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Gustave Flaubert Madame Bovary

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—¿La señora, sin duda, no es de aquí? ¿La señora desea ver las<br />

curiosidades de la iglesia?<br />

—¡Pues no! —dijo el pasante.<br />

—¿Por qué no? —replicó ella.<br />

Pues ella se agarraba con virtud vacilante a la Virgen, a las esculturas, a las<br />

tumbas, a todos los pretextos.<br />

Entonces, para seguir un orden, al guardián les llevó hasta la entrada,<br />

cerca de la plaza, donde, mostrándoles con su bastón un gran círculo de<br />

adoquines negros, sin inscripciones ni cincelados, dijo majestuosamente.<br />

—Aquí tienen la circunferencia de la gran campana de Amboise. Pesaba<br />

cuarenta mil libras. No había otra igual en toda Europa. El obrero que la fundió<br />

murió de gozo…<br />

—Vámonos —dijo León.<br />

El buen hombre siguió caminando; después, volviendo a la capilla de la<br />

Virgen, extendió los brazos en un gesto sintético de demostración, y más<br />

orgulloso que un propietario campesino enseñando sus árboles en espalderas:<br />

—Esta sencilla losa cubre a Pedro de Brézé, señor de la Varenne y de<br />

Brissac, gran mariscal de Poitou y gobernador de Normandía, muerto en la<br />

batalla de Montlhéry el 16 de julio de 1465.<br />

León, mordiéndose los labios, pataleaba.<br />

—Y a la derecha, ese gentilhombre cubierto con esa armadura de hierro,<br />

montado en un caballo que se encabrita, es su nieto Luis de Brézé, señor de<br />

Breval y de Montchauvet, conde de Maulevrer, barón de Mauny, chambelán del<br />

rey, caballero de la Orden a igualmente gobernador de Normandía, muerto el 23<br />

de julio de 1531, un domingo, como reza la inscripción; y, por debajo, ese<br />

hombre que se dispone a bajar a la tumba, figura exactamente el mismo.<br />

¿Verdad que no es posible ver una más perfecta representación de la nada?<br />

<strong>Madame</strong> <strong>Bovary</strong> tomó sus impertinentes. León, inmóvil, la miraba sin<br />

intentar siquiera decirle una sola palabra, hacer un solo gesto, tan desilusionado<br />

se sentía ante esta doble actitud de charlatanería y de indiferencia.<br />

El inagotable guía continuaba:<br />

—Al lado de él, esa mujer arrodillada que llora es su esposa Diana de<br />

Poitiers, condesa de Brézé, duquesa de Valentinois, nacida en 1499, muerta en<br />

1566; y a la izquierda, la que lleva un niño en brazos, la Santísima Virgen. Ahora<br />

miren a este lado: estos son los sepulcros de los Amboise. Los dos fueron<br />

cardenales y arzobispos de Rouen. Aquél era ministro del rey Luis XII. Hizo<br />

mucho por la catedral. En su testamento dejó treinta mil escudos de oro para los<br />

pobres.<br />

Y sin detenerse, sin dejar de hablar, les llevó a una capilla llena de<br />

barandillas: separó algunas y descubrió una especie de bloque, que bien pudiera<br />

haber sido una estatua mal hecha.<br />

—Antaño decoraba —dijo con una larga lamentación— la tumba de<br />

Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra y duque de Normandía. Fueron los<br />

calvinistas los que la redujeron a este estado. La habían enterrado con mala<br />

intención bajo el trono episcopal de monseñor. Miren, aquí está la puerta por<br />

donde monseñor entra a su habitación. Vamos a ver la vidriera de la Gárgola.

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