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de la sociedad? Pero para esto hay que remar duro, y hacer lo que se dice callos<br />
en las manos. Fabricando fit faber, age guod agis 56 .<br />
Hacía citas en latín de exasperado que estaba. Lo mismo habría citado<br />
chino o groenlandés si hubiese conocido estas dos lenguas, pues se encontraba<br />
en una de esas crisis en que el alma entera muestra indistintamente lo que<br />
encierra, como el océano que en las tempestades se entreabre desde las algas de<br />
su orilla hasta la arena de sus abismos.<br />
Y añadió:<br />
—¡Comienzo a arrepentirme terriblemente de haberme hecho cargo de tu<br />
persona! ¡Sin duda habría hecho mejor dejándote pudrir en tu miseria y en la<br />
mugre en que naciste! ¡Nunca servirás más que para guardar vacas! ¡No tienes<br />
ninguna disposición para el estudio, apenas sabes pegar una etiqueta! Y vives<br />
aquí, en mi casa, como un canónigo, a cuerpo de rey, gozando a tus anchas.<br />
Pero Emma, volviéndose a la señora Homais:<br />
—Me habían llamado…<br />
—¡Ah! ¡Dios mío! —interrumpió con aire triste la buena señora—, ¿cómo se<br />
lo diría?… ¡Es una desgracia!<br />
Y no terminó. El boticario tronaba:<br />
—¡Vacíala!, ¡límpiala!, ¡vuelve a ponerla en su sitio!, ¡pero date prisa!<br />
Y sacudiendo a Justino por el cuello de su blusa, le hizo caer un libro de su<br />
bolsillo.<br />
El chico se bajó. Homais fue más rápido, y habiendo recogido el volumen,<br />
lo contempló con los ojos desorbitados y la boca abierta.<br />
—El amor conyugal 57 —dijo separando lentamente estas dos palabras—.<br />
¡Ah!, ¡muy bien!, ¡muy bien!, ¡muy bonito!, ¡y grabados!… ¡Ah!, ¡esto es<br />
demasiado fuerte!<br />
La señora Homais se acercó.<br />
—¡No!, ¡no toques!<br />
Los niños quisieron ver las imágenes.<br />
Dijo imperiosamente:<br />
—¡Fuera de aquí!<br />
Y salieron.<br />
Él se puso a caminar primeramente de un lado para otro a grandes pasos,<br />
teniendo el volumen abierto entre sus dedos, haciendo girar sus ojos, sofocado,<br />
tumefacto, apoplético. Después se fue derecho a su discípulo, y plantándose<br />
delante de él con los brazos cruzados:<br />
—¡Pero es que tú tienes todos los vicios, pequeño desgraciado. Ten<br />
cuidado, estás en una pendiente…! ¡No has pensado que este libro infame podía<br />
caer en manos de mis hijos, encender la chispa en su cerebro, empañar la pureza<br />
de Atalía, corromper a Napoleón! Ya está hecho un hombre. ¿Estás seguro, al<br />
menos, de que no lo han leído? ¿Puedes certificármelo?…<br />
56 Trabajando es como se aprende, atiende a lo que haces. Las citas latinas, frecuentes,<br />
prueban la formación clásica de los estudios de la época.<br />
57 Era una obra de «iniciación sexual» publicada en 1688 por el doctor Venette, muy<br />
conocida en aquella época. <strong>Flaubert</strong>, en su Correspondance, la califica de «obra tonta».