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Revista_Justicia_Razon_11
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JUSTICIA &<br />
Razón<br />
un buen abogado es igualmente importante<br />
que serlo.<br />
• How to Get Away with Murder<br />
(Cómo defender a un asesino) se<br />
basa en la manera en que una profesora<br />
universitaria le enseña a sus estudiantes<br />
a cómo lograr, a través de tecnicismos,<br />
que personas culpables puedan esquivar<br />
una condena. Aunque la serie es muy<br />
entretenida, subyace el hecho de que<br />
una buena asistencia judicial puede traer<br />
consigo la absolución de un culpable y<br />
como el sistema de justicia debe ser cuasi<br />
perfecto para poder salir airoso cuando<br />
se tienen los recursos – y sobretodo el<br />
conocimiento – para burlar al sistema.<br />
• The Wire (la Escucha). Es sin duda<br />
una de mis series favoritas, pues acude<br />
al realismo y muestra la sociedad de<br />
manera cruda, donde los finales no son<br />
siempre felices. Su contenido jurídico es<br />
transversal, pero ayuda – especialmente<br />
la primera temporada – a observar que<br />
la construcción de un caso es cuestión<br />
de tiempo; sostener que una persona es<br />
culpable no es prueba. Las imputaciones<br />
deben hacerse con criterios técnicos<br />
donde los investigadores sepan cuáles<br />
son las piezas que buscan y que no interrumpan<br />
la investigación por ilícitos de<br />
poca monta, sino cuando se pueda formular<br />
una acusación que traiga consigo<br />
una condena ejemplar.<br />
• Making a Murderer (Fabricando a<br />
un asesino) es una serie documental<br />
que narra los inconvenientes legales de<br />
Steven Avery y la posibilidad de que en<br />
la investigación de los hechos que le han<br />
sido imputados existan conflictos de<br />
intereses. Lo impresionante de la serie<br />
es la forma en que realiza la narración<br />
de los hechos, de manera detallada y permitiendo<br />
al televidente sacar sus propias<br />
conclusiones.<br />
El listado de series es más abundante, pero<br />
me quiero detener en el hecho siguiente: a<br />
nadie se le ocurriría, después de ver un película<br />
de Superman subir a un veinteavo piso y<br />
tratar de volar para vencer la barrera del sonido<br />
o convertirse en un habitante del mundo<br />
de sophia o del mago de oz; nadie en su sano<br />
juicio se pondría tales acontecimientos como<br />
objetivos, pues se parte de que se trata de<br />
pura ficción y que sería imposible convertirlo<br />
en realidad. Las series jurídicas deben partir<br />
de los mismos principios, pues si bien es cierto<br />
que en ocasiones recrean casos reales y que<br />
algunas tratan de apegarse a los preceptos<br />
jurídicos propios del sistema legal donde la<br />
realizan, no menos cierto es que su finalidad<br />
no es la pedagogía jurídica sino el entretenimiento<br />
y, como tal, se encuentran dispuestas<br />
a sacrificar todo aquel acontecimiento que lo<br />
alejen de la audiencia.<br />
En el caso Dominicano es mucho más grave,<br />
pues consumir series jurídicas realizadas a la<br />
luz de un sistema legal distinto al nuestro,<br />
desarrolladas en un país desarrollado y con<br />
los ingredientes de ficción que son vitales<br />
para captar la atención, hacen que para personas<br />
que no tengan contacto con el mundo<br />
judicial real sea muy difícil poder comparar<br />
lo que puede ser aplicado; muchos llegan<br />
a pensar que el común de los casos deben<br />
ser resuelto con la avalancha de tecnología<br />
forense que aparece en CSI: Las Vegas o que<br />
los casos complejos deben ser resueltos al<br />
estilo Sherlock Holmes. La respuesta es no,<br />
cada caso tiene su particularidad y las teleseries,<br />
si bien pueden ser utilizadas para crear<br />
algún tipo de sensibilización sobre un tema<br />
determinado, no pueden pasar a ser más que<br />
un mero recurso para la enseñanza de las<br />
ciencias jurídicas.<br />
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año 6 • NúMERO 11 • JUNIO 2016