condenado, aunque no ganaba más<br />
que para ir viviendo, a pesar de lo que decía la gente.<br />
Emma le dejaba hablar. ¡Le aburría tanto desde hacía dos días!<br />
—¿Y ya está totalmente restablecida? —continuaba—. Mi palabra, que he<br />
visto a su pobre marido muy preocupado. Es un buen chico, aunque los dos<br />
hayamos tenido nuestras diferencias.<br />
Ella preguntó cuáles, pues Carlos le había ocultado la disputa a propósito<br />
de las mercancías suministradas.<br />
—¡Pero usted lo sabe bien! —dijo Lheureux—. Era por aquellos caprichos<br />
de usted, los artículos de viaje.<br />
Se había echado el sombrero sobre los ojos, y con las dos manos detrás de<br />
la espalda, sonriendo y silbando ligeramente, la miraba de frente, de una<br />
manera insoportable. ¿Sospechaba algo? Ella seguía hundida en un mar de<br />
conjeturas. Sin embargo, al final Lheureux continuó.<br />
—Nos hemos reconciliado ahora y venía a proponerle un arreglo.<br />
Era la renovación del pagaré firmado por <strong>Bovary</strong>. El señor, por lo demás,<br />
iría pagando como pudiera; no debía atormentarse, sobre todo ahora que iba a<br />
tener encima una serie de problemas.<br />
—E incluso haría mejor descargando esa preocupación en alguien, en<br />
usted, por ejemplo; con un poder sería más cómodo, y entonces usted y yo<br />
juntos haríamos pequeños negocios.<br />
Emma no comprendía. Él se calló. Después, pasando a su negocio,<br />
Lheureux declaró que la señora no podía dejar de comprarle algo. Le enviaría un<br />
barège 58 negro, doce metros, para hacerse un vestido.<br />
58 Tela de lana ligera y no cruzada, primitivamente fabricada en Barèges (Altos Pirineos),<br />
que sirve para hacer chales, vestidos, etc.