manual-de-disec3b1o-editorial-jorge-del-buen
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164 MANUAL DE D I S E N O EDITOR1Parecen existir abismales diferencias culturales en la percepción tlrlespacio blanco, aquel sobre el cual se construye la forma tipográfica. EiiLatinoamérica, el espacio vacío suele i<strong>de</strong>ntificarse como una ausencia clcsignos, una inexistencia que <strong>de</strong>be superarse. Por el contrario, en Euro11.1suele verse como una fuente <strong>de</strong> luz y, en cierto modo, como un signo ybrsí mismo.Tomemos como «vacío», como área inactiva, la superficie blanca <strong>de</strong>lpapel [...], la cual resulta activada por la mera aparición <strong>de</strong> un punto o <strong>de</strong>un trazo. Ha sido cubierta así una pequeña cantidad, aunque sea mínima,<strong>de</strong>l papel. Este proceso convierte el vacío en blanco, en luz; se produce uncontraste con la manifestación <strong>de</strong> negro. Solo se reconoce la luz en comparacióncon la sombra. El acto <strong>de</strong>l dibujo, <strong>de</strong> la escritura, no consiste propiamenteen incluir negro sino en sustraer claro, en eliminarEsta <strong>de</strong>scripción recuerda a la escultura en roca, que es un trabajosustracción por excelencia. En el papel, la labor <strong>de</strong> sustracción no es claya que se hace agregando materiales, como las tintas; <strong>de</strong> allí que la visi<strong>de</strong> Adrian Frutiger sea casi poética.La vida real, no obstante, dista mucho <strong>de</strong> ser poética. El margen seconvertido en uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s problemas <strong>de</strong> nuestros tiempos, ya cla industria <strong>editorial</strong> mo<strong>de</strong>rna, por necesidad, gira en torno a la economía. A mi parecer, lo patético es que los libros se han convertido cSiiartículos cada vez más costosos; y las razones <strong>de</strong> esto no son tan misteriosas como podría parecer a primera vista. Los negocios <strong>de</strong> hoy procurobtener la máxima ganancia con el menor riesgo, basándose para elloreducir los costos indiscriminadamente. El resultado comienza a hacetangible con la pérdida <strong>de</strong> calidad en los procedimientos <strong>de</strong> impresiy en los acabados, <strong>de</strong>bido a que se emplean materiales ligeros y poco 1sistentes, manipulados a velocida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> manufactura e impresión taltas, que hacen muy difícil el control <strong>de</strong> la calidad; se encua<strong>de</strong>rna con I.gamentos quebradizos y sin hilo; se emplean para las cubiertas cartiilirsuaves que absorben la humedad y se comban al contacto con la piel; y56FRUTIG ER, Adrian: Sipos, sirt~holos, mnrrns. srirc~lcs, Mbxico, (;ti: ..,......,,,, ..,.,.,, ,..,.~lcs<strong>de</strong>ñan, a<strong>de</strong>más, las guardas y las hojas <strong>de</strong> respeto. Por si ello fiic~~oco, algunos editores han reducido su nómina eliminando composito-I cs y, por supuesto, correctores gramaticales y correctores técnicos. Y estaIY tan solo una enumeración sucinta <strong>de</strong> los vicios que la mo<strong>de</strong>rnidad haI raído a la industria <strong>editorial</strong>.El margen ha ido perdiéndose gradualmente durante los últimos(lccenios bajo la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> «precio máximo sobre costo mínimo». Des-, lc luego, a los empresarios les asiste el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> obtener la mayor utili-(lnd <strong>de</strong> su trabajo, pero los clientes -en este caso, los lectores- han11nsado a un lamentable segundo término que en nada beneficia 2 la pro-11ia industria <strong>editorial</strong>. Ya lo hemos dicho antes: los medios impresos es-I Sn perdiendo muchas batallas frente a los medios activos, como la radio,VI cine y la televisión; y ello se <strong>de</strong>be, en parte, a la visión utilitarista <strong>de</strong> esteliii <strong>de</strong> siglo, Ha quedado <strong>de</strong>mostrado, <strong>de</strong> diversas maneras, que esta foriiia<strong>de</strong> hacer industria es sumamente corrosiva, y los impresos <strong>de</strong> nues-I ros días -fuera <strong>de</strong> escasas excepciones- son la <strong>de</strong>mostración tangible~lc ese pensamiento.Los blancos cumplen funciones cardinales en la tarea <strong>de</strong> comunicar <strong>de</strong>iiianera grata y precisa; y los márgenes bien podrían ser consi<strong>de</strong>radosc.omo los blancos fundamentales en una edición. Su participación en laphgina podría resumirse con los siguientes principios técnicos:- Evitar que partes <strong>de</strong>l texto se pierdan en el momento <strong>de</strong> cortar elpapel.- Dejar una superficie sin texto para la manipulación <strong>de</strong> la página.- Ocultar posibles imprecisiones en la tirada.- Evitar que la encua<strong>de</strong>rnación obstruya la lectura.Para cumplir con estos cuatro <strong>de</strong>terminantes no se requieren márgeiicsamplios. En el acabado, los cortes normalmente quitan unos doso tres milímetros en cada lado <strong>de</strong>l papel; sin embargo, esta medida pue<strong>de</strong>llegar a ser superior a los 5 mm, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> la materia prima y lasiliversas manipulaciones <strong>de</strong> los pliegos. Por lo tanto, los márgenes quec,~tarán sujetos a maniobras <strong>de</strong> <strong>de</strong>sbarbado <strong>de</strong>ben diseñarse con una amplitudque prevea esta pérdida.'IIii seguida, <strong>de</strong>be consi<strong>de</strong>rarse un espacio que permita la manipula-( itiii tlc I;i p;ij:iii;i. Si I>icii I;is Iiiit;is tlc hoy ya no manchan las manos (con