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Gustave Flaubert Madame Bovary

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—Usted estaba abajo, en la antesala, preparada para salir, en el último<br />

escalón; por cierto, llevaba un sombrero con pequeñas flores azules; y sin que<br />

usted me invitara, yo, a pesar mío, la acompañé. Cada minuto tenía cada vez<br />

más conciencia de mi tontería, y seguía caminando a su lado, sin atreverme a<br />

seguirla por completo y sin querer dejarla. Cuando usted entraba en una tienda,<br />

yo quedaba en la calle, la miraba por el cristal quitarse los guantes y contar el<br />

dinero en el mostrador. Después llamó en casa de la señora Tuvache, le<br />

abrieron, y yo me quedé como un idiota delante de la gran puerta pesada que se<br />

había vuelto a cerrar detrás de usted.<br />

<strong>Madame</strong> <strong>Bovary</strong>, escuchándole, se asombraba de ser tan vieja; todas<br />

aquellas cosas que reaparecían le parecían ensanchar su existencia; aquello<br />

constituía como unas inmensidades sentimentales a las que ella se transportaba;<br />

y de vez en cuando decía en voz baja y con los párpados medio cerrados:<br />

—¡Sí, es cierto!…, ¡es cierto!…, ¡es cierto!…<br />

Oyeron dar las ocho en los diferentes relojes del barrio Beauvoisine, que<br />

está lleno de internados, de iglesias y de grandes palacetes abandonados. Ya no<br />

se hablaban; pero sentían, al mirarse, un rumor en sus cabezas, como si algo<br />

sonoro se hubiera recíprocamente escapado de sus pupilas fijas. Acababan de<br />

unirse sus manos; y el pasado, el porvenir, las reminiscencias y los sueños, todo<br />

se encontraba confundido en la suavidad de aquel éxtasis. La noche se hacía<br />

más oscura en las paredes, donde aún brillaban, medio perdidas en la sombra,<br />

los fuertes colores de cuatro estampas que representaban cuatro escenas de La<br />

Tour de Nesle 54 , con una leyenda al pie en español y en francés. Por la ventana<br />

de guillotina se veía un rincón de cielo negro entre tejados puntiagudos.<br />

Ella se levantó para encender dos velas sobre la cómoda, después volvió a<br />

sentarse.<br />

—Pues bien… —dijo León.<br />

—Pues bien… —respondió ella.<br />

Y él buscaba el modo de reanudar el diálogo interrumpido, cuando ella le<br />

dijo:<br />

—¿Por qué nadie hasta ahora me ha expresado sentimientos semejantes?<br />

El pasante exclamó que las naturalezas ideales eran difíciles de<br />

comprender. Él, desde que la había visto por primera vez, la había amado; y se<br />

desesperaba pensando en la felicidad que habrían tenido si, por una gracia del<br />

azar, encontrándose antes, se hubiesen unido uno a otro de una manera<br />

indisoluble.<br />

—A veces he pensado en ello —replicó Emma.<br />

—¡Qué sueño! —murmuró León.<br />

Y jugueteando con el ribete azul de su largo cinturón blanco, añadió:<br />

—¿Quién nos impide volver a empezar?<br />

—No, amigo mío —respondió ella—. Soy demasiado vieja, usted es<br />

demasiado joven…, ¡olvídeme! Otras le amarán…, usted las amará.<br />

—¡No como a usted! —exclamó él.<br />

54 La Tour de Nesle: título de un célebre melodrama de Alejandro Dumas, en cinco actos y<br />

en prosa, cuya protagonista es Margarita de Borgoña, famosa por sus crímenes.

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