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foucault-michel_el-poder-una-bestia-magnc3adfica-sobre-el-poder-la-prisic3b3n-y-la-vida

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PODER Y SABER 83A partir de Ia Reforma, <strong>el</strong> discurso de confesion, en cierto modo,estallo en Iugar de quedar localizado dentro d<strong>el</strong> ritual de Ia penitencia;se convirtio en un comportamiento que podia tenersimplemente funciones, digamos, psicologicas, de mejor conocimientode si mismo, de mejor dominio de si, de rev<strong>el</strong>acionde <strong>la</strong>s propias tendencias, de posibilidad de manejar Ia propia<strong>vida</strong>: pnicticas de examenes de conciencia que <strong>el</strong> protestantismoalento con tanto vigor, al margen mismo de Ia penitencia y Iaconfesion, y de Ia confesion al pastor. En ese momento constatamosasimismo <strong>el</strong> desarrollo de Ia literatura en primera personapor Ia que Ia gente lleva su diario, dice lo que ha hecho, cuentasu jornada, <strong>una</strong> practica que se desarrollo <strong>sobre</strong> todo en los paisesprotestantes, aun cuando tambien hay ej emplos en los paisescatolicos. Aparecio despues <strong>una</strong> literatura en Ia cual Ia confesiontuvo <strong>una</strong> importancia tan grande -La princesa de Cleve!' enFrancia-, y Ia literatura donde uno cuenta en <strong>una</strong> forma apenasdisimu<strong>la</strong>da, ligeramente nov<strong>el</strong>esca, sus propias aventuras. Enormedifusion d<strong>el</strong> mecanismo de Ia confesion que llega ahora aesos programas que tenemos en Francia -supongo que ustedestienen lo mismo en <strong>el</strong>japon-, esos programas de radio y prontode t<strong>el</strong>evision, en los que Ia gente ira a decir: ''Y bien, yo, vean, yano me entiendo con mi mujer, ya no puedo hacer <strong>el</strong> amor con<strong>el</strong><strong>la</strong>, ya no tengo erecciones en Ia cama con <strong>el</strong><strong>la</strong>, estoy muy avergonzado,que ten go que hacer?". La his to ria de Ia confesion noculmina con esto, habra otras peripecias ... Todo esto es un fenomenomuy importante y muy caracteristico, en su origen, d<strong>el</strong>Occidente cristiano. En <strong>el</strong> Japon ustedes tienen actualmente <strong>el</strong>mismo fenomeno, pero procede de Occidente. En Ia civilizacionjaponesa tradicional no existia esa necesidad de confesiones,esa exigencia de confesiones que <strong>el</strong> cristianismo anclo con tantafuerza en <strong>el</strong> alma occidental. Habria que estudiarlo.6 Marie-Mad<strong>el</strong>eine Pioche de LaVergne, condesa de La Fayette, LaPrincesse de Clives, Paris, Barbin, 1678 [trad. cast.: La princesa de Clives,Buenos Aires, Losada, 2005, entre otras ediciones]. [N. d<strong>el</strong> E.]

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