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a buscar un cocinero a Neufchâtel! ¿Y para quién? ¿Para unos vaqueros y unos<br />
descamisados?…<br />
Pasó el boticario. Llevaba un traje negro, un pantalón de nankin 41 , zapatos<br />
de castor, y, caso extraordinario, un sombrero de copa baja.<br />
—¡Servidor! —dijo, dispénseme, llevo prisa.<br />
Y como la gorda viuda le preguntara adónde iba:<br />
—Le parece raro, ¿verdad?, y yo que permanezco más encerrado en mi<br />
laboratorio que el ratón de campo en su queso.<br />
—¿Qué queso? —dijo la mesonera.<br />
—No, ¡nada!, ¡no es nada! —replicó Homais—. Sólo quería decirle, señora<br />
Lefrançois, que habitualmente permanezco totalmente recluido en mi casa. Hoy,<br />
sin embargo, en vista de la circunstancia, no tengo más remedio que…<br />
—¡Ah!, ¿va usted allá? —le dijo ella con aire de desdén.<br />
—Sí, voy allá —replicó el boticario asombrado—; ¿acaso no formo parte de<br />
la comisión consultiva?<br />
La señora Lefrançois le miró fijamente algunos minutos, y acabó por<br />
contestar sonriente:<br />
—¡Eso es otra cosa! ¿Pero qué le importa a usted la agricultura?, ¿entiende<br />
usted de eso?<br />
—Ciertamente, entiendo de eso, puesto que soy farmacéutico, es decir,<br />
químico, y como la química, señora Lefrançois, tiene por objeto el conocimiento<br />
de la acción recíproca y molecular de todos los cuerpos de la naturaleza, se<br />
deduce de aquí que la agricultura se encuentra comprendida en su campo. Y, en<br />
efecto, composición de los abonos, fermentación de los líquidos, análisis de los<br />
gases a influencia de los mismos, ¿qué es todo eso, dígame, sino química pura y<br />
simple?<br />
La mesonera no contestó nada. Homais continuó:<br />
—¿Cree usted que para ser agrónomo es necesario haber cultivado la tierra<br />
por sí mismo o engordado aves? Lo que hay que conocer, más bien, es la<br />
constitución de las sustancias de que se trata, los yacimientos geológicos, las<br />
acciones atmosféricas, la calidad de los terrenos, de los minerales, de las aguas,<br />
la densidad de los diferentes cuerpos y su capilaridad, ¿qué sé yo? Y hay que<br />
conocer a fondo los principios de la higiene, para dirigir, criticar la construcción<br />
de las obras, el régimen de los animales, la alimentación de los criados, ¡es<br />
necesario, señora Lefrancois, dominar la botánica, poder distinguir las plantas!,<br />
¿me entiende?, cuáles son las saludables y las deletéreas, cuáles las<br />
improductivas y cuáles las nutritivas, si es bueno arrancar aquí y volver a<br />
plantar allá, proteger unas y destruir otras; en resumen, hay que estar al<br />
corriente de la ciencia por folletos y publicaciones, estar siempre atentos para<br />
indicar las mejoras.<br />
La mesonera no apartaba la vista de la puerta del «Café Français», y el<br />
farmacéutico continuó:<br />
—¡Ojalá nuestros agricultores fuesen químicos, o al menos hiciesen más<br />
caso de los consejos de la ciencia! Por ejemplo, he escrito recientemente un<br />
41 Tela de algodón lisa, generalmente de color amarillo, fabricada primeramente en<br />
Nankín (China).