Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada
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¿ES VERDAD QUE QUIENES VIVEN EN LA EXPECTACIÓN
APRENSIVA, LA ALARMA Y EL CONTROL DE SUPUESTOS FUTUROS
PELIGROS CREEN QUE LA PREOCUPACIÓN CONSTANTE LOS
PROTEGE?
En muy interesantes investigaciones realizadas por Adrian Wells y Karin Carter en la
vieja Manchester, se encontró que a los pacientes fuertemente comprometidos con su
estado de preocupación, la sola idea de abandonarla les producía vivencias de angustia y
desolación. Sentían que de no mantener los temores y la alerta vivos en sus conciencias
quedarían a la deriva, indefensos y expuestos al azar de un destino incierto. Se evidenció
de este modo que la preocupación, en los afectados y afectadas por preocupación
excesiva, era valorada como protectora, les funcionaba como un amuleto, como un
reaseguro frente a lo negativo y desconocido por venir. El hecho de mantener sus
cabezas dando vueltas una y otra vez sobre lo mismo, la sola acción de permanecer
preocupados, les generaba una sensación de protección.
Si me mantengo preocupado no va a pasar nada. Si me despreocupo resigno mi
posibilidad de defenderme, quedo totalmente expuesto.
Supone, este homo agobiado, que la preocupación y el control repetitivo, aun (y como
regla) en ausencia de nuevos elementos de análisis relacionados con el objeto de angustia,
ayuda a prevenir desenlaces negativos, es un elemento de auxilio en la resolución de
problemas, es motivadora, protege de emociones negativas más profundas y constituye,
además, un rasgo positivo y deseable de personalidad.
Damos rienda suelta, por lo tanto, a nuestra maquinaria mental de control, la dejamos
circular por nuestro Yo=cuerpo-cerebromente-entorno como una agotadora cinta sinfín
autoalimentada que, dependiendo del momento o situación, nos aturde desde el fondo o
desde el primer plano de nuestra conciencia, con una intensidad y persistencia
inadecuadas y por completo fuera de proporción con la posibilidad de ocurrencia o
eventual impacto de la situación que motiva la inquietud de turno.
Es así nomás, la adjudicación de cualidades preventivas al estado de preocupación
permanente constituye, para quienes sufrimos de preocupación excesiva, una regla sin
excepciones. Resulta paradójico en extremo: aquello mismo que nos altera la vida y la
salud, la preocupación inadecuada, es visto como factor de protección. Sin embargo, la
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