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Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada

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¿LA ANSIEDAD EXCESIVA NOS PREDISPONE A EVITAR

DETERMINADAS SITUACIONES?

Absolutamente, de allí su íntima relación con los desórdenes fóbicos. Cuando la

ansiedad alcanza niveles muy elevados desencadena síntomas físicos y mentales tan

inquietantes que el sitio y el contexto donde la crisis tuvo lugar quedan asociados, en

nuestra memoria, a la posibilidad de un nuevo episodio futuro. Con frecuencia un solo

episodio de ataque de pánico (que es un tipo de crisis de ansiedad) resulta suficiente para

inaugurar una historia de años de evitación. No por nada quienes sufrimos de

preocupación excesiva evitamos todo tipo de situaciones que impliquen incertidumbre o

mayores problemas, y con ello el temido incremento de la ansiedad. Algunos de nosotros

no salimos de vacaciones para no dejar solos nuestros hogares, por ejemplo, a ver si

todavía los malvivientes nos desvalijan aprovechándose de nuestra ausencia. Preferimos,

como viejos (y ansiosos) lobos de mar que somos, quedarnos en casita y evitar así,

merced a tan sencillo trámite, evitar esa maraña de preocupación que, de otro modo,

atormentaría nuestras tardes, caipirinha en mano, frente al mar. No hay modo de

disfrutar la playa, aun rodeados de gentes bronceadas, relajadas y semidesnudas en sus

trajecitos de baño, si nos taladra la cabeza la posibilidad de que quizás justo en ese

mismo momento, en nuestra pobre casa abandonada irresponsablemente a su suerte, el

Smart TV que compramos hace un mes está saliendo por la ventana del living rumbo a la

cajuela de una desvencijada camioneta gasolera. Y eso por no mencionar la posibilidad

de que, tomando ventaja de nuestro relax veraniego conducente, como es natural y

recomendable, a la desatención de los diarios del día, las fuerzas de la naturaleza

financiera, emanadas de casas rosadas o blancas, caigan sobre nuestras cuentas bancarias

y las acorralen hasta más ver. Mejor quedarnos en casa y no aflojar la alerta. De paso,

mediante tal sabia decisión, evitamos también preparativos, gastos e incertidumbre en los

trámites de visado si se trata de un viaje al exterior.

Como vamos comprendiendo a través de los ejemplos citados, utilizamos la evitación

con funciones preventivas. Quienes padecen ansiedad social, por ejemplo, evitan

situaciones de interacción con otros. Aquellos con desorden de pánico y agorafobia no

concurren a lugares cerrados, alejados de su casa o llenos de gente. Las personas con

fobia a volar no toman aviones y los adeptos al temor irracional a enfermar no te pisan

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